martes, 18 de agosto de 2015

Y van 48 y aquí sigo

A pocos minutos de las 12 parece increíble que a mis casi 48 años todavía sienta ese hormigueo de emoción al llegar mi cumpleaños. A pesar de ser ya permanentemente saludada como señora/usted, etc...y saber que los 50 están a la vuelta de la esquina, todavía me emociona cumplir años.
Este año lo voy a pasar en Pinilla, rodeada de amigos y familia que están en mi vida desde hace mucho, desde la adolescencia y que me hacen sentir muy querida a pesar de los pocos días que paso aquí cada año.
Toca hacer análisis. Antes los hacía en folios que andarán amarilleando por las múltiples cajas de papeles que guardo por mi casa.
Ahora, con la existencia de mi blog, rinconcito de mi alma expuesto al destripe o admiración de quien se pasa a leerlo, mis pensamientos quedan más expuestos, pero sé que la mayoría de los que se pasan a leer lo que comparto me quieren y aprenden a conocerme y a entenderme.
Si lo miro con detenimiento 48 es un número bonito. Me gusta cumplir años pares. En mí ya hay 4 niñas de 12 años, 2 chicas de 24, una mujer de 48, y muchas niñas pequeñas, adolescentes locas por vivir...La Irene de hoy es la fusión de todas esas otras Irenes y sus experiencias vitales.
La Irene de hoy es una mujer mucho más feliz, aunque tenga mucho menos. Con hijos a los que querer de corazón pero con los que no sé entenderme. Con amigas que son hermanas y hermanas que no son amigas. Con amigos que son compañeros pero con compañeros que no son amigos. Me rodeo de energía blanca, brillante, revitalizadora y me protejo de energía vampírica, ennegrecida, desmotivadora.
Soy un cúmulo de personas en una sola. Sé quién soy y sé lo que valgo. Si algo me han dado los años es la seguridad de que voy camino de ser la mejor versión de mí misma. Dudo de que algún día llegue a serlo, pero en el proceso me voy enriqueciendo.
Me he dado cuenta que tras muchas vueltas la vida me vuelve a regalar a amistades que pensé que habían quedado atrás. Tan mala no debo ser si, tras haberme equivocado, estas amistades vuelven a mi corazón. He sido una histérica, una déspota, una amargada, una desagradecida. Soy desordenada, gritona, fofa, hortera. Pero lo soy y aún así creo que me gustaría tener una amiga como yo. Se ve que vamos avanzando...
Para este año que inicio en unos minutos pido algo sobre todas las cosas: Salud para la gente que quiero. Tras la dureza de ver enfermar personas muy amadas y admiradas me he dado cuenta de que realmente puedo vivir con mucho menos. No me importa dormir en un colchón en el suelo o comer siempre de marcas blancas o sin mucha sofisticación, siempre y cuando al acostarme sienta que todo está bien: mi familia está bien, mis amigos están bien, sanos.
He aprendido a dar las gracias cada día por lo generosa que es la vida conmigo, porque siempre tengo para comer, para vestirme, tengo un trabajo que me encanta y que es un reto para mí cada día, me siento superquerida por muchísima gente ¿Es justo que me queje?
Es cierto que quisiera que mi hijo estudiase más y fuese más respetuoso, que mi hija apreciara más el esfuerzo que hacemos por ella, que mis compañeros de trabajo valorasen lo que hago, mis ideas, tener una pareja que me ame y a quien amar apasionadamente. Pero aun no teniéndolo puedo sentirme plena.
Aparco los miedos cuando se presentan, porque se presentan... Me repongo de las desilusiones que llegan...porque llegan... Me levanto cada día con ilusión, en un reseteo constante que es necesario para gozar plenamente de la lluvia, del sol, del calor, del frío, de la compañía, de la soledad, del llanto o de las risas.
Por adelantado doy las gracias a todas las personas que me deseen felicidad en este 18 de agosto. Soy feliz, sin duda. Será por tantas felicitaciones...Gracias por quien me brinda su amistad, por quien me recuerda con cariño por haberle dado clases y no ser solo una transmisora de conocimientos, sino algo más. Gracias a mi familia de sangre y de alma.

Espero poder llegar al año que viene y volver a deleitaros/agobiaros con otro rollo como el de hoy, cuando esté liquidando la década de los 40. Pero por si me quedo en el camino os digo que hoy por hoy me siento feliz y satisfecha conmigo y con mi vida, porque sois vosotros los que habéis conformado a esta señora de 48 tacos llamada Irene.