sábado, 31 de diciembre de 2016

Los cincuenta que se vienen

Ya mañana será 2017. Y con ese día se iniciará el año en el que cumpliré medio siglo de vida si es que llego hasta agosto.
Y ambas cosas deben ser revisadas por esta pensadora de chichinabo que escribe en este blog.
En un año acabado en 7 nací, y con muchas dificultades para mi alimentación, salí adelante.
Desde entonces como todos y cada uno de los que posáis vuestros ojos en estas líneas, me dediqué vivir, a veces bien, a veces mal. Amando y siendo amada. Reconociendo y siendo reconocida.
He transitado por esta vida desde que fui concebida hace ya un poco más de 50 años. Tal día como hoy ya sería noticia para mis padres..."Otra vez embarazada, y van siete. Esta vez toca niño", pensarían mis progenitores... Pero fui mujer en casi todos los aspectos externos e internos. Y digo en "casi todos" porque hay una parte de mí en la que me siento con características masculinas en el sentido social de esa palabra. Y ni es bueno, ni es malo, pero forma parte de mí y me hace sentir humana, a secas.
Cuando llegas a estas fechas de fin de año y de comienzo de otro en el que de nuevo redondearás cifra tratas de pensar en qué hiciste los últimos 10 años que fuese importante para ti. Miro atrás y veo a una mujer que ha tenido que enfrentarse a muchas dificultades, que ha tenido que pelear y defenderse para sobrevivir, que ha amado profundamente y se ha sentido muy querida por muchos y buenos amigos (permitidme usar el masculino para referirme a hombres y mujeres, tal y como aprendí, que ya bastante me satura el "todos y todas" en el trabajo).
En esencia todas las dificultades han sido experiencias de aprendizaje y muchas de ellas están recogidas en este blog que ya tiene 8 años de vida...
Hoy soy una mujer con la maleta cargada de cosas buenas, que ha sabido sobreponerse a momentos de dureza y ha perdonado lo que se podía perdonar. Por el camino perdí familia, unas por muerte física y otras por muertes emocionales, perdí amigos que decidieron seguir senderos divergentes al mío pero a los que no supe retener... Y tuve que dejarlos ir.
Y para compensar esas pérdidas la vida me regaló amistades nuevas y pude conocer a familia que, aun cercana en sangre, era lejana en distancia. Y esas almas que aparecieron son más compatibles conmigo que las que marcharon, porque no llegaron cargadas de artificios, sino con su propio camino transitado y sus experiencias vividas, libres de prejuicios y dispuestas a dar y recibir amor.
En el cómputo global de la vida no me puedo quejar, sería ingrata e injusta. Valoro cada instante de mi vida porque soy consciente de que soy una privilegiada del primer mundo a la que no le falta nada de lo esencial.
A 2017 quiero pedirle lo que todos deseamos. Que cada ser humano tenga una guerra consigo mismo en la que la parte buena venza a la mala y todos nos demos cuenta de que es más constructivo amar y respetar que luchar por imponer ideas, religiones, opciones sexuales, tendencias en general. Solo así llegaría el equilibrio.
2016 quedará marcado en el calendario porque nacieron mis sobrinos, hubo reencuentros maravillosos, viví momentos de felicidad plena y aprendí muchas cosas nuevas.
2017 viene cargado de cosas buenas. Ya lo veréis...