jueves, 18 de agosto de 2022

Mis 55

Destrozar un lienzo en blanco cuando la mente es un caos de ideas desorganizadas pugnando por recolocarse para expresar algo coherente, es una responsabilidad importante, por mucho que el tapiz de mi escritura sea virtual y exista la opción de borrarlo todo y dejarlo igualmente impecable. Pero le vamos a dar la oportunidad a mis ideas de ir saliendo una a una porque hoy es un día importante. Siempre lo es cuando cumplo años y es bueno que me pare a reflexionar un poco sobre mi vida. 
Este año ha sido duro. Las pérdidas han dolido en el alma y he tratado de reconstruirme porque necesitaba ser fuerte y pilar de otras vidas cercanas. Siento que ahora camino más sola pero menos miedosa y reconozco que tras los palos añadidos parte de la Irene que era, dejó de ser.
Sé que es momento de cerrar ciclos que comenzaron hace décadas, despedirse de personas en vida porque los caminos tienen que separarse necesariamente para que logremos cierta sensación de felicidad y libertad. Se dio mucho y se agotó todo.
He llegado a la cifra sin retorno. Hasta ayer si invertía las cifras de mis años podía imaginarme más joven al jugar con los números. Hoy entré en los 55 y ese juego ya no vale. Voy camino de la madurez, antesala de la ancianidad y es momento que retome las riendas de mi vida sola. 
Mis hijos casi vuelan solos y el nido se está vaciando casi sin darme cuenta. Y es cuestión de tiempo, de poco tiempo, que deba acostumbrarme a una vida distinta: tiempo para reencontrarme conmigo misma con mis amigas con mi novela, con mis reflexiones. Porque esto de la vida va tan deprisa que no queda tiempo para perderlo. Feliz cumpleaños a mí misma. Bienvenida a la nueva vida.