jueves, 31 de mayo de 2012

Poniendo orden a mi cabeza

Vayamos por orden...todas a la vez no podéis ser plasmadas en un escrito, ni siquiera en dos y puede que hagan falta tres o más para poder darle cabida a todas vosotras. Es cierto que llevo mucho apartada del teclado aunque vosotras hayáis seguido formándoos en mi cabeza como huevos de gallina que, generosas, regaláis cada mañana para ser recogidos. Pero yo me he olvidado de retiraros puntualmente cada amanecer y ahora, por docenas, os acumuláis en mi cabeza pugnando por ser consumidas en un orden que no consigo restablecer. Pero como por todo hay que empezar procuraré ser lo más consecuente posible y comenzaré por la idea más fresca que tengo en la cabeza, ya que es absurdo dejar que lo más fresco deje de serlo conservándolo hasta que todo sea antiguo o se acerque, incluso, a la caducidad... Y lo más reciente es hablar del amor incondicional... Será que últimamente estoy sintiendo una transformación muy profunda en torno a mi corazón y voy sintiendo la necesidad de expandir el amor que siento de una manera completamente altruista, sin pretender obtener nada de nadie a cambio de sentir brotar esa sensación maravillosa desde el centro de mi pecho. Ese amor que se va despojando de los miedos innatos y adquiridos como si su fuerza fuese tan irreductible que ninguna otra energía pudiera ocupar su lugar allá donde se vaya implantando. Y ese amor lo siento de muchas maneras y hacia muchas personas. Desde unos ojos que me miraban como si la vida dejase de tener sentido sin mi presencia, hasta los más inocentes que vislumbro en las caras de los niños que me rodean a diario. El amor incondicional implica muchas realidades, como la renuncia a vivirlo si las circunstancias externas te impiden desarrollarlo. Y esas circunstancias van desde la falta de comunicación por barreras impuestas por la rutina, hasta la lejanía física o anímica (de ánima/alma). Voy entendiendo que el amor incondicional a veces viene dado desde el dolor, la ruptura, hasta incluso desde el desprecio o la distancia. Puedes pensar que desprecias a alguien por el dolor que te ha infringido y que eso ha provocado tu desamor hacia esa persona. Pero ese dolor, si permanece, implica un cierto cariño al que te cuesta renunciar. Y es por ello que hay que recurrir al perdón para que el dolor no te inmovilice o se traduzca en sentimientos de odio que tan malas vibraciones entraña. Pero lo más terrible y angustiante es ser consciente de que tú has aportado mucho al desamor de otras personas y que por mucho que ahora quiera dejarme llevar por el amor incondicional por todos, incluidos los que me hirieron, no hay nada que yo pueda hacer para transformar la realidad que me circunda, brotes y retoños de las semillas que planté. El ser consciente, estar despierta hacia el interior, y sentirme acompañada por energías vivas y plenas de amor, hacen que hoy, en este presente continuo que vivimos, me sienta maravillosamente feliz y opte cada amanecer por seguir siéndolo. Solo por hoy. Porque como el emperador Meiji estableció si cada mañana y cada tarde nos repetimos sus cinco principios seremos mucho más felices. Solo por hoy: seré agradecido, no me preocuparé, trabajaré honradamente, no me enojaré y seré amable con los demás, en definitiva. Solo por hoy me amaré a mí mismo desde el corazón regalándome la paz y el bienestar. Y como la paz brotará de mí, eso se reflejará en mi exterior y conseguiré que todo cambie porque también se dice que lo que es adentro es afuera...