sábado, 30 de marzo de 2024

Disney y la Torre de Babel.

Voy deambulando por Disneyland París y en un momento dado me he visto en el momento de la historia que marca la diversidad de las lenguas y que nos lleva a la Torre de Babel. Al haber dejado al grupo a su aire, la visita a Disney transcurre en solitario y las percepciones desde este nuevo prisma son muy diferentes a las que viví cuando vine con mis hijos pequeños. Miles de familias,  de todos los colores, de todos los países pasean con sus hijos hablando una diversidad de idiomas que le dan aún más colorido a este lugar. Afino mi oído para tratar de entender lo que dicen en italiano, portugués, francés o inglés, idiomas que tengo la necesidad de aprender o perfeccionar en este nuevo periodo de mi vida laboral. A los alemanes no los entiendo aunque ponga todo el empeño del mundo. Y me siento una privilegiada por poder estar cada día en un lugar nuevo, compartiendo mi vida con muchos seres humanos diversos que me permiten inspirarme en la condición igualitaria de todos para escribir y me hacen entender que la mayoría de la gente es feliz cuando ve sonreír a sus hijos. Y se comparte la ilusión de un sueño realizado en este sábado de Gloria de cientos de personas que están a miles de kilómetros de su casa. 
Me siento en un banco simplemente a observar a esas familias pasar de camino a la siguiente atracción y me digo a mí misma ¿Cabe mayor satisfacción y felicidad? Estoy trabajando, me pagan por pasar un día en Disney, observando la felicidad y acrecentando la propia. Espero que llegue el día en que mi cerebro desenmarañe ese batiburrillo de las lenguas de Disney y consiga, por fin, observar no sólo con los ojos

lunes, 25 de marzo de 2024

El primero de muchos

Amanece el último día de mi primer viaje como guía acompañante por Europa. Explicar la emoción que me embarga es complicado hasta para mí, que me jacto de transmitir por escrito y con bastante tino las emociones propias. Porque ha sido una vivencia increíble que me ha mantenido feliz todo el tiempo, algo que no experimentaba desde mi primera infancia.
Será la suerte del principiante, o el simple hecho de comparar una vida con la otra en el plano profesional. 
Y he disfrutado hasta el infinito, he descubierto que, si me lo propongo, no tengo limites para mí misma porque amando el trabajo que se desarrolla se puede ser feliz.
Es cierto que se echa de menos la pausa de la vida anterior, esos momentos de no hacer nada y que desconozco desde que tomé la decisión de cambiar mi vida. Pero tengo que reconocer que al menos en este viaje ha merecido la pena.
No ha sido fácil, lo confieso, sobretodo para mí que soy lenguaraz y tiendo a abrirme inmediatamente a quien me cae bien. He me he contenido, y he tratado de ser profesional sin dejar de ser yo, y he visto reconocido mi trabajo con muchas sonrisas ¿Qué más puedo pedir? 
No sé si él siguiente viaje, que comienza mañana, será como este ni si ese ángel que vela por mí me seguirá guiando e inspirando  para ser una buena persona que acompaña a otras cientos a vivir su sueño. 
Me lanzé a una piscina desconocida y estoy aprendiendo a nadar en ella. Hoy, por fin, creo que he aprendido a flotar y, si Dios quiere, cada brazada que dé a partir de hoy me permitirá seguir avanzando en esta profesión y podré, al llegar a casa, estar orgullosa del trabajo realizado. 
Gracias a todos mis viajeros que decidieron leer esto. Todos forman ya parte de mi vida y solo les digo una cosa...a seguir siendo felices.

lunes, 11 de marzo de 2024

El día que seguí la flecha

El día 2 de febrero de 2024 es el día en el que, finalmente le di un volantazo a la vida e inicié el giro vital que necesitaba. Escribo estas líneas el día 3 recién empezado y no sé cuándo las publicaré, porque antes de aventurarme a contar el curso de mis decisiones tengo que haber andado un trayecto para confirmar mis pasos en este camino, nuevo, pero también firme.
Parece increíble que con 56 años me haya atrevido a dar este paso, pero desde hace meses una gran flecha verde me marcaba una salida clara del camino, alejándome del certero abismo al que me asomaba. Y hoy (bueno, técnicamente ayer) pude decir con convicción ¡Me voy! ¡Hasta aquí llegó este viaje de casi 42 años de trabajo ininterrumpido! En el mismo lugar que me vio nacer, crecer, desarrollarme profesionalmente, llorar ante las injusticias y salir con fuerza para convertirme en la mujer que soy.
La vida me ha brindado la oportunidad de honrar a mi hermano y a mi padre después de varias décadas, haciendo algo que se convierte en un gran reto para mí y que ellos hacían de una manera sublime. Lucharé por tratar de llegar a su altura pero sé que el reto es difícil porque tenían una luz especial.
Dejo aquí este texto, guardado en borradores, a la espera de comenzar este nuevo recorrido de mi vida...


Ya es 11 de marzo y tras este mes de emociones diversas retomo el camino que dejé hace mucho tiempo pero que siempre anhelé volver a transitar. 
No digo que vaya a ser más difícil que cuando lo anduve hace tiempo, porque la tecnología ha avanzado mucho desde aquellas veces, pero tampoco soy la jovencita que se esforzaba por ser eficiente con medios escasos. Ahora tengo experiencia, de la buena y de la mala; bagaje cultural a mis espaldas que me facilitarán exponer cosas interesantes; se me da bien la tecnología y sé valerme de ella; puedo expresarme oralmente con facilidad y, sobretodo, me ilusiona y me encanta ser  partícipe en la construcción de los sueños de muchas personas. 
Hoy cuesta conciliar el sueño cuando los propios sueños comienzan a hacerse realidad. 
Atrás queda toda una vida y se cierra un círculo increíble de vivencias. Muchas despedidas que serán un hasta pronto indefinido y muchos reencuentros virtuales a raíz de este cambio de rumbo. 
Quisiera retomar este blog para contar todo lo nuevo ya que en él habitan todas las Irenes que he sido desde hace 15 años, y la que está por nacer quiere expresarse de nuevo. 
Quiero que la Irene escritora se nutra de las nuevas experiencias y retome las novelas inacabadas desde una vida que no invitaba a la creatividad. Quizás eso también cambie. 
Hoy daré un paso adelante y confío en que los que velan por mí guiarán mis pasos en la dirección correcta.