viernes, 31 de enero de 2014

Un baúl inacabable

En estos días estamos inmersos mis alumnos y yo en la elaboración de poemas para conmemorar a finales de febrero el día de Andalucía.
Para motivarlos a que participen he decidido dedicarle unas cuantas horas a esta labor, y hemos estado leyendo poemas diversos, de autores conocidos y otros desconocidos. Hasta me he atrevido con poemas propios que están publicados en este mismo blog.
Y tras un poco de estudio relacionado con la métrica, la rima y las figuras retóricas nos hemos puesto manos a la obra.
Al principio les ha resultado muy difícil el decidirse a escribir. Les da reparo poner sus almas a descubierto, y sienten que al escribir un poema las risas surgirán del resto de sus compañeros y no quieren pasar por tal humillación.
Entonces he abierto mi baúl. Ese baúl inagotable donde busco la inspiración.
En la capa de arriba estaban los temas...He orientado sobre qué podrían escribir y he improvisado versos, algunos serios, otros graciosos, unos con rima y musicalidad, otros planos pero cargados de mensaje.
He visto bocas abiertas al comprobar cómo salían, de repente, palabras encadenadas barajadas al aparente azar y formando línea tras líneas de poemas que antes no existían.
Hasta yo misma me he sorprendido de la capacidad que atesoraba para versar hasta las más absurdas ideas.

Y así, poco a poco, mis alumnos han empezado a pensar. Han barajado sus propias ideas para crear, también de la aparente nada, sus propios poemas.
Con pequeñas correcciones gramaticales y variando unas palabras menores por otras, sin restar la esencia de sus propias ideas ellos...han creado.
Y les ha encantado sentirse creadores.
Así que ahora toca seguir profundizando en ese baúl que nunca se agota para extraer las palabras más bellas, las ideas más hermosas y los finales más sorprendentes...Me apunto.

martes, 28 de enero de 2014

A la búsqueda de "Ción"

"Ción" no es ningún sitio, ni nada real. He tomado este nombre inventado, que recuerda a Sión y a los sionistas pero nada tiene que ver con ello. Mi "ción" es mucho más simple, más cercano y lejano a la vez. Es el cúmulo de cosas que se dejaron sin hacer, o que se comenzaron y se pararon en seco, sin camino dibujado por el que discurrir.

En mi "Ción" viven muchas palabras que evocan sentimientos, esperanzas, sueños inconclusos.

EmoCión es una de las cabecillas de mi ciudad imaginaria. Emoción me alegraba la vida, hacía mi corazón latir con fuerza. Era fácil andar con ella y me proporcionaba una gran felicidad. Me gustaba vivir con emoción pero un día partió lejos y no volví a saber de ella.

MotivaCión también estuvo un tiempo muy cerca de mí. Hace tres años fue cuando más nos relacionamos. Tenía una motivación increíble para hacer cosas y sobre todo para quererme a mí misma. No había reto que me supusiese obstáculos insalvables porque la gran Motivación me acompañaba cada día.

ExpectaCión tenía ciertas manías que no me gustaban. Me pinchaba continuamente para que pensase en el futuro y me alejase del presente que vivía. Por culpa de la expectación que el futuro me deparaba fui alejándome de Emoción y Motivación comenzó a cansarse de mí. Dejé que Expectación ganase la partida y poco a poco comencé a vivir sin Emoción.

Como Motivación sintió que ya no era necesaria...se fue marchando un poco más cada día. Sus ayudantes, visitantes de Ción, Ilusión y Alegría, la convencieron para que marchase de mi lado, porque había dejado de sentir que tocaba vivir el instante, siempre con la sombra de un futuro que se fue nublando cada día más.

Así que pronto llegaron nuevos visitantes a "Ción": Inacción, instrospección, con otros visitantes Desilusión, Tristeza y me fui olvidando del lugar tan bello que un día creé.

Hoy he vuelto a recordar que desde este rincón pude hacer mucho por mí para atraer la Emoción y la Motivación a mi vida. A través de las letras que emanaban incontroladamente de mis dedos, martilleadores de un teclado que susurra golpecitos cadenciosos, conseguí, tiempo atrás, sentirme plenamente feliz. Incombustible y luchadora como nunca.
Conseguí casi todo y me quise como pocas veces en mi vida.
Me dejé ganar la partida, pero sigo teniendo estos dedos, sigo queriendo ser feliz, sigo queriendo emocionarme y motivarme para recuperar la alegría que me sacudió y enamoró pocos años atrás.
Es cierto que la vida no me dio todo lo que deseaba, que muchos sueños se quedaron sin cumplir, que barreras infranqueables limitaron caminos que anhelaba desde lo más profundo. Es cierto que he vuelto a ocultarme tras centímetros de piel y carne para que pocos puedan acceder a mi interior. Es cierto que ya no me miro al espejo con la ilusión con la que lo hacía hace tres años. Sí, todo eso es cierto, pero también es cierto que sigo sintiéndome querida por personas para las que soy muy importante; es cierto que sigo siendo una mujer fuerte y que me queda mucho combustible por quemar; es cierto que puedo conseguir lo que me propongo porque ya dijeron hace mucho que lo imposible solo requiere más tiempo.
He buscado ese "Ción" amable que me envolvió hace tres años.
La vida da muchos reveses pero hay tanto por lo que vivir. Y una vez más me pego chorlitos a mí misma para que vuelva los ojos hacia adentro...¿dónde si no?...Está todo ahí, pero he sido cobarde. Sigues siendo la misma...sigo siendo la misma...
Debería dejar de buscar Emoción o Motivación fuera de mí, ya que ellas se fueron a habitar dentro, ahí, junto al corazón, esperando que un día, quizás hoy, vuelva a mirar hacia allá y las vea. Las echo terriblemente de menos, las necesito...me queda buscar dentro, abrir con mis llaves el corazón cual caja de Pandora y seguro que ya las tengo.


viernes, 17 de enero de 2014

Las de cartas de amor que dejaron de escribirse

Como dije en la primera entrada de este blog, hace ya muchos años, la inspiración es como una ola que viene cuando menos te lo esperas y te retumba dentro de forma que si la dejas pasar, esos pensamientos que surgieron de repente, se quedan olvidados en el limbo, si es que este existe.
Hoy empecé a sentirme mal porque un alumno con síntomas claros de constipado y/o gripe empezó a toser delante de mi cara. Pensé...hoy caigo mala, seguro.
Efectivamente los síntomas empezaron también en mí, primero estornudos, frío intenso, malestar en el estómago. Y antes de tomar nada o ir al médico donde seguramente contraiga con seguridad alguna otra dolencia, decidí chutarme un ratito de esa bonita energía de la que hablé ya hace mucho y que es el Reiki.
No es que sea muy constante en la autoaplicación de esta energía que sana en todos los planos del ser humano, y por ello puedo lamentar el tener ahora bastantes kilos de más y un poco de desánimo general.
También es cierto que yo soy una persona de SOL, de verano y de calor, y estos días mustios del invierno aflojan mi estado de ánimo hasta puntos muy bajos.
Pero bueno...para variar me estoy yendo por las ramas, así que vuelvo a mi improvisada sesión de Reiki en la hora que tengo libre los viernes. Durante ese proceso me vinieron a la cabeza imágenes de otras épocas de mi vida.

En esa época, durante una década, hace ya casi 25 años, mis circunstancias vitales me llevaban a escribir continuamente cartas de amor para mantener una historia a la distancia. En esas cartas que escribí quedó gran parte de la Irene que era y que en algunos aspectos sigo siendo. Aquellos folios deben estar ya amarillentos en alguna caja de zapato de mis estanterías (si tuve la suerte de recuperarlas al acabar la relación) o son conservadas por los destinatarios de las mismas como mudos testigos de amores que murieron. Es posible que incluso fuesen enviadas a la basura cuando esas personas retomaron sus vidas sin mí. Pero en cualquier caso son reliquias de un fragmento de mi alma, joven, que se plasmó en papel.
Sin embargo hoy en día las cosas han cambiado.

Muchas cartas de amor dejaron de escribirse.

Cartas a las que marcar con besos adolescentes de labios pintarrajeados con carmín hurtado a las hermanas mayores. Cartas con tinta corrida en las letras, por haber sido impregnadas de perfumes o colonias, en un intento de trasladar al amado olores familiares. Cartas en las que llorar la lejanía, el silencio, la ausencia de respuestas...en las que desmenuzar los sentimientos como no se puede hacer por el teléfono ni en persona.

Las nuevas tecnologías han hecho morir a esas cartas de amor en las que se recogían momentos intensos de nuestras vidas, pedacitos de alma que se dejaban sintetizar en un intento maratoniano de plasmar algo inmaterial como los sentimientos, buscando palabras imposibles que sufrieran, sonrieran, respiraran, suspiraran, anhelaran como nosotros.

Echo de menos aquellos momentos, no solo en los que amaba profundamente, con ilusión, sino en los que destripaba mi alma para mi amado, desde lo más profundo, para tratar de fundir su alma a la mía y buscaba las palabras más bellas que se me ocurrieran para intentar expresar esos sentimientos.
Y creo que ahora, desde la segunda década del siglo XXI, por mucho que mis sentimientos volvieran a ser los de aquella adolescente o de mujer joven, seguiría la corriente de mis tiempos y escribiría emails de amor, Whatsapps de amor, sms de amor...pero no aquellas cartas.
Creo que hemos perdido mucho...