jueves, 23 de septiembre de 2010

Contraataque


La vida me sigue dando golpes.
Pero ya no me hieren porque encontré la paz interior que necesitaba para quererme a mí misma y la fuerza suficiente para enfrentarme a la situación desde la honestidad.
Últimamente vuelvo a sentir que todo se mueve a mi alrededor a otro ritmo y que algo superior a mí me va guiando.
Las fuerzas negativas atacan una y otra vez. Y yo he aprendido a contraatacar siendo la mejor persona que me siento capaz de ser. Seguro que así no me derrotan.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El tiovivo


La vida es como un tiovivo.
Cuando para solo tienes un instante para elegir el caballo en el que quieres montar y no hay mucho tiempo para reflexionar y saber a dónde te llevará ese caballo.
Y comenzarán las vueltas, una tras otras, y te desorientarás.
Si miras hacia los lados todo pasa muy deprisa y no eres consciente de que cada vuelta que das montada en ese ser inerte pero móvil, te aleja más y más del lugar a donde querías ir.
Para cuando el tiovivo vuelve a parar los caminos dibujados en nuestros sueños se han emborronado y no sabemos muy bien qué hacer. Podemos bajarnos del todo y tratar de mantenermos al margen, viendo como el tiovivo sigue dando vueltas, cumpliendo otros sueños, otras metas, ajenas a nosotros. Pero así no evolucionamos.
Podemos observar con interes, analizando los demás caballos, qué trayectoria se ha marcado y el grado de felicidad del ser humano que lo monta. Analizándolo podemos esbozar el tipo de caballo en el que queremos montarnos y una vez decidido esperar en la barrera para echar a correr en cuanto el tiovivo pare y poder coger nuestro caballo antes de que alguien se nos adelante.
En este tiovivo todo el mundo corre más deprisa que yo. He montado varios caballos y cada uno ha desorientado más mi vida. También me he mantenido observando pero los seres que subían al caballo que yo deseaba se encargaban de orientarlo hacia mí, fuera de sus anclajes para pisotearme.
Supongo que, como en todo, toca esperar a que el tiovivo vuelva a parar y que, por fin, el caballo que me llevará a una vida mejor esté a mi alcance y pueda tomar las riendas para sentirme una auténtica amazonas

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Yo y mi mobbing


Siempre me tuve por una buena persona. Nunca hice daño a nadie a sabiendas, aunque soy consciente de que alguna de mis decisiones en el pasado pudo herir a alguien. También es cierto que durante un tiempo fui marioneta inconsciente y unos hilos consiguieron manejarme sin que yo me diera cuenta. Pero eso no me hace mala persona.
Hoy sin embargo quiero hacer una confesión por mi propio bien. Estoy siendo acosada.
Si, sé que es muy fuerte que lo escriba aquí, en mi rincón, pero creo que hacerlo me ayudará a enfrentarme mejor a la situación que estoy viviendo.
Ya me lo dijeron durante el curso anterior. Más de un experto de los que visité el año pasado durante mi baja me dijeron que estaba sufriendo "mobbing" e incluso alguno me dijo que lo que yo estaba padeciendo era "de manual".
En aquel momento lo dejé pasar y traté de rehacerme como persona, valorarme a mí misma y en el éxito de la recuperación de mi autoestima tuvieron mucho que ver el apoyo de mis alumnos, de los padres, de mis amigos y de este mi blog. Con todos ellos fui recuperando la autoestima que determinadas personas se habían encargado de minar poco a poco.
Y comenzó un curso nuevo. Como muchos de mis seguidores saben estaba ilusionada, llena de ganas de volver a darme a mis alumnos con el mismo cariño e interés de siempre. Ya casi había olvidado lo que me esperaba.
Pero han tardado poco en recordármelo.
Para quien no lo sepa dejo un enlace sobre lo que es el mobbing y lo que se pretende con él. No voy a entrar a hacer el paralelismo entre lo que se recoge en dicho documento y lo que yo estoy sufriendo, pero quien me conoce bien podrá reconcer muchas de las acciones de las que estoy siendo sujeto en los dos últimos años como estrategias encaminadas a prescindir de mí.


"Estrategias y modalidades de mobbing

- Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.
- Asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, y tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
- Sobrecargar selectivamente a la víctima con mucho trabajo.
- Amenazar de manera continuada a la víctima o coaccionarla.
- Quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar («hasta que se aburra y se vaya»).
- Modificar sin decir nada al trabajador las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo.
- Tratarle de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar su caso de forma diferente).
- Ignorarle (hacerle el vacío) o excluirle, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia («ninguneándolo») o su no presencia física en la oficina, o en las reuniones a las que asiste («como si fuese invisible»).
- Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
- Difamar a la víctima, extendiendo por la empresa u organización rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
- Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo realizado por la víctima, negándose a evaluar periódicamente su trabajo.
- Bloquear el desarrollo o la carrera profesional, limitando retrasando o entorpeciendo el acceso a promociones, cursos o seminarios de capacitación.
- Ignorar los éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos a él, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
- Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
- Monitorizar o controlar malintencionadamente su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de algo.
- Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y atribuciones.
- Bloquear administrativamente a la persona, no dándole traslado, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos o resoluciones que le afectan.
- Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiándolo.
- Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo, su teléfono, revisando sus documentos, armarios, cajones, etc.
- Robar, destruir o sustraer elementos clave para su trabajo.
- Atacar sus convicciones personales, ideología o religión.
- Animar a otros compañeros a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad."


De casi todos los puntos que se recogen en esta lista podría poner un ejemplo real de lo que me están haciendo a mí pero esta vez no voy a callarme.

Evidentemente muchos podrían indicarme que son percepciones mías, pero si continúo leyendo las consecuencias del acoso laboral en el acosado el paralelismo ya es indudable.

"Consecuencias psicológicas y laborales:

Lento deterioro de la confianza en sí misma y en sus capacidades profesionales por parte de la víctima.
Proceso de desvaloración personal.
Desarrollo de la culpabilidad en la víctima (la propia familia suele cuestionarla sobre su comportamiento).
Creencia de haber cometido verdaderamente errores, fallos o incumplimientos.
Somatización del conflicto: enfermedades físicas.
Insomnio, ansiedad, estrés, irritabilidad, hipervigilancia, fatiga, cambios de personalidad, problemas de relación con la pareja, depresión.
Inseguridad, torpeza, indecisión, conflictos con otras personas e incluso familiares.
Bajas laborales que el acosador suele aprovechar contra el trabajador."

Es evidente que también he pasado por muchas de esas fases
Y si hoy estoy aquí escribiendo esto en mi blog es porque he sentido miedo. Sí, miedo.
El final del artículo es aterrador y no estoy dispuesta a llegar a ese punto. No quiero acabar derrotada y por eso lanzo mi grito a quien lo quiera escuchar para que se alcen las voces que sean necesarias para frenar radicalmente todo ese proceso.
Porque yo no soy polémica, siempre he ayudado a todos mis compañeros y he procurado facilitarles el trabajo, más aún cuando tenía responsabilidades. Nunca he despreciado el trabajo de nadie y siempre he creído en las posibilidades de cada uno. Siempre he sido una trabajadora eficaz y eficiente. Autodidacta he transmitido todo lo que aprendido a quien lo necesitase sin pedir nada a cambio.
Y eso lo saben mis compañeros pero hay quien se ha dedicado a crear una imagen falsa de mí. Se han dedicado a desprestigiarme, a dudar de mi estabilidad mental, a criticar mi trabajo sin siquiera saber qué y cómo lo hago. Me han robado méritos con actividades de dudosa legitimidad. Me han sancionado por defender la legalidad. Me han insultado y agredido. Me han vejado y arrinconado. Me ignoran y limitan mi iniciativa en cuanto abro la boca.

Es cierto que los trapos sucios se lavan en casa, pero ya no puedo más. No quiero destrozar mi familia, que mis amigos me abandonen, quedarme sin trabajo por no haber gritado lo más fuerte posible.
Mi blog, mi rincón virtual, es la voz que ya no me queda para que me oigan.
Yo estoy sufriendo mobbing...¿Qué puedo hacer?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Pensar con otra cabeza

Hace un año escribí una entrada que se llamaba "Vivir otras vidas".
En aquella ocasión yo manifestaba que me gustaría clonar mi existencia para poder vivir otras vidas. No es que la que me ha tocado en suerte no sea lo suficientemente satisfactoria, sino que muchas veces tengo la impresión de que me estoy perdiendo muchas cosas. Cuando el tiempo va pasando y siento que el cuerpo empieza a sentir su paso me planteo si he hecho suficientemente por los que me rodean. No he sido lo bastante generosa, lo correcta, lo decidida, lo humana que me hubiese gustado ser. No soy creativa, ni puedo pregonar a los cuatro vientos que haya aportado algo a este mundo en el que ocupo un lugar.
Mi entrada hoy va dedicada a un nuevo amigo. A alguien que sí es creativo, que siempre está buscando experimentar cosas nuevas y todas las aportaciones que le llegan le parecen buenas. Y por la admiración que me provoca ese ímpetu trato de ordenar de alguna manera mi cerebro para que de él salga algo digno de ser leído, por el dedicando y por el resto de mis respetados lectores.
En este caso la música es un tema del que me gustaría hablar. En una ocasión traté de hacer un dictado sobre los olores y lo único que conseguí fue meterme unas cientos de calorías en el cuerpo al imaginar olores suculentos.
El describir cómo puede la música afectarme o cómo la asimilo es mucho más difícil porque me temo que tengo un oído tan torpe que ni siquiera mi escasa agudeza visual ha contribuído a su desarrollo.
Sin embargo sí puedo expresar lo que las distintas variedades musicales provocan en mi estado de ánimo.

Mi incultura musical me lleva a reconocer que muchas veces no sé diferenciar lo que es un hip-hop o un rap, ya que nunca he profundizado en esas nuevas variedades. Si amigo Jacinto leyese esto se enfadaría mucho conmigo porque ha intentado en reiteradas ocasiones que lo fuese a ver actuar como DJ en múltiples locales de Sevilla. Seguro que habría solventado gran parte de mis dudas.
Sí puedo hablar de lo que hace sentir un merengue con mucho ritmo y a dónde me traslada. Siento arena en mis pies y sal en el aire. Alegría en las caras que contemplo a pesar de la miseria y ganas de vivir a raudales. El sudor en mi frente y la idea de haber sido transportada al caribe con sus palmeras, su ron, sus motoconchos y sus piñas coladas. Esa música me hace sentir viva, joven, ágil, apasionada.
Una balada romántica me transporta a bosques centroeuropeos. Veo pinares de la Selva Negra y una gran melancolía abraza mi corazón para llevar las lágrimas a mis ojos. Sueño con el amor idílico, un caballo galopando en un claro del bosque. El príncipe azul de las novelas rosas que leía hace años.
Una canción pop de los ochenta me traslada a mis días de instituto. La emoción por descubrir lo nuevo a ritmo de Mecano o Alaska y los Pegamoides. Las nuevas amistades, la sensación de ser independiente por primera vez en la vida. Las primeras noches con los amigos. El ritmo acelera el corazón y los pies comienzan a moverse en un repiqueteo animoso.
La música clásica es punto y aparte. Algunas obras tienen la facultad de hacerme llorar de emoción o de alegría. Tengo mis obras favoritas y creo que son escasas porque nunca tuve buenos profesores que me enseñasen a amar a más autores o piezas.
"Las estaciones de Vivaldi" me llevan como una nube a recorrer los campos, unas veces floridos, otras escarchados. El sonido me traslada al nido del cuco y a la agitación de las hojas en la tormenta. Ese paseo por las estaciones consigue que reviva los sentimientos que el paso del tiempo provoca de una manera natural en mí. En el verano el sol me da la vida. La primavera es esperanza, renovación. El otoño me hace reflexiva. Y el invierno me aletarga a la espera de la nueva primavera. Por todos esos estados de ánimo puedo pasar al escuchar esa obra.
Y otra obra que me encandiló hace muchos años fue "El concierto de Aranjuez" que me emociona como pocas cosas en la vida. Me hace llorar el sentirme tan analfabeta musical porque seguro que cualquier profesor me haría entender como una guitarra puede cantar de esa manera.
Esta disertación está siendo más extensa de lo que pensaba. Me lo temía. La música, tan desconocida para mí y al mismo tiempo tan admirada ha pasado por mi vida de puntillas, dejando un reguero de recuerdos imborrables que resucitan cuando los acordes son percibidos por mi cerebro.
Lo dejo por hoy porque este intento no se asemeja en nada a lo que había pensado pero en el intento está mi triunfo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El gallo del corral


He vuelto al corral. Este corral en donde las gallinas corretean en torno al gallo. Sí. El GALLO.
Él, tan poderoso, tan imponente, tan fuerte. Ya...tan gallo.
Pero el corral está peor que nunca. El gallo ya no sabe cómo se domina al corral y ha dejado de hacerlo. Así que las gallinas y los pocos pollitos que quedamos en él no sabemos muy bien qué hacer. El gallo no domina sus gallinas. Algunas le salen respondonas y cacarea lo más alto que puede para que su cacareo sea lo único que se oiga y se imponga sobre el cloqueo de todos los demás.
El gallo de mi corral está caduco. Algunas gallinas, jovencitas e impresionables, todavía no se han dado cuenta de que el gallo ya no sirve. Las acosa con la vista pero ellas se sienten agradecidas porque el gallo de vez en cuando las piropea y les dice que son un equipo fabuloso y su corral funciona estupendamente.
Pobres ilusas.
Las gallinas viejas como yo, o las que conocen al gallo desde que era un pollito ya saben de qué va. Se apartan de su camino porque el gallo ya ni sabe cagar y su mierda acaba manchándolo todo. Pobre gallo. Algún día llegará el granjero y servirá de caldo para el puchero, porque cuando se deja de servir o se es un inútil, ese futuro acaba llegando.
Entretanto otras gallinitas ciegas siguen entrando al corral y continuarán cantándole los coros al gran gallo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Insultas

Insultas y crees que eso te hace más hombre. Humillas porque solo subiendo encima de los otros te crees superior y no te importa pisotear a quien sea para que tu ego alcance un grado suficiente de fuerza para imponer tu voluntad.
Pero nada de ello te hace más hombre, ni más humano, sino todo lo contrario. Ni siquiera los animales actúan de esa manera y solo atacan por hambre o por miedo.
Insultas y hallas satisfacción en el dolor de sus ojos, en las lágrimas de sus mejillas, en el sufrimiento que se traga con dificultad.
Pero no siempre será así. Ella no está sola.
Aunque ese haya sido el objetivo que has perseguido durante tanto tiempo no lo está. Se aprieta los puños con tristeza porque solo le falta un poquito más para decidirse. Sus hijos y su vida son importantes y ya es consciente de que el amor que te tuvo fue un espejismo que ya dejó atrás hace mucho.
Ni siquiera los sueños que pintó de colores brillantes le sirven ya para imaginar una vida bonita a tu lado y como a los toros, solo le queda el toril enfrente. No le has dejado escapatoria posible y la plaza, por fin, es la libertad. Y esta plaza no lleva la muerte incorporada, sino todo lo contrario. Allí la espera la vida, los amigos, la familia, el futuro.
Insultas y crees que tu cadena aprieta pero no ahoga. ¡Qué equivocado estás! Hace mucho que esa cadena invisible se convirtió en un silicio para ella y buscó la manera de huir de ese dolor.
Sus escritos, sus llantos, su fe, su amor, su ilusión, su esperanza. Todas estas cosas la ayudaron a romper la cadena sin que fueses consciente de ello y cuando apretabas ya no existía.
Insultas, sí, porque las palabras son fáciles de soltar. Como espadas hieren el corazón comprometido y juegas con ello.
Pero ese corazón hace mucho que rompió el compromiso. Desde el primer insulto se liberó y simplemente esperó la oportunidad de soltarse de ti.
Insultas y crees…Insultas…Iluso.
No eres nadie, porque tus insultos te borraron del mundo de los humanos.

martes, 7 de septiembre de 2010

La pintura de la vida

Muchas veces pintamos la vida con unos colores equivocados. Soñamos en blanco y negro, seguro, pero al imaginar diseñamos el futuro en unos colores determinados. Y comenzamos a elegir los lápices para colorear.
Ya hace un año escribí una reflexión sobre los colores en mi entrada ¿Qué ven mis ojos?
En aquella entrada yo reflexionaba sobre si todos vemos los colores de la misma manera y hoy quiero ir un poco más allá.
Al ir coloreando la vida cada día decidimos que algunos tonos son más adecuados para el diseño global y no miramos más. Ese color nos gusta y no nos planteamos siquiera si puede existir otro tono del mismo color más adecuado para nuestro diseño.
Y pintamos y pintamos. Con ese lápiz vamos coloreando casi todos los rincones y llega un momento en el que pensamos que es el color esencial para que nuestra vida adquiera el tono que pensamos que debía aparecer en nuestro sueño. Entre tanto hemos ido descartando lápices de otros colores que también eran importantes pero que como aparecían en un segundo plano pensamos que su ausencia no iba a notarse. Porque nuestro lápiz favorito podía llenar el espacio de esos otros colores.

A medio camino, si tenemos suerte algo pasa que nos permite pararnos un poco y empezar a ver qué cuadro llevamos pintado hasta ese momento. Y si tenemos más suerte todavía a lo mejor hasta nos damos cuenta que en nuestro cuadro predomina el tricolor o el bicolor o el monocolor. A lo peor nuestra vida es monocolor y no nos habíamos dado cuenta. Y si la suerte ya es suprema a lo mejor perdemos ese lápiz, o se rompe, o se va.
Y entonces no nos queda más remedio que volver sobre nuestro cuadro y empezar a usar otros lápices. Muchos estuvieron siempre ahí, no rodaron y permanecieron sobre nuestra mesa para que los cogíesemos cuando fuese necesario y simplemente al asomarnos los hemos vuelto a ver y empiezan a diseñar un cuadro diferente.
Como todo cuadro durante un tiempo la mezcla de colores puede emborronar la vida y puede aparecer el negro. Todo lo vemos así, turbio, oscuro.
Pero eso cambia. Hay tantos colores donde elegir que poco a poco iremos diseñando un cuadro nuevo. Meteremos colores más vivos, más variados. Es el momento de aprovechar para improvisar, para probar, para permitir lo prohibido.
Y en cada rincón pintaremos algo distinto, multicolor. Hoy un lápiz, mañana otro.
Y si alguna vez volvemos a tropezar con otro lápiz estupendo, que nos anime a volver al monocolor debemos volver a pararnos y mirar lo que hemos construído. Hasta podemos darle un gran trozo del lienzo pero nunca más volver al único tono.
Somos los pintores de nuestra propia vida y en la elección de los colores encontraremos la materia prima para hacer que nuestro cuadro, al final del camino, sea el más bonito que pudimos pintar, aunque no tenga nada que ver con aquellos sueños en blanco y negro.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi árbol

Hoy hablé con una de las hojitas de una rama de mi árbol. Triste me narraba sus desdichas y me sentí parte de su vida por el hecho de formar parte de mi mismo árbol.
El árbol al que pertenezco es enorme y de fuertes raices. Mis antepasados, raices recias y nobles, me dieron parte de su savia y me dotaron de parte de sus riquezas. Y aquellas otras ramas que siguieron fructificando al margen de la mía dieron como consecuencia otras ramitas pequeñas y acabaron tocándose con la mía y empezamos a conocernos.
De mi rama ha habido brotes podridos. Desde la misma madre esas ramas se retorcieron y corrompieron y su cercanía contaminaba mi espacio. Asi que tuve que cortarlas. Ya desde el suelo no me dañan y aunque formaron parte del mismo lado de mi árbol ahora puedo vivir sin que su ausencia me afecte lo más mínimo.

Mi árbol me demuestra que la savia sana, noble y creativa circula por otras ramas y hoy lo pude comprobar. La flor de la rama madrileña está floreciendo. Ha abierto su alma al mundo y cuando acabe de conocerse a sí misma rebrotará con mucha más fuerza y energía y sabrá que a veces, muchas veces, hay que dejar que la rama arda para que, como ave fenix, pueda renacer, brotar de nuevo y salgan hojas nuevas que nos harán un árbol más grande y bonito.
No era aquel fertilizante el adecuado para que la rama se extendiense, así que ahora, mi querida flor, vive, que llegará el momento de encontrar el par idóneo para que tu rama también se ramifique.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ante el futuro

Hoy examiné a mis alumnos. Y en su actitud ante el folio que les he dado he podido entrever a los seres humanos en los que se convertirán en el futuro. Cada uno de ellos es una promesa y la energía que irradian se desboca porque todavía no saben quienes son ni lo que quieren. No son conscientes de que esta etapa que viven es de las más fáciles de la vida.
Unos demuestran que nada les parará mañana. Tienen claro que seguirán estudiando y que el hecho de estar en la convocatoria de septiembre es solo algo extraordinario. Tropezaron pero consiguieron equilibrarse a tiempo y han sacrificado su diversión estival para seguir dando pasos derechos.
En otros veo al alumno que lo tiene todo y nada le importa. No se esforzaron durante todo el año y han sido consecuentes en esta convocatoria y han entregado el examen solo rotulados con su nombre y alguna pincelada que ha coloreado el blanco y negro de la fotocopia.
Otros me miran. Con sus ojos suplican una ayuda que no sé si podré darles. Van justitos y ahora se dan cuenta de que con un pequeño esfuerzo la semana anterior a la prueba quizás ahora no estarían tan nerviosos.
Y con este examen estamos escribiendo futuro. Unos se van y se convertirán para siempre en antiguos alumnos. Incluso algunos se llegarán a convertir en amigos con los que charlar dentro de unos años. Les seguiré la pista porque el cariño que se les toma no es algo que se pueda eliminar con un suprimir del teclado. Queda ahi, dentro, porque igual que yo he podido aportarles algo de mi conocimiento o de mis valores, ellos me han forjado como soy, granito a granito.
Con los que se queda seguiré manteniendo la misma relación profesor-alumno que se nos exige pero trataré de seguir aportándoles mucho más que un conocimiento obligatorio.