domingo, 14 de diciembre de 2014

Mi castigo de chichinabo (o el diario de un adolescente escrito por su madre)

DÍA 1:
Me han expulsado del colegio por gracioso.
Bueno, era gracioso para mí, pero no para el profesor que ha tratado de quitarme mi fantástico puntero láser y me he negado a dárselo. Al final creo que no le ha hecho gracia a nadie puesto que no podré volver al colegio hasta la semana que viene.
Bueno. A ver cómo se lo toman en mi casa.
He decidido hacer huelga de hambre para que mi madre se sienta mal al castigarme y el castigo sea menos duro. Estoy acostumbrado a los castigos de chichinabo de mi madre, que no son castigo ni nada y sé que en pocos días estaré como siempre, haciendo lo que quiero.
Me han quitado el móvil y me han llevado a mi casa, a muchos kilómetros de la ciudad... Asco de aislamiento.
Soy capaz de torear el castigo, porque me he encontrado el móvil de mi padre y consigo chatear con mis amigos. Debo ser cauto para que no me lo quiten.

DÍA 2:
Mi madre y mi hermana se han ido al colegio y yo me levanto muy tarde. No está el router en su sitio y me he dado cuenta de que le han quitado cables a mi videoconsola, por lo que me espera un día de aburrimiento total.
Como tengo un hambre horrorosa y nadie para verme, me como todo lo que veo y pienso que puedo hacer para no aburrirme.
Como me han dejado el teléfono fijo, decido machacar a mi madre con llamadas para que me diga donde ha dejado los cables y el router y me pueda entretener un rato.
Se ve que con dos llamadas no es suficiente, así que insisto hasta que lo consigo. ¿Será tonta?
¿Pues no me dice que me deja jugar a la Play hasta que ella llegue?. Eso sí, la he presionado diciéndole que me iba a ir andando hasta la autopista para coger el autobús. Como se ve que lo de la huelga de hambre no ha dado resultado esta otra táctica parece más efectiva. Juego con la ventaja del miedo que tiene mi madre a que me pase algo por esa carretera sin arcén.
Debe ser tonta de remate, porque yo no pienso aventurarme a irme hasta el puente de la autopista solo, si no tengo móvil ni sé a qué hora pasan los autobuses. Además si lo hiciera las cosas se iban a poner todavía peor.
Así que he seguido dando la lata y la debilidad mental de mi madre hará que consiga lo que quiera.
¡Qué bien me lo estoy pasando con la Play!.
Se ve que mi madre está despistada y después de ignorarla unas cuantas veces cuando me ha pedido que pare, se ha puesto a preparar cosas para llevar a mi hermana a la ciudad.
Me había dicho que me iba a llevar a mí también y hasta me dejaba salir de 7 a 10, pero yo le he dicho que para dos horas no me merecía la pena. Y hay que ser tonta para no darse cuenta que en realidad eran 3 horas pero como mis amigos entrenan y no sé con quien quedar he preferido no ir y me he quedado un montón de horas frente a la pantalla, jugando a pegarle tiros a personas virtuales.
Además su grado de tontura es tan grande que me han dejado la tablet y cuando me he acostado he podido chatear con  quien me ha dado la gana hasta las tantas.
¡Vaya!, Alguien ha quitado el router. Habrá que ir preparando la estrategia para mañana.

DÍA 3.
Me he levantado supertarde. Por supuesto no he recogido mi cuarto, porque tengo que mostrar que estoy muy molesto y de mí no van a sacar nada. Voy a presionar un rato hoy a mi hermana para que pida el router. Lo bueno de tener una hermana es qeu mi madre no la quiere fastidiar a ella con mi castigo (¿castigo?jajajaj) y yo salgo beneficiado.
Después del ridículo que hizo mi madre ayer con su propuesta de salir y que rechacé por insuficiente hoy voy intentar pasar todo el día quejándome a ver si fastidiando me dejan jugar a la play un rato más.
Además estoy pensando en ir amargando a todos para que el lunes pueda bajar a la ciudad y por la tarde ver a esa amiga del colegio que me hace sentirme bien. Le diré a mi madre que ya que ayer no aproveché esas horas que me dio para salir, lo pueda hacer el lunes y de camino me quedo en la ciudad.
Espero que mamá siga siendo tan tonta de no ponerse firme en mi castigo y realmente sigan siendo unas vacaciones, en casa, sin cole, con play y pudiendo quedarme hasta las 2 o las 3 chateando.
Es que soy muy listo y no se dan cuenta de nada. Menudos pardillos son mis padres.
Lo único que realmente me fastidia es no tener mi móvil y es por la mala suerte de estropeársele a mi madre el suyo, porque si no fuera así, seguro que poniéndole carita de bueno y pidiéndole un falso perdón de los míos, me lo acabaría dando.

DÍA 4
Hoy también me voy a levantar tarde. Ayer me pegué un día estupendo. Jugué lo que me dio la gana y me pegué hasta las tantas chateando, por lo que tengo que descansar.
A ver como toreo hoy el castigo (¿castigo? jajajj)
Realmente mis padres no saben castigar.
Sé abusar de su bondad, de su amor hacia mí, pero realmente yo les tengo un asco...y da igual que ellos se sacrifiquen por mí, me preparen la comida y dejen de hacer cosas que les gusta a ellos para que no me falte cosas a mí. Yo lo que quiero es un piso en la ciudad, y me da igual que mis padres no se lo puedan permitir. Es que tengo derecho a vivir cerca de mis amigos y estoy harto de vivir en el campo.


Menudo chaval soy... como para estar orgulloso de mí.

Esto es lo que mi madre piensa que son mis pensamientos ...quizás me conoce mejor de lo que yo creía.
Me temo que tras esto, comienza el castigo de verdad.

martes, 25 de noviembre de 2014

¿15 años tiene mi amor?

Emulando la canción del Dúo Dinámico que escuchaba en mis primeros años de vida, hoy, 15 años después de vivir por primera vez la maternidad me pregunto ¿es éste, el amor de madre, el verdadero amor?
Hace 10 años con su amiga Silvia
Hoy Paula cumple ya 15 años y es toda una mujer.
Sin embargo he de reconocer que se me está haciendo especialmente duro vivir la experiencia de la doble adolescencia. A veces me entran verdaderas ganas de salir por la puerta de mi casa y vivir mi vida, desconectando de los problemas que dos personas inmersas en sus cambios hormonales y relacionales, acarrean a mi existencia.
Y entonces miro hacia mi alrededor y me pregunto ¿no habíamos quedado en que primero hay que amarse incondicionalmente a uno mismo? ¿qué hago yo dando todo lo mejor de mí a unas personas que ni lo valoran, ni lo quieren?
Un gran dilema, sin duda.
Porque querer a un hijo implica un amor incondicional, y reconozco que no ha sido duro amarlos así hasta ahora, en los que mis hijos, retoños del alma, vivían como satélites cerca de mí.
Con 14 años.
Es ahora, cuando ambos me sobrepasan en estatura, cuando me planteo cómo actuar con ellos. Y es que no se conforman con esa superioridad en los centímetros, sino que ahora tratan de imponerse a mí en cualquier momento y situación, creándome una sensación de impotencia que a veces no sé cómo superar.
Pero bueno, hoy Paula es la protagonista, tan bella y apuesta mujer, como pizpireta y preciosa niña fue. Y no voy a lamentarme como madre incapaz de sobrellevar esta penosa carga que supone lidiar (porque es una lidia diaria, tan real como la del ruedo) con ellos, en un día en el que celebro con gran felicidad, que mi niña, mi amor, ya cumplió sus 15 años.
Y sin duda una no puede dejar de mirar atrás y rememorar sus propias vivencias a esa edad, primeros amores, primeras pandillas, primeros desengaños. Con 15 años uno ya se siente mayor y quiere volar en este mundo de mayores. Y como todos los cuarentones sabemos ya, nadie escarmienta en experiencia ajena, y de nada servirá decirle a una nueva aventurera de la vida, que espere, que no tenga prisa, que ya nunca más será una niña y que todavía está a tiempo de vivir como tal.
Los años pasan muy deprisa y cuando te paras, de repente, porque tu hija cumple 15 años, te das cuenta de lo rápido que has vivido. Y que ya queda menos camino para el frente del que ya recorriste.
Y piensas...¿qué daría por volver a mis 15 años...con la coletilla inevitable "con lo que sé ahora".
Así que, para terminar, a mi princesa-ogra de 15 años le pido calma, que viva cada etapa y sea feliz cada día. Muchas felicidades Paula.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Paralelos hacia la divergencia

Ayer, una vez más, sufrí un revés en mi vida motivado por el alejamiento de una persona a la que llevo queriendo toda mi vida. Todo el mundo me dice que esa amistad no era tal, porque era yo la que me empeñaba en llamar, año tras año para mantener una llama que nunca quise que se apagase.
Sin embargo ayer esa persona pegó el soplido definitivo, y fue su manera clara y directa de decirme que quería que saliese de su vida definitivamente.
Y es aquí donde me vino el nombre de la entrada que escribo hoy porque lo que yo creía que eran líneas de vida paralelas, finalmente eran líneas divergentes que solo el paso de los años ha permitido ver y ayer, en su momento justo, se expresó la lejanía.
No voy a negar que un dolor  muy intenso me estrujó el corazón y me llevó a un estado de desconcierto que no conseguía superar.
Unas cuantas charlas, buenos consejos, amigos que sí lo son, me dieron el empujón necesario para avanzar. ¿No te das cuenta de que es un ejemplo más de alguien que pasó por tu vida pero ya no debe estar? ¿No te das cuenta de que tú has dado pasos en tu vida que de alguna manera te van a apartar de todas aquellas energías que no son las adecuadas?
Y reflexión tras reflexión doy el paso y me despido. Adiós amiga, tú me echaste y yo te respeto.
Supongo que aquí nadie gana ni pierde. Es solo vacío en el corazón, que otras 12 amigas en mi misma vibración vienen a rellenar y sobrepasar. Amor no me falta aunque los huecos del amor sentido no se acaban de tapar.
Y es que estas líneas paralelas, y divergentes en su evolución, no pasarán en mi vida. Se repetirán con todas aquellas personas que desde hace mucho o desde hace poco, van pasando por mi vida. Partimos del mismo punto: el día que nos conocimos. Llegamos...cada uno a su lugar, a su situación emocional, vital o conciencial dejando cadáveres en el camino, como bien puntualizó esta amiga (o examiga según ella) en su clarísima y dolorosa publicación.
Gracias a Dios que algunas de aquellas líneas que ya fueron divergentes también sufrieron variaciones que las volvieron convergentes y personas que salieron, volvieron, con más ímpetu y amor para regalar.
Hoy debo soltar lastres, una vez más, porque aprendí a perdonar y nadie tiene la capacidad de interferir en las decisiones que tomé en mi vida: la de permitir que alguien permanezca en ella aunque no haya sido, puntualmente, el compañero perfecto. He sabido perdonar, aceptar, amar y restaurar y es una pena que otras personas me juzguen por ello, como si nadie mereciese una segunda oportunidad.
Parto de nuevo a mi camino. Miro hacia mi derecha y hacia mi izquierda. Y veo a cientos de líneas paralelas: amigos y amigas, familiares, compañeros que seguirán caminando junto a mí. Y también veré esas líneas divergentes que se van alejando hacia "un nunca jamás" o hasta un "hasta pronto", pero no voy a interferir en camino alguno. Cada uno hace el suyo.
Además intuyo que atrás de mí muchas líneas convergentes me señalan. Son todas aquellas personas que están por llegar a mi vida, sin lugar a dudas. Quizás toca dejar ir para encontrar los huecos necesarios para dar paso a todas esas almas que en el futuro compartirán conmigo experiencias y vivencias. Siempre y cuando exista un futuro. Nunca se sabe. Así que vivo mi presente, con las decisiones tomadas y las ideas claras y agradezco este soleado día, amada por mis muchos amigos y amigas, familiares y hasta por algunos conocidos. ¿No es eso mucho?

domingo, 9 de noviembre de 2014

Siete años sin tus consejos.

Llevaba mucho tiempo sin escribir. Un peso al estilo de una de aquellas bolas que llevaban los presos en los dibujitos animados, me impedía ponerme frente al ordenador para dejar salir lo que llevo dentro.
Pero hoy no podía dejar pasar este día sin dedicarle unas líneas, una vez más, a mi querido padre que hoy hace siete años que pasó a otra dimensión en la que no lo podemos ver pero en la que estoy segura que sigue existiendo.
En los últimos meses mi vida ha sufrido un giro radical solo a nivel interior. Aparentemente todo sigue igual, mismo trabajo, misma situación personal, mismo amigos.
Pero algo muy profundo ha sufrido una gran transformación.
No soy capaz de definir con palabras exactas qué ha pasado, pero es como si hubiese dado un paso de gigante en mi forma de comprender la vida.
Y me hallo en este momento cuando aparece un elemento perturbador en mi vida que me hiere en lo más profundo.
Nunca pensé que pasaría por algo así, pero hoy, reflexionando sobre lo que supuso para mí la pérdida de mi padre, me preguntaba que supondría para mis hijos el perderme a mí. Y ha sido como un mazazo en la cara descubrir que no sé muy bien qué sentirían ellos.
Quizás el hecho de estar inmersos en la adolescencia y vivir en una lucha constante de fuerzas me haga comprender que ya no son esos niños pequeños que, de alguna manera, me adoraban, confiaban en mí y sabían que yo hacía todo lo que podía por darles lo mejor de mí, tanto material como sobre todo inmaterial, mi amor, mi dedicación...
Hoy siento que aquellos niños son consecuencia de lo que yo les he dado durante todos estos años y que no tengo derecho a quejarme de su actitud actual cuando yo he permitido sus caprichos y su falta de colaboración durante más de una década.
Es en este momento en el que me gustaría ponerme delante de mi padre, al que tanto echo de menos, para pedirle su consejo. Seguro que me diría que un buen cosqui haría que se le quitaran las ganas de protestar, escaquearse o tratarme mal.
Y es que las cosas han cambiado tanto que no tengo mucha idea de cómo se debe actuar ante un adolescente, mucho más alto y fuerte que tú, que se niega a obedecer lo que le pides, básicamente por su bien. Es enfrentarse a un muro de hormigón, que te convierte en su diana de desprecio y recriminación.
Será que nunca fui una adolescente conflictiva que no comprendo porqué pasa todo esto. Trato de buscar la enseñanza que la vida trata de darme y aunque sigo los consejos de un buen consejero, de hacer de los darnos enviados contra mí, flechas sin destino, esquivándolos a lo mátrix, es cierto que alguna acierta y se clava en mi corazón, en lo más profundo, produciendo una herida que sangra y llora y llora.
Es duro ejercer el papel de padre o madre y hoy por hoy admiro a mis padres, que teniendo 9 hijos hicieron de todos ellos adultos responsables.
Ojalá pudiera mirar por una mirilla qué será de mis hijos, para relajarme desde ya y dejar fluir sin que esos dardos, dañinos y maléficos, no me hirieran tanto.
A veces escribo cartas a mis hijos, expresándoles todo mi amor, pero hoy por hoy reclamo un manual de instrucciones que no me dieron cuando nacieron para poder leer la parte de la adolescencia conflictiva.
A ti, papá solo quiero perdirte que desde donde estés, en el plano que sea, me mandes una inspiración, unas palabras mágicas, un hechizo o muchísima paciencia para pasar esta fase, dura, intragable y pesarosa de la adolescencia de mis hijos. ¡Uf! ¡qué desahogo...!

domingo, 1 de junio de 2014

Nuestras trampas

He empezado el mes de junio con ganas de escribir. Aún están mis dedos calientes del post anterior y mi cabeza continúa llena de cosas que quisiera expresar.
Casi medio año transcurrido de este 2014, cinco meses y un día de regalos que unas veces aproveché y otras dejé pasar sin pena ni gloria.
Tengo por el frente muchos retos que conseguir y me pregunto si realmente debo seguir esperando que algo venga de fuera para empezar a andar.
En las últimas semanas muchos acontecimientos han hecho que deba cambiar mi forma de vivir. Unos han sido decisiones que he debido tomar, con todo el dolor de mi corazón, y que han apartado a personas importantes para mí de mi vida. Otras decisiones me han venido impuestas y llevan implícitas un cambio de vida en sentido económico. Me volverá más ascética, si cabe, y así no echaré en falta algunas cosas materiales...Igual es hasta positivo para mí.
Sin embargo, como hago casi siempre, he colocado el título en la entrada antes de empezar a escribir.
Y me pregunto ¿porqué lo he titulado "Nuestras trampas"?
Quizás el título me ha venido por algo que leí no hace mucho en relación a personas que son manipuladoras y uno no cae en cuenta hasta que es demasiado tarde. Quizás las explicaciones de psicólogos experimentados en víctimas de esas manipulaciones se quedaron insertadas en la corteza de mi cerebro y, llegado el momento, ha reavivado la relación Irene-información almacenada-Irene, en ambos sentidos...
Si analizo lo más reciente, incluida la entrada que escribí hace unas horas, y la contrasto con las trampas que algunas personas nos ponen delante ¿no estaré yo siendo víctima de alguna persona a la que siento, pienso o creo triste?
El que me plantee esto rasca mi cerebro como la tiza entera en la pizarra...chirría, pero una vez más me digo a mí misma que nada es casual y que si la información me ha llegado justo ahora será porque debo analizarla.
Muchas veces en la vida, de repente, nos damos cuenta de que hemos sido engañados por personas a las que hemos brindado nuestra completa confianza. La sensación que esa desilusión marca en el cuerpo no se puede ni explicar. Es como una huella grabada a fuego que es difícil que se borre.
Además lo peor de ser víctima de una estafa, sobre todo emocional, es que esto nos condiciona para todas las demás personas que aparecerán en nuestra vida. Si una vez te has volcado de corazón con alguien y has sido estafado en tus sentimientos...¿porqué volver a confiar?...Pero...si no confías...¿consigues ser feliz?
Desde niña siempre pequé de inocente. Me las daban todas, literalmente, aunque casi nunca tuve nada que ver con las trastadas de mis hermanos. Digamos que muchas situaciones injustas campaban a sus anchas en mi entorno y a mí solo me quedaba aguantarme.
En la última semana volví a sentirme vulnerada. La injusticia volvía a acampar en mi vida, sin solución posible de restitución y esta Irene, mujer adulta de 46 años, volvió a sentirse pequeña.Y es entonces cuando toca rehacerse, reinventarse, reestructurarse y decirse a uno mismo..."Se acabó...Hay que seguir adelante"
Creo que este ejercicio de valentía no está al alcance de muchos. Sería más fácil dejarse llevar por el resentimiento, por la sensación de vengaza kármica que le llegará a todos los que se implicaron en actuar injustamente contigo. Puede que eso consolase...o no.
Así que como se dice, me pongo el mundo por montera y miro al frente. Como he disertado esta tarde con un amigo sobre si pienso en lo que hubiera pasado si hubiera o no hubiera hecho alguna cosa llegué a la conclusión de que no sería la que soy. Y supongo que todas estas circunstancias adversas que se me pegan como lapas en la vida, tienen un sentido en sí, quizás el de hacerme más fuerte, más tolerante, más indulgente.
Podría esperar los resultados para lamentarme o no, pero a estas alturas de mi vida casi prefiero pasar página y readaptarme a lo que viene desde el primer minuto. Es mejor no pensar en que la vida está llena de trampas a las que habrá que ir sorteando a diario y que lo mejor es aprender a saltar. Sólo si algo merece verdaderamente la pena estaría dispuesta a dejarme arañar, encadenar y matar. Pero no va a ser ahora...así que nadie me busque porque no estoy dispuesta a que me encuentren.


Oscuridad consentida

En estos días he conocido personas que, como espejos de mí misma, me han hecho ver la vida desde otra perspectiva. Y no es una perspectiva nueva, pero sí una perspectiva que había olvidado que existía.
Hace mucho que no escribo, es cierto, pero también hace mucho que vivo alejada de mí misma, dejándome llevar por una rutina vital que hace perder el camino que tiempo atrás me marqué vivir.
He conseguido cosas maravillosas y eso hace que sienta que no he perdido el tiempo y que, en cierta medida, he logrado conseguir parte de mis objetivos de vida: el de unir personas.
Ya hace años fui consciente de que uno de estos objetivos que me venían marcados de serie era el de propiciar encuentros entre personas que debían conocerse y yo era, en cierta medida, un punto rojo de encuentro en el que esas almas volverían a reencontrarse años después o simplemente propiciaba que se conociesen.
Tengo grandes ejemplos de personas que se encontraron y caminaron juntas desde entonces porque tomé la iniciativa de reunirnos en mi casa con cualquier excusa, solsticio, cumpleaños, acampadas, noches mágicas, etc. Indudablemente como nada es casual las personas venían predispuestas a vivir intensamente un reencuentro conmigo y con las persona que acudieran a mi llamada. Quizás ese es uno de esos talentos que todos tenemos y casi nunca somos conscientes de poseer. Igual mi talento es conseguir motivar a la gente a hacer reuniones que puedan resultar fructíferas más allá del momento puntual del reencuentro.
Pues bien, habiendo llegado ahora mismo a la conclusión de que uno de mis objetivos de vida, el de ser punto de encuentro, se halla en pleno funcionamiento, pienso en esos otros dos objetivos que en mi interior sé que debo llevar a cabo.
Uno de ellos es el de la comunicación. Tras mucho tiempo con la mordaza puesta por miedo a lo que podría afectarme en algunos ámbitos de mi vida el hablar de determinados temas, me doy cuenta de que ese mutismo impuesto me estaba haciendo mucho daño. Y es que era importante para mí poder decir algunas cosas para ser consciente de que "eso que le digo a otro, es lo que me debo decir a mí misma". Y así permanecía dormida, anestesiada en una vida física y materialista, sin prestar atención a todos aquellos mensajes que venían a mis labios para otros y que me quedaba verbalizar para ser, al mismo tiempo, receptora de los mismos.
Y en estos días he hablado tanto a alguien que era un espejo nítido para mí, que me he dado cuenta de muchísimas cosas.
Cuando alguien no quiere ver evidentemente acaba somatizándolo en el órgano que da la visión. Y llega la CEGUERA. Y si tiene miedo, la espalda baja le hará gritar de dolor. Y ya, si nos callamos el dolor, la soledad, el desasosiego y la amargura, el cuerpo entero entra en shock y nos hundimos hacia la oscuridad más absoluta. Entra la desgana, el encierro; expulso de mi vida a los rayos del único sol que consigo ver, me aíslo de todo lo que me aparte de mi discurso de autodestrucción...y me agarro a lo único que me mantiene al margen de mí mismo...
Es esto lo que he visto en vida ajena y como todos somos espejos...me pregunto...¿será que mis flotadores me han salvado de caer en ese POZO sin fondo? Y con flotadores no me refiero a estos lustrosos michelines que circundan mi abdomen y que tan mal entran en mis pantalones. Me refiero a la fortuna de mis amigos y amigas que siempre están ahí, pendientes de cuando flaqueo, atentas a que no me hunda.
Y he querido poner en práctica mi propósito de vida número 2, el de la comunicación. Y utilizo mi rincón virtual para mandar mi mensaje tanto al viento, como a personas muy concretas que entenderán lo que transmito.
Y por último está el propósito número 3, tan cuestionado y en el que yo misma no pongo toda la fe que debería: la sanación.
Porque si no soy capaz de pelearme conmigo misma para conseguir mi autosanación...¿cómo pretender ayudar a otros?
Así que hoy, aparte de ponerme a enviar Reiki a quien sé que lo necesita en lo más profundo, he usado mis manos conectadas, para autoaplicarme esa energía sanadora que consigo canalizar.
Y el resultado es esta toma de conciencia, este deseo irrefrenable de escribir y expresar todo lo que tengo dentro.
Ojalá consiguiese transmitir lo que quiero a las personas a las que le dedico esta entrada para que se valoren más a sí mismas (intento valorarme), se den cuenta de lo bell@s que son (soy bella), de sus talentos artísticos (escribo aceptablemente bien), y que no están sol@s (tengo maravillosos amig@s). Así sabría que también estoy consiguiendo avanzar en mi propósito número 3.
E igual el resultado es vivir con la visión más clara (aunque sea la interior), con los miedos y culpas fuera de nuestra vida (sin dolores ni angustias) y sobre todo más felices (diciendo adiós a la depresión). Va por ti amig@, para que salgas de tu POZO.

domingo, 27 de abril de 2014

Carta al futuro (desde el pasado)

Hola mi amor. Hoy te escribo una carta en el día en el que cumples 13 años.
Sé que la idea hoy te puede parecer horrorosa pero estoy segura que dentro de unos años podrás comprender muchas de las cosas que hoy he querido decirte. Es difícil entender a un chico de tu edad. Tenemos la triste capacidad de olvidar quiénes éramos nosotros mismos cuándo teníamos 13 años.
El mundo nos parece injusto.  Todo adulto piensa que hay que obedecer sin protestar. Nos parece una pérdida de tiempo dedicar estas horas a obligaciones que  no nos aportan nada. Nuestro cuerpo va cambiando cada día y no podemos comprender muchas de las causas ni de las consecuencias que esos cambios suponen para nosotros. 
Hace 13 años era un bonito viernes de primavera. La situación personal era complicada pero una gran felicidad me embargaba porque quedaba muy poco para tenerte entre mis brazos.
Mis hormonas andaban ya revueltas 2 años porque el embarazo había llegado cuando todavía no me había recuperado del primero Así que muchos de mis pensamientos estaba alborotados pero siempre supe desde el primer momento que te amaría siempre fueras como fueras.
Como niño eras un ser adorable, de grandes ojos almendrados, luminosos y expresivos. Rizos rubios, cuerpo delgado y atlético, sonrisa cautivadora.
Con los años tu carácter fue cambiando y te volviste un preadolescente exigente y chinchorro.
Tu inteligencia desbordante te hizo cambiar y dominar una situación familiar en tu propio interés. 
Y llegamos a hoy, otro 27 de abril. 
Metido ya en la adolescencia tu cuerpo ha crecido. Eres alto, muy guapo y muy rebelde. Hoy solo piensas en la play, un aparato infernal que te hace aislarte de todos nosotros en un mundo alternativo donde los tiros, a puerta o a los adversarios virtuales son todo lo que te interesa.
Hoy hablas como si lo supieras todo y no eres capaz de escuchar lo que tu padre o yo tengamos que decirte para tu bien.
Y sin embargo, a pesar de que en las últimas líneas parece que solo digo cosas malas, sé que eres un diamante en bruto y tienes un corazón muy grande con capacidad para amar mucho, incluso a nosotros.
Me resulta muy difícil escribir esta entrada mirando hacia el futuro más aún cuando intento vivir pensando en que lo importante es el presente. Pero soy consciente de que la barrera de la edad imposibilita que hoy puedas comprender todo lo que te quiero decir. 
No pretendo cambiar nada porque sé que esta es una fase necesaria y que yo también, como madre, debía pasar por ella. 
Hasta que no tienes un hijo (o dos) adolescente no sabes lo que es ser paciente. Son muchas las veces a lo largo de un día en la que te entran ganas de desaparecer por la puerta y no volver hasta que todos estén dormidos, porque la idea de que tus hijos pretendan decir siempre la última palabra te hace hervir la sangre.
Es en esos momentos de gritos, protestas, rebeldías y desobendiencias cuando llegas a comprender que a alguien se le escape la mano y suelte un tortazo a sus hijos adolescentes.
Es en esos momentos en los que la impotencia te hace morder los puños para contener la rabia que te supone sufrir faltas de respeto y no saber cómo salir del atolladero.
Es en esos momentos en los que piensas que habrías sido más feliz sin hijos, viviendo como cuando tenía 25 años, sin responsabilidades ni obligaciones hacia nadie que no fueras tú.
Es en esos momentos en los que te sientes frustrada porque no has conseguido formar a tus hijos como personas rectas y respetuosas, colaboradoras u ordenadas, cariñosas o responsables.
Pero aún así  el amor que te llena el alma al pensar en tus hijos borra y formatea todo lo malo de tus pensamientos y solo te apetece dar las gracias por tener estos hijos tan especiales en tu vida.
Porque, hijo mío, tú eres mi maestro cada día. Porque tú, hijo, me enseñas a controlar mi carácter cada día. Me llevas hasta el límite y me haces volver al inicio. Me haces subir y bajar, decidir y claudicar. Pero sobre todo me haces amar incondicionalmente y ese amor lleva asociado el sufrimiento. Para sanar es necesario pasar por muchas experiencias y tú, hijo, me haces mejorar interiormente día a día.
Hoy solo te dije "felicidades". Ni te di regalos, ni te preparé fiesta, ni organicé nada especial, te hice estudiar, ordenar la ropa y tuvimos un par de encontronazos, como cualquier otro día. Apretaste los dientes muchas veces y tuve que controlar mis manos para no manotearte por tu actitud.
Pero hoy, Riki, querido hijo, tenía que decirte que te quiero desde lo más profundo de mi corazón. Desde el día que descubrí de tu presencia en mi interior te amé como ni siquieras podrías sospechar, porque solo se ama así cuando se es madre o padre y yo solo llevo 14 años en este papel.
Solo espero que dentro de 5, 10 o 15 años puedas leer esta entrada y una sonrisa ilumine tu cara por este mensaje de amor de tu madre, desde hoy, tu pasado y mi presente. El amor es infinito...


martes, 25 de marzo de 2014

Recuperando mi sitio

Me recomendaron que debía ponerme a un nivel más bajo. Que fuese de nuevo pequeña frente a ti. Me dijeron que, por momentos, yo era la grande y no era el lugar que me correspondía. Yo, soy la pequeña, la niña, la hija. Tú, la grande, la madre...
Así que ayer te lo pedí: -  Madre, tengo que recuperar mi sitio. Necesito que me cojas en tus brazos y me arrulles como a tu niña pequeña.


Ella, solícita, no se negó.
Hinqué mis rodillas en el suelo y me acurruqué entre sus brazos.
Sentí sus besos en mi frente como nunca nadie me los había dado. Me arrulló y me dijo palabras de consuelo a su niña, unos te quiero sentidos desde el alma.
No lo pude remediar. Las lágrimas acabaron rodando por mis mejillas, como hacen ahora con mucha frecuencia.


Te sentí por primera vez en mi vida como madre. Sentí que era importante, que era la niña y que era amada.
Gracias mamá, por ser tan grande y haberme hecho sentir otra vez una niña pequeña que recibe un cariño que antes nunca percibí. Tus palabras de lamento por el tiempo perdido, en el pasado, por el trabajo, para darnos todo lo material, vinieron a reconfortarme hasta lo más profundo de mi alma. Tu arrepentimiento ante las ausencias colmaron de gozo el alma de niña pequeña que sentía que su madre nunca estaba.

He comprendido lo difícil que es ser madre. Yo con solo dos hijos pero ejerciendo como madre para muchos más, he de recuperar mi sitio y ayer di un paso de gigante en mi evolución.

Ahora tengo que ir soltando los lastres que no me corresponden para avanzar. Soy madre por dos veces, solo por dos, y he de ir dando a cada uno el lugar que le corresponde en el sistema familiar que me rodea.

Gracias a Luhé por la charla sobre pedagogía sistémica que me dio el sábado. Me abrió los ojos, los del interior, los que siempre me marcan el camino. Gracias a Manoli, por haberme hablado de la biodescodificación y de lo importante que es conocer las circunstancias de nuestros antepasados y gracias a Andreína por haber facilitado que volviese a despertar con su toque mágico y las buenas compañías que la rodean.
Hoy, por fin, soy hija y me siento gozosa.

jueves, 20 de febrero de 2014

De repente...una vida.

En estos días ando inmersa en la dulce tarea de reencontrarme virtualmente con cientos de personas que pasaron durante algún tiempo por mi vida. Son aquellos chicos y chicas, hoy hombres y mujeres, que pasaron por mi lugar de trabajo desde que tenía 14 años, lugar donde nací y lugar donde viví durante los primeros diez años de mi vida.
Un colegio que mis padres fundaron hace más de 50 años y que sigue formando a muchos niños que llenan sus aulas de alegría y energía maravillosa.
 Allí pasaron muchas horas cientos de alumnos que en estos días se están reencontrando a través de las redes sociales y una fiebre de felicidad compartida nos está llevando a todos a compartir fotos, recuerdos, anécdotas que, cuanto menos, estremecen los sentidos y emocionan al corazón.
En estas dos semanas y a través de la memoria compartida, he recordado las sesiones que pasamos preparando una obra de teatro sobre los dioses griegos. Allí cual Uranos, Aracnes, Apolos y Venus los chicos y chicas prepararon un vestuario con restos de sábanas y telas que madres, confiadas o resignadas, donaban para la causa, decorados con restos recogidos por polígonos de Sevilla, o grabaciones para no tener que preocuparnos de si se olvidaban los textos de aquella faraónica obra que fue representada una única vez.
Y fue la primera.
Tras aquella experiencia durante el centenario de Mozart nos atrevimos a representar un fragmento de la película Amadeus. Pertrechada con las cornucopias y sillas de pan de oro de mi madre, recabamos vestuario del Centro Andaluz de Teatro, compramos algunos disfraces y pelucas blancas y nos atrevimos a emular las rencillas entre el ilustre compositor y su contrapunto el maestro Salieri.
He de reconocer que no es fácil motivar a chicos y chicas de quince años para que se metan en esos papeles que le son tan ajenos, pero creo que la satisfacción del aplauso de esa única representación compensa todos los sacrificios del proceso de montaje.
Por último, hace ya unos cuantos años, otro grupo de valientes y yo nos atrevimos con lo  más difícil.
Quisimos representar una clase de historia en la que un profesor le soltaba ciertos pasajes a sus alumnos y uno de ellos, adormilado, soñaba de una manera un tanto adulterada, una versión de la historia en clave de humor. La obra, creada por la que escribe estas líneas, parodiaba a algunos personajes de la historia y con varios pasajes en verso, combinaba la música, los bailes y los vesturarios de los siglos XVI y XIX
La frustración por no haber podido grabar las otras dos obras me llevó a ser más cautelosa esta vez, y todos nos esmeramos en que el esfuerzo realizado quedase registrado para poder ser compartido. Así que nuestra Clase de Historia se encuentra debidamente registrada en youtube para quien quiera reverla.
Son tantos los recuerdos que están llegando a estos días, que he querido ir lo más atrás posible. Como dicen en Toy History...hasta el infinito..y más allá.
Y con ello me perdí en los baúles de mi madre en busca de fotos antiguas. Y hallé verdaderos tesoros de cuando el colegio ni siquiera era colegio.
Ya sabíamos que en el solar donde se construyó la casa que hoy acoge al colegio se hallaba, hace unos siglos ya, el Palacio de los Condes de Castellar, lugar donde vivió Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI de Castilla, y madre de muchos hijos de este rey, entre ellos el que sería Enrique II de Castilla, primer rey de la dinastía de los Trastámara. Su hermanastro, Pedro I, el Cruel o el Justiciero, era el hijo legítimo de Alfonso XI y murió a manos de su sucesor Enrique, como venganza por el asesinato perpetrado por Pedro I de varios de sus hermanos.
Así que, muchas veces, y en un ejercicio de meditación histórica, imagino el tiempo correr hacia atrás, y, desde el mismo lugar físico, creo sentir toda esa historia pasando por mi vera.
Imagino a Enrique, junto con sus hermanos, corriendo por los pasillos de una gran casa, asomándose a unas ventanas que dan al Palacio de Dueñas, vecino del de los Condes de Castellar.

 De la misma manera, en la casa que se construyó después y cuyas imágenes se ven en esta larga entrada, yo misma, junto con mis muchos hermanos, jugábamos por los pasillos y observábamos desde el que fue cuarto de mi madre, el mismo Palacio de Dueñas.
Esos árboles no son los mismos que vieron en el siglo XIV los primeros Trastámaras, pero sí la misma luz del sol de Sevilla sobre los tejados de una Sevilla maravillosa.
 Y porque es mi propia historia, la emoción que siento en estos días se acentúa al compartirse con tantas personas que reaparecen e incrementan la energía del pasado.
Ahí, justo al final de esta escalera, estaba mi cuarto, el dormitorio donde dormí los primeros diez años de mi vida. Todavía hoy, al mirar el suelo de esa clase, y las maderas que la circundan, puedo recordar a una Irene pequeña, jugando con una muñeca regordeta en las figuras geométricas del suelo rojo y negro.
He de reconocer que ahí está una gran parte de mi vida. He sido feliz, he sufrido, he aprendido, he amado, he crecido, he enseñado...
Y espero poder seguir haciéndolo durante muchos años más.
No creo que mis padres cuando fundaron el Colegio imaginaran que 50 años después algunos de sus hijos, ni siquiera concebidos por aquellas fechas, seguirían sus pasos en el mundo de la enseñanza.
Ya pasaron por aquí miles de sevillanos, andaluces, españoles y extranjeros y estoy segura, como estoy comprobando en estos días, que todos se llevaron un recuerdo agradable de su paso por estas paredes, maravillosamente decoradas con azulejería artística, sin duda, pero sobre todo, impregnadas de un cariño que es difícil de ser olvidado.




viernes, 31 de enero de 2014

Un baúl inacabable

En estos días estamos inmersos mis alumnos y yo en la elaboración de poemas para conmemorar a finales de febrero el día de Andalucía.
Para motivarlos a que participen he decidido dedicarle unas cuantas horas a esta labor, y hemos estado leyendo poemas diversos, de autores conocidos y otros desconocidos. Hasta me he atrevido con poemas propios que están publicados en este mismo blog.
Y tras un poco de estudio relacionado con la métrica, la rima y las figuras retóricas nos hemos puesto manos a la obra.
Al principio les ha resultado muy difícil el decidirse a escribir. Les da reparo poner sus almas a descubierto, y sienten que al escribir un poema las risas surgirán del resto de sus compañeros y no quieren pasar por tal humillación.
Entonces he abierto mi baúl. Ese baúl inagotable donde busco la inspiración.
En la capa de arriba estaban los temas...He orientado sobre qué podrían escribir y he improvisado versos, algunos serios, otros graciosos, unos con rima y musicalidad, otros planos pero cargados de mensaje.
He visto bocas abiertas al comprobar cómo salían, de repente, palabras encadenadas barajadas al aparente azar y formando línea tras líneas de poemas que antes no existían.
Hasta yo misma me he sorprendido de la capacidad que atesoraba para versar hasta las más absurdas ideas.

Y así, poco a poco, mis alumnos han empezado a pensar. Han barajado sus propias ideas para crear, también de la aparente nada, sus propios poemas.
Con pequeñas correcciones gramaticales y variando unas palabras menores por otras, sin restar la esencia de sus propias ideas ellos...han creado.
Y les ha encantado sentirse creadores.
Así que ahora toca seguir profundizando en ese baúl que nunca se agota para extraer las palabras más bellas, las ideas más hermosas y los finales más sorprendentes...Me apunto.

martes, 28 de enero de 2014

A la búsqueda de "Ción"

"Ción" no es ningún sitio, ni nada real. He tomado este nombre inventado, que recuerda a Sión y a los sionistas pero nada tiene que ver con ello. Mi "ción" es mucho más simple, más cercano y lejano a la vez. Es el cúmulo de cosas que se dejaron sin hacer, o que se comenzaron y se pararon en seco, sin camino dibujado por el que discurrir.

En mi "Ción" viven muchas palabras que evocan sentimientos, esperanzas, sueños inconclusos.

EmoCión es una de las cabecillas de mi ciudad imaginaria. Emoción me alegraba la vida, hacía mi corazón latir con fuerza. Era fácil andar con ella y me proporcionaba una gran felicidad. Me gustaba vivir con emoción pero un día partió lejos y no volví a saber de ella.

MotivaCión también estuvo un tiempo muy cerca de mí. Hace tres años fue cuando más nos relacionamos. Tenía una motivación increíble para hacer cosas y sobre todo para quererme a mí misma. No había reto que me supusiese obstáculos insalvables porque la gran Motivación me acompañaba cada día.

ExpectaCión tenía ciertas manías que no me gustaban. Me pinchaba continuamente para que pensase en el futuro y me alejase del presente que vivía. Por culpa de la expectación que el futuro me deparaba fui alejándome de Emoción y Motivación comenzó a cansarse de mí. Dejé que Expectación ganase la partida y poco a poco comencé a vivir sin Emoción.

Como Motivación sintió que ya no era necesaria...se fue marchando un poco más cada día. Sus ayudantes, visitantes de Ción, Ilusión y Alegría, la convencieron para que marchase de mi lado, porque había dejado de sentir que tocaba vivir el instante, siempre con la sombra de un futuro que se fue nublando cada día más.

Así que pronto llegaron nuevos visitantes a "Ción": Inacción, instrospección, con otros visitantes Desilusión, Tristeza y me fui olvidando del lugar tan bello que un día creé.

Hoy he vuelto a recordar que desde este rincón pude hacer mucho por mí para atraer la Emoción y la Motivación a mi vida. A través de las letras que emanaban incontroladamente de mis dedos, martilleadores de un teclado que susurra golpecitos cadenciosos, conseguí, tiempo atrás, sentirme plenamente feliz. Incombustible y luchadora como nunca.
Conseguí casi todo y me quise como pocas veces en mi vida.
Me dejé ganar la partida, pero sigo teniendo estos dedos, sigo queriendo ser feliz, sigo queriendo emocionarme y motivarme para recuperar la alegría que me sacudió y enamoró pocos años atrás.
Es cierto que la vida no me dio todo lo que deseaba, que muchos sueños se quedaron sin cumplir, que barreras infranqueables limitaron caminos que anhelaba desde lo más profundo. Es cierto que he vuelto a ocultarme tras centímetros de piel y carne para que pocos puedan acceder a mi interior. Es cierto que ya no me miro al espejo con la ilusión con la que lo hacía hace tres años. Sí, todo eso es cierto, pero también es cierto que sigo sintiéndome querida por personas para las que soy muy importante; es cierto que sigo siendo una mujer fuerte y que me queda mucho combustible por quemar; es cierto que puedo conseguir lo que me propongo porque ya dijeron hace mucho que lo imposible solo requiere más tiempo.
He buscado ese "Ción" amable que me envolvió hace tres años.
La vida da muchos reveses pero hay tanto por lo que vivir. Y una vez más me pego chorlitos a mí misma para que vuelva los ojos hacia adentro...¿dónde si no?...Está todo ahí, pero he sido cobarde. Sigues siendo la misma...sigo siendo la misma...
Debería dejar de buscar Emoción o Motivación fuera de mí, ya que ellas se fueron a habitar dentro, ahí, junto al corazón, esperando que un día, quizás hoy, vuelva a mirar hacia allá y las vea. Las echo terriblemente de menos, las necesito...me queda buscar dentro, abrir con mis llaves el corazón cual caja de Pandora y seguro que ya las tengo.


viernes, 17 de enero de 2014

Las de cartas de amor que dejaron de escribirse

Como dije en la primera entrada de este blog, hace ya muchos años, la inspiración es como una ola que viene cuando menos te lo esperas y te retumba dentro de forma que si la dejas pasar, esos pensamientos que surgieron de repente, se quedan olvidados en el limbo, si es que este existe.
Hoy empecé a sentirme mal porque un alumno con síntomas claros de constipado y/o gripe empezó a toser delante de mi cara. Pensé...hoy caigo mala, seguro.
Efectivamente los síntomas empezaron también en mí, primero estornudos, frío intenso, malestar en el estómago. Y antes de tomar nada o ir al médico donde seguramente contraiga con seguridad alguna otra dolencia, decidí chutarme un ratito de esa bonita energía de la que hablé ya hace mucho y que es el Reiki.
No es que sea muy constante en la autoaplicación de esta energía que sana en todos los planos del ser humano, y por ello puedo lamentar el tener ahora bastantes kilos de más y un poco de desánimo general.
También es cierto que yo soy una persona de SOL, de verano y de calor, y estos días mustios del invierno aflojan mi estado de ánimo hasta puntos muy bajos.
Pero bueno...para variar me estoy yendo por las ramas, así que vuelvo a mi improvisada sesión de Reiki en la hora que tengo libre los viernes. Durante ese proceso me vinieron a la cabeza imágenes de otras épocas de mi vida.

En esa época, durante una década, hace ya casi 25 años, mis circunstancias vitales me llevaban a escribir continuamente cartas de amor para mantener una historia a la distancia. En esas cartas que escribí quedó gran parte de la Irene que era y que en algunos aspectos sigo siendo. Aquellos folios deben estar ya amarillentos en alguna caja de zapato de mis estanterías (si tuve la suerte de recuperarlas al acabar la relación) o son conservadas por los destinatarios de las mismas como mudos testigos de amores que murieron. Es posible que incluso fuesen enviadas a la basura cuando esas personas retomaron sus vidas sin mí. Pero en cualquier caso son reliquias de un fragmento de mi alma, joven, que se plasmó en papel.
Sin embargo hoy en día las cosas han cambiado.

Muchas cartas de amor dejaron de escribirse.

Cartas a las que marcar con besos adolescentes de labios pintarrajeados con carmín hurtado a las hermanas mayores. Cartas con tinta corrida en las letras, por haber sido impregnadas de perfumes o colonias, en un intento de trasladar al amado olores familiares. Cartas en las que llorar la lejanía, el silencio, la ausencia de respuestas...en las que desmenuzar los sentimientos como no se puede hacer por el teléfono ni en persona.

Las nuevas tecnologías han hecho morir a esas cartas de amor en las que se recogían momentos intensos de nuestras vidas, pedacitos de alma que se dejaban sintetizar en un intento maratoniano de plasmar algo inmaterial como los sentimientos, buscando palabras imposibles que sufrieran, sonrieran, respiraran, suspiraran, anhelaran como nosotros.

Echo de menos aquellos momentos, no solo en los que amaba profundamente, con ilusión, sino en los que destripaba mi alma para mi amado, desde lo más profundo, para tratar de fundir su alma a la mía y buscaba las palabras más bellas que se me ocurrieran para intentar expresar esos sentimientos.
Y creo que ahora, desde la segunda década del siglo XXI, por mucho que mis sentimientos volvieran a ser los de aquella adolescente o de mujer joven, seguiría la corriente de mis tiempos y escribiría emails de amor, Whatsapps de amor, sms de amor...pero no aquellas cartas.
Creo que hemos perdido mucho...