viernes, 28 de mayo de 2010

La luna llena


La luna redondea en el cielo. No la veo, pero la siento. Su reflejo ilumina el marco de mi ventana. Mas su presencia va más allá de que pueda asomarme a esa ventana y la vea, majestuosa, coronando el firmamento. La siento en mi cuerpo y en mi mente.
Cuando la luna reina una vez al mes siento como mi percepción de la vida cambia. Durante estos días mi mente vuela más deprisa, estoy más sensible y en esos viajes lunánticos voy encontrando las respuesta que me voy planteando el resto del mes.
Es en esos momentos cuando más sincronizada me encuentro con la naturaleza.
Cíclicamente siento como el brillar de ese satélite natural hace que me replantee todo lo que significa vivir, sentir la energía que la naturaleza se encarga de regalarme cada vez con mayor intensidad y me siento privilegiada, emocionada, en definitiva, viva.

domingo, 23 de mayo de 2010

La primavera explotó

Una explosión de sonidos preñaban mi cerebro de imágenes bellas. La música evocando la imagen. La música de los pájaros que esta tarde canturreaban mientras yo, con los ojos cerrados, dejaba volar mi imaginación al son de sus cuchicheos.
Esta primavera en la que me autoenjaulo en pos de un objetivo, miro desde mis rejas la belleza que me rodea. El verde explosiona en mis ojos cuando los entreabro. El olor de las flores martillean mis pituitarias y solo me apetece fundirme con esa naturaleza.
Me gusta cerrar los ojos y ubicarme junto a esos pájaros cantarines, junto a esas flores que sufren imperturbablemente el zumbeo de los insectos que van a robarle el néctar de su interior, pero a la vez deben saludar con alegría porque son los responsables de su propia vida. Y yo allí, como testigo incómodo de su propia existencia, como mudo espía de su incesante palpitar.
La vida explota en esta época. Es vida la de los gatitos que cada mañana acaricio para que se acostumbren a mi presencia y que me van calmando desde el momento en que ronronean en mi regazo. Es vida la del melocotonero que me muestra sus pequeños retoños o la del níspero que me regaña porque no lo descargo de sus frutos. Vida la que se refleja en las sonrosadas mejillas de mis hijos que no han parado de jugar en el agua, correr por el campo y sonreir.
Cuán privilegiada me siento por poder percibir estas pequeñas grandes cosas. Pasan desapercibidamente por nuestras vidas porque no somos capaces de pararnos a escuchar lo que nuestro entorno nos grita. Al fondo veo esas montañas bajas de la sierra sevillana y añoro aquellas amapolas que sonrojaban todo el campo. Me gustaría volar con el viento para vislumbrar de nuevo aquellos colores. Pero a veces no es tan bueno soñar y desear con lo lejano, porque dejamos de valorar lo que tenemos cerca, que no por estar a nuestro lado, deja de ser valioso, importante, o es digno de ser ignorados.
Como hoy he hecho yo procura mirar a tu alrededor, observa, paladea, goza de cada minuto, cada instante, cada conversación, porque lo importante de toda la vida es lo que se vive en este momento, en el hoy, en tu presente. Vive dignamente contigo mismo, valora lo que se te ha regalado cuando naciste, respeta tu entorno y a las personas que viven contigo. Sé reflejo para los demás. Que cada noche, al acostarte puedas esbozar una sonrisa de orgullo porque no heriste a nadie, no contaminaste, no afectaste negativamente a nada y aportaste tu pequeño granito en hacer que este mundo, tan hermoso y generoso, fuese un poquito mejor.

miércoles, 19 de mayo de 2010

La hoja en blanco

Necesito escribir, pero no se me ocurre absolutamente nada para rellenar la hoja en blanco. Esta hoja virgen y pura que se derrama ante mí para que con mis tecleos incansables vaya contaminando su inocencia y acabe tornándose un escrito más, sin sentido, sin color.
Son tantas las cosas sobre las que escribir que me cuesta decidirme por un tema.
Hoy en el facebook, abusando de las múltiples aplicaciones que hay, todos los mensajes versaban sobre el tema del amor. No sé si esa coincidencia tendrá que ver mucho con las ganas que siento por escribir y con la incapacidad real que demuestro, una vez que estoy frente al teclado, de manifestar algo coherente y con cierta estructura de escrito.
El amor. Buf..menudo tema...¿Qué amor?..El amor humano, el amor divino, el amor a la naturaleza, el amor incondicional, el amor placentero, el amor olvidado, el amor inolvidable, el amor fraternal, marital, filial, pasajero, inoportuno, falso, cruel...
Menudo tema, repito...como para empezar y nunca acabar. Pero me fascina..todo..cada una de las acepciones relativas al amor tienen un significado pleno y hacen que este órgano físico que es el corazoncito bombee con más o menos intensidad.
Me gusta amar. Y en el encuentro de mí misma me he dado cuenta de que es lo que realmente quiero hacer. Cada vez que le digo a alguien "te quiero" es como si me lo estuviese diciendo a mí misma, porque ese sentimiento de amor me enriquece más que otra cosa. Y lo digo..Cada vez más...Prima, te quiero, Amiga...te quiero. Un beso guapo..te quiero. Mamá ..te quiero..Hijo mío..cuánto te quiero.
Cada vez que lo digo es como si un fuelle fuese avivando un fuego interno y hace que la llama de mi corazón, mi felicidad, aumente más y más. Entonces tengo que deducir que amo por puro egoísmo. ¡Menudo descubrimiento!...Pero...¿Es eso malo?...Que noooo...no me como más el coco y sigo por este camino. Yo me siento mejor..y creo que los demás también lo serán si me ven feliz...Así que ahí queda eso..otro folio emborronado...eso sí...pero lleno de amor para todo el que se atreva a leerlo. Gracias por hacerlo...

lunes, 17 de mayo de 2010

Vuelta a la infancia

Una ilusión. Viajar a la infancia.
Es fácil de hacer...¿cómo? Conviérte en un niño durante un día, rodéate de muchos para volver a sentir como ellos y métete en sus cabezas para entender cómo ven el mundo que les rodea.
Como siempre la experiencia ha sido agotadora, pero una vez que todo acaba y ves como tus hijos caen rendidos en la cama tras dos días jugando, riendo, saltando, compartiendo, te das cuenta que el esfuerzo realizado por ellos ha merecido la pena. Porque el esfuerzo también ha sido positivo para tí.
Es duro no dormir, sobre todo cuando tu cuerpo reclama descanso, pero el intercambio entre tiendas de campaña es siempre inevitable, las risas a medianoche, las salidas a ver las estrellas.

Hice la acampada por el cumpleaños de mi hijo. Ha cumplido 9 y sus compañeros de juegos han venido a compartir esos momentos. Han reido, han contado chistes a la luz de la candela, han jugado al futbol, han montado juntos las tiendas y han ayudado también a recoger. Compartieron comidas, comieron moras, se bañaron en la piscina a pesar de que algunos padres temblábamos de frío solo de imaginarnos dentro del agua fresquita, pero ellos y ellas (que también han sido muchas niñas) han disfrutado muchísimo.
Esos cachetes sonrosados, del sol, del juego, de las moras, de las risas me llenan el alma de felicidad. No se puede medir ni el esfuerzo ni la satisfacción, pero en la balanza de mis experiencias ésta es una de las más satisfactorias. Pasará todavía un año antes de que me plantee volver a hacer algo así, pero el volver a sentirme niña, rodeada de niños compensa, compensa, compensa...

martes, 11 de mayo de 2010

Grandes en un mundo pequeño

Hoy ha llegado hasta mí el enlace de este video. No sé porqué pero a medida que lo iba viendo mis ojos se iban llenando de lágrimas, pero no de pena, simplemente de emoción.
Es un video que nos muestra como somos, pequeñitos en el tamaño pero grandísimos en las capacidades. Sí, somos la motilla del universo, el granito de azúcar que no es capaz de endulzar el café, apenas se nos ve en ese espacio impresionante que nos rodea. Pero al mismo tiempo somos enormes, impresionantes. Desde ese granito de azúcar hemos sido capaces de vislumbrar el exterior, de crear instrumentos capaces de asomarnos a lugares a los que nunca llegaremos con lo que sabemos hoy. Pero si viajase en el tiempo, hacia atrás, vería como mis antepasado jamás imaginarían lo que hoy tenemos.
La capacidad del ser humano es infinita. Su cerebro es como ese universo del video, algo enorme por descubrir. Cada uno de nosotros somos nuevos universos y podemos llegar a conocernos en la medida en que estemos dispuesto a investigarnos.
Ahí llega mi reflexión externa. La interna se refiere a los descubrimientos personales. Este universo que se esconde en mi cabeza me sorprende cada día. He vivido tantos años con él y apenas lo conocía. Y me sorprende, y me alegra, y me da nuevas herramientas y caminos que seguir. Es como si mi ojo interior se hubiese plantado frente a un telescopio y comenzase a ver más allá de lo evidente. Aparece un Irene distinta, más valiente, más capaz, más confiada, leal y feliz. Desde la realidad que me rodea consigo ver lo que está mucho más allá, sin salir de mí misma. Que bello descubrimiento...


lunes, 10 de mayo de 2010

Lucecitas en mi web

"Fulanito quiere ser tu amigo"...¿Fulanito..qué fulanito???...Fulanitooooo...Vaya... ¡¡menuda sorpresa!!...
¿Cuántas veces me ha pasado esto en los últimos meses?...Y con cada fulanit@@@@@ que he soltado alguien de mi pasado se ha agregado a mi red social...Ya van 120...¿Tantos amigos tengo?...Es que son 42 años y esos son más de 15000 días...Sí, he usado la calculadora del ordenador..y sí..he descontado los meses en los que era demasiado pequeña como para hacer amig@s... Pero hoy he abierto mi cofre...el cofre de mis tesoros..y ahí, como perlas, han ido apareciendo todos mis amigos, los de ahora, los de antaño, los de siempre, e incluso los que serán en el futuro porque hasta hace poco eran alumnos míos.
Atesoramos los momentos porque forman parte de la vida. Las vivencias se acumulan hora tras hora y si doy un repaso a l@s amig@s que tengo recuerdo ese momento en que compartimos nuestros espacios, nuestro tiempo, nuestras alegrías, nuestras penas, intercambiamos conocimientos, esperanzas, ilusiones...
No es la red social a la que hay que temer. Tantos emails que tratan de asustarme para que cierre esa ventana. Son las personas, y yo no tengo miedo de estas personas que me siguen, a las que sigo, porque el tiempo diario no me da para acercarme a la casa de todos y compartir ese café o esas cervecitas que compartimos hace años. Son los seleccionados, los que yo quiero. Como en la vida real abres tu casa a quien aprecias. Y me encanta saber de fulanito tal y fulanita cual. Los quiero. Son mis amigos, mis compañeros, mis alumnos, mi pasado, mi presente y espero que mi futuro. Entre todos soy como soy porque todos han aportado su brillo para hacerme así.

viernes, 7 de mayo de 2010

La duna

La duna resiste al viento. Es más, está ahí para mantenerse impertérrita con su paso.

El cardo se agarra a su lomo para no salir volando. Líneas de naturaleza vertical se mecen al susurro de la brisa que fría y erizante corre sobre la arena. Es vegetación de la playa que se adapta a la salina, a los vientos, a los envites del mar bravo de invierno, e incluso a las basuras que los humanos nos encargamos de esparcir a su alrededor. En la playa mástiles clavados en la arena esperan el meneo que indica que una vida, al otro lado, está a punto de sucumbir. El pescador espera hasta que el sol se apaga en el mar. Yo lo observo, me paro para respirar la sal que flota con la brisa.
Oteo el horizonte y trato de captar con mi cámara el sol que huye. Un instante más de la vida. La vivo, la huelo, la siento. He vivido intensamente un día más dejando pasar lo negativo. No he dejado que se asiente en mi interior. Como la duna, dejo que los malos vientos pasen y me adapto a todo lo que me llega sin que me afecte. Estoy aprendiendo de la naturaleza la manera de vivir. Debería haber aprendido a escucharla mucho antes.

jueves, 6 de mayo de 2010

El paseo

Clinc, clinc, suena la campanita de la bicicleta. Un ronroneo extraño suena a mi derecha y apenas entiendo lo que están hablando. Un extranjero trata de explicarle algunas palabras en castellano a su compañero y me entra risa cuando dice con mucho acento las palabras "calzoncillos" y "bragas". Se ríen. Y siguen hablando. Creo que es alemán. Oigo una campana ´metálica: el nuevo tranvía se acerca por la avenida de la Constitución. Su lento paso me hace pensar de nuevo en la utilidad de su funcionamiento. Nunca me he montado pero va lleno de personas hablando. La paz vuelve cuando gira hacia la Plaza Nueva. Estoy esperando mi cerveza que no llega. Las tripas me crujen anhelantes de algo sólido que les ofrezca. Muchas personas pasan frente a mí. Las motos empujadas por sus conductores para no romper con su rugido la paz que nos rodea. Queda lejos en el tiempo el bullicio de la semana santa en esta rua. Tampoco se puede ver ya la cera y el azahar, aun siendo mayo, ya no huele. Grupos de ancianos, de jóvenes y niños pasean en un orden desordenado sorteando las vías que jalonan la avenida.

El andar cansado del anciano se atropella con el caminar acelerado de la chiquillería. Son la sangre que alimenta esta arteria de Sevilla.
Las bicicletas han colonizado este espacio. Circulan por el inmenso carril que es la calle. Otra vez llega el tranvía y como una flor la muchedumbre y los ciclistas le abren paso. Todo se cierra después.
Las imágenes de la fnac me miran desde el otro lado de la calle. Me chocan. Desde mi izquierda los edificios maravillosos de la avenida se incomodan con la cicatriz que supone ese compañero en mitad de la avenida.

Esa pared lisa ribeteada de fotos en blanco y negro acabará encontrando su identidad, pero ahora mismo no me inspira. Aquel otro, en la esquina que no es esquina porque es circular, me atrae irremediablente. Como una tarta infantli sus distintas plantas me demuestran una belleza individual, singular y diferente. No sabría decir cual es la más bella por que todas me fascinan.
¿Soy privilegiada? Hoy siento que sí. He paseado con personas mayores del valle del Lozoya. Les he estado mostrando Sevilla, la Catedral y el Alcázar. Me han escuchado con atención y he sido consciente de cuanto se puede disfrutar con esas visitas. Y solo tengo 42 años. Una de las personas tenía 85 y me ha contado que en el año 43 fue en camión a Pinilla con mi tío Liberato. Mi tío al que no conocí porque murió muchos años antes de que yo naciese.

Pero me ha encantado. Vuelvo a pensar en lo valioso que es expresar lo que nuestras mentes atesoran. Todos somos cofres que guardamos pensamientos únicos. No sabemos lo especiales que somos hasta que no nos enfrentamos a nosotros mismos y descubrimos que cada experiencia va forjando nuestra personalidad.
Por todo ello escribo. Aquí queda esta Irene del 6 de mayo de 2010. Mis pensamientos pasarán por mi cabeza, pero permanecerán escritos en mi pequeño rincón virtual para compartirlos con quien quiera pasar por mi casa.

lunes, 3 de mayo de 2010

El reencuentro

A veces pensamos que lo que parece muerto, lo está. Y puede que estemos equivocados. En algunas ocasiones queda un rescoldo a punto de perecer que puede revivir si se le pega un soplido. Y no es tan difícil hacerlo. Hay que respirar profundamente, hinchar los mofletes y soplar, pero no hacerlo violentamente que podemos apagarlo definitivamente, sino suavemente, con cariño y muy probablemente la llama acabe reviviendo.
Como siempre esto lo aplico a mi vida y siento que he aprendido a respirar profundamente, a volcarme hacia mi interior para encontrar la fuerza justa con la que soplar. Y soplo en todas las direcciones que puedo para revivir todo lo que pensaba que estaba muerto. Mucho estaba apagado hace tanto tiempo que no pensaba que mi soplido tendría efecto, pero al final he vuelto a sorprenderme. ¿Cómo es que no me di cuenta de que todo lo valioso estaba en mi interior? Y que apenas me quedaba meterme dentro, indagar, conocerme a mí misma para después sacarlo hacia afuera, insuflando de energía y vida a todo lo que sentí muerto.
Evidentemente hay mucho dolor todavía dentro. Y resentimiento. Me cuesta todavía pensar en situaciones y personas sin sentir un dolor intenso que me bloquea completamente y me hace comprender que en el mundo tiene que existir la otra cara para que complete el total. Lo negro, frente al blanco; lo malo frente a lo bueno; lo honesto frente a lo deshonesto: y que no se podría entender lo uno sin lo otro.
Es absurdo pensar en un mundo idílico en el que todo fuese perfecto. Ni en los sueños puede aparecer así porque todos somos dos en uno, o tres, o cuatro, dependiendo de los ojos que nos miran. Seré buena o mala, alta o baja, honesta o trápala, constante o veleta, según la persona que me mire. Solo yo sé como soy verdaderamente o al menos en esa búsqueda estoy. Y el esfuerzo de saberlo no está siendo fácil. Tengo que soplar mucho hacia mi interior para revivir esos rescoldos que están ahí y ¿has intentado soplar alguna vez hacia dentro?. Pero lo voy consiguiendo y eso me está llevando a reencontrar a la Irene que era antes de que me llenasen de dudas, de miedos, de complejos, de remordimientos, de angustias, de basura que era de otros y que yo asimilaba porque no era capaz de negarme a recibirlas.
El camino, aunque duro, merece la pena ser recorrido y espero que pronto pueda mirarme al espejo y reconocerme como verdaderamente soy, mucho mejor de lo que pensaba hace unos meses y más feliz.