miércoles, 30 de mayo de 2018

Identificando la realidad

Es muy común en mí utilizar metáforas a la hora de expresar lo que siento.  En estos días en los que trato de sacar una espina de mi alma es recurrente que mi cabeza vaya creando por minutos miles de recursos lingüísticos para verbalizar unas emociones que ya fueron ampliamente expresadas por el ser humano desde que se desarrolló la escritura.  Así que soy consciente de que no hago nada nuevo,  ni lejanamente innovador: solo trato de sanarme a mí misma liberando a mi interior de unos sentimientos que ni siquiera debería tener.  Es así de simple.
Y como en esa realidad hay implicadas muchas personas reales el recurrir a la metáfora  me ayuda a no interferir directamente en la vida de algunas de ellas,  y,  por otro lado,  no coarta mi libertad de desahogo.  Así de simple,  repito.
Y aunque lo repito no me lo creo ni yo.  Porque solo yo sé realmente lo que se cuece dentro de mí,  la que ha vivido la experiencia,  y la que sé qué y a quién dejo atrás.  Sé que soy la única que tiene conciencia de lo que representaba esa conexión de almas que ningún otro ojo humano era capaz de percibir. 
Porque hay emociones,  interacciones y conexiones que solo pueden sentir los ojos que se reconocen tras mucho tiempo imaginándose.   Y nada,  ni nadie, posee el verbo suficiente para expresarlo,  porque entramos en una dimensión en la que las palabras sobran.
Es duro sentirse parte de un par y aún así saber que el otro lado todavía no ha despertado.  Y tú sientes que tienes la llave del  despertador,  pero sabes que no eres quien para activarlo aunque lo desees con todo tu ser,  porque las circunstancias no son las adecuadas para un sano despertar.
Pero también sabes que necesitas avanzar y tu par sigue anclado en su realidad,  y te impide dar los pasos que tu alma te reclama y entras en un gran dilema...¿y si tampoco te toca en esta vida? ¿y si simplemente has reconocido a tu alma gemela para que no olvides que de verdad existe pero no estáis preparadas aún?
Para superar las respuestas que me plantea mi alma debería creer que de verdad tras esta vida tendré otras en las que quizás,  sólo quizás,  nos reencontraremos.
Pero ¿y mientras tanto? ¿He de esperar como llevo haciendo años o debo desapegarme y seguir mi camino cargando la mochila de la desilusión?  
No soy quien para despertar a nadie,  no soy quien para vapulear almas que quieren permanecer dormidas,  ancladas a la ficción de la mátrix,  sumisas a la realidad de su presente...

martes, 29 de mayo de 2018

El efecto mariposa

Dicen que cualquier cosa que ocurra en cualquier lugar del mundo, por muy insignificante que sea, puede repercutir de alguna manera en otro lugar del planeta.
Quizás pensar que eso puede pasar en nuestro entorno y de una manera decisiva, es soñar despierto siempre que pensemos que son las decisiones que tomamos las que se asemejan al aleteo de la mariposa.
Dentro de esa teoría del caos que llaman "el efecto mariposa" si un simple aleteo puede desencadenar un huracán ¿por qué he de descartar que una idea, vivida con intensidad, cargada de una energía poderosa no pueda desencadenar una transformación global en mi vida?
Sé que una vez más busco bases donde asentar un resquicio de esperanza, aun cuando es lo primero que descarté al soltar las manos de mis ilusiones.
Aleteo con mis brazos, soplo con la bocanada amplia de mi corazón, activo el flujo de energía con toda la fuerza de mis ganas y aún así me embarga la certeza de que nada cambiará.
¿ Por qué es tan difícil?¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que lo injusto ha de reinar?
Pienso en esas almas anodinas que no perciben la verdad, en esos sueños que se sueñan en paralelo y que jamás se tocan.
"A" ama a "B" y B" ama a  "C"" que ama a "D". Y aunque "D" ame a "A" o a "B" o a "C" está fuera de cualquier posibilidad que los dos sean felices porque todos los demás están encorsetados en un abecedario que tiene un orden establecido y a nadie se le puede ocurrir cambiar el orden de las letras.
Y mientras tanto el vivir el ahora va resultando cada vez más penoso, más insulso, y siento que se van apagando las bombillas, como las luciérnagas que ven llegar el amanecer.
Los colores que dibujaban las alas se difuminan con el batir desesperado de las mías imaginarias.
No soy una mariposa, pero quisiera serlo durante unos instantes. Porque necesito ese soplo imperceptible que provoque el huracán,  esa revolución global que haga saltar los cerrojos, anule los miedos, apueste y gane.

domingo, 27 de mayo de 2018

Cuando te obligas a decir adiós

Es esta una confesión difícil de hacer y aun así me siento obligada a hacerla.  Por supuesto que emplearé las metáforas que me son propias y quien quiera entender entenderá.
No es mi intención dañar a nadie ni destrozar las vidas fingidas de muchas personas,  pero llega un momento en la vida en la que no queda más remedio que volver la espalda a lo que sientes desde lo más profundo de tu alma y decides cambiar el rumbo.
Y hoy ese día en el que me reencuentro con el Reiki y lo aplico a mi propia sanación.  Al ser la única responsable de  todo lo vivido trataré de perdonarme todos los errores cometidos,  todas las ilusiones vertidas donde no había espacio,  y miraré hacia otro lado.  No se puede esperar más.  Y aunque la esperanza es lo único que siempre permanece,  hay situaciones que hieren tanto que mejor es no esperar.