martes, 28 de mayo de 2013

Jaulas de cristal

Hoy os escribo a vosotros, amigo y amiga, que optasteis por vivir en jaulas de cristal.
Cada uno, desde vuestra propia vivencia, estáis inmersos en una realidad que os limita la capacidad de decidir cómo queréis vivir los días que os quedan por delante.
No soy nadie para criticar esas vidas, porque la esencia del ser humano es el libre albedrío y de alguna manera forma parte de vuestra capacidad de decisión.
Pero yo, desde afuera, os miro. Y siento pena, añoranza, deseos, anhelos, abandono.
Sé que no hay forma de arrancaros de vuestras jaulas porque no sois capaces de ver esos barrotes y os creéis libres si maquilláis vuestra vida con mentiras que justifican la falta de coraje.
Yo también he vivido así. A veces, incluso, pienso que también tengo rejas a mi alrededor, pero solo me basta con cerrar los ojos y empiezo a sentir como la libertad se expande por cada célula de mi cuerpo.
Me entran ganas de llorar por vosotros, porque os quiero con todo mi corazón, pero todos mis intentos por haceros ver que el sol brilla resplandeciente lejos de esa jaula han sido en vano.
Es duro tirar la toalla y abandonar la lucha. Me resisto porque han sido muchos años llevándoos en mi corazón. Y ahí seguiréis por los siglos de los siglos, porque aunque tú y tú ya no me quieras en tu vida, aquí seguirás habitando.
Han pasado muchos años sin vernos, en los que la vida nos ha forjados muy distintos. A lo lejos os miro y observo vuestras vidas. Y me siento responsable de lo que estáis viviendo, porque yo os acerqué a vuestros carceleros. Son dos realidades muy distintas  pero tan semejantes en la realidad que al plantearme escribir algo hoy, con este título, me ha venido la imagen de vosotros, indisoluble aunque no tengáis nada que ver el uno con la otra.
Dicen que hay que desapegarse y supongo que hoy trato de hacerlo de dos amigos a los que llevo siempre impresos en mi alma como apéndices necesarios. Pero la realidad impone, yo estoy fuera y ellos quieren seguir dentro de sus jaulas.
No sé si la vida nos dará más oportunidades de rehacer relaciones que fueron maravillosas en su día, pero que hoy por hoy son irrecuperables.
A vosotros, amig@s, con vuestros ojos rasgados, vuestra sonrisa cautivadora, los cientos de recuerdos compartidos de charlas amenas, momentos divertidos, vivencias insustituibles, viajes enriquecedores..., solo os pido que lo intentéis una vez más. Esos barrotes que os rodean son transparentes. Si te acercas y los tocas a lo mejor descubres que son de hielo y el calor de vuestra fuerza interior puede derretirlos con facilidad. Yo seguiré aquí, con mi amor incondicional, porque es totalmente cierto que cuando se ama desde lo más profundo, ni la más dura realidad permite que ese sentimiento se muera.

lunes, 27 de mayo de 2013

Y soñé con un tsunami

Hace unos días tuve un sueño muy extraño.
Soñé que un tsunami barría todo.
Pero nada era material. Era un tsunami onírico, de los que sientes que está acabando con algo que está destinado a desaparecer pero se sigue agarrando desesperadamente a la realidad más inmaterial que podamos imaginar.
Desde entonces he estado esperando los cambios, como si de verdad una ola de energía renovadora fuese a descargar sobre mi realidad dándole la vuelta completamente a todo lo que me rodea.
Y es cierto que han llegado grandes olas, que he aprendido a sortear a base de verlas venir varias veces en mi vida. Pero como buena chica, he aprendido a saltar a su ritmo, de la misma manera que saltamos en la playa cuando un agradable oleaje acompaña nuestro baño en el mar.
Otras han sido avisadas y solo estoy esperando una llamada para montarme en una gran ola que me devolverá la luz a los ojos. Pero está tardando...
Pero de lo que sí me he dado cuenta es de que el tsunami verdadero, el que va a darle la vuelta a todo, solo depende de mí, saldrá de dentro, de las decisiones que tome, y debe gestarse lentamente.
Pero de que barrerá con todo no tengo dudas, porque ya me está haciendo falta.
Este fin de semana volví a reencontrarme con varias amistades a las que tenía más o menos abandonadas. Hacía mucho que no nos reuníamos porque durante mucho tiempo la vida me ha ido presentando personas nuevas que necesitaba conocer para avanzar; o estaba dándome la oportunidad de re-conocer a otras muchas que pasaron por ella en mi infancia. Y mis amigos de siempre estaban ahí, aparcaditos en mi corazón, sin salir de él porque tienen un lugar inamovible.
Y me di cuenta de que esta tsunami pasaba por volver a ellos, a reencontrar a aquella Irene de hace mucho tiempo, la preReiki, la pre-ciega, la pre-intuitiva. Porque tenía que fusionar en una sola realidad a esta persona que soy, con la gente nueva y la gente de siempre.
Y eso ha permitido que viese las cosas desde otra perspectiva. Los buenos amigos tienen la cualidad de hacerte ver las cosas desde otro punto de vista, te hacen valorarte cuando tú solo ves lo gorda que estás o la cara de pan que has sacado en una foto. 
Ellos te hacen ver la felicidad el brillo de tus ojos o la paz que refleja tu sonrisa...Y eso es lo realmente importante.
A veces es bueno reírse de uno mismo porque en cierta medida uno ha optado por convertirse en payaso de su realidad por un momento.
Hace unos días viví la boda de mi hermana pequeña. Fue una boda divertida y original. Había que vestir con ropa cómoda: "de chándal" solicitaba la invitación visual de la boda, protagonizada por el perro de los contrayentes. Y así me presenté. Con un chándal rosa fucsia que tiraba "pa´tras" de lo chillón que era. Mis hijos "avergonzaitos" por mi pinta, pero yo feliz como una perdiz por poder participar de una manera vistosa de un día especial. La presencia de algunos invitados "ilustres" (sobre todo para quien disfruta del espectáculo de los muchachos dándoles patadas al balón) me hicieron sentir curiosamente divertida y pude recordar que a veces caemos en absurdos con nuestra actitud infantil. Pero disfruté de verdad.
Sin embargo, aún habíéndome expuesto a cuanta cámara de fotos me quiso fotografiar el día de la boda, cuando he vuelto a vestir esa ropa para un evento particular...sí me he sentido payasa, fuera de lugar, aún siendo mi casa. Es curioso como funciona la mente para con nosotros mismos.  
Pero supongo que todo tiene un sentido y me ha pasado esto, recuerdos de una inseguridad insertada en mi ADN, para que reaccione y me acepte como soy, y deje en la cuneta a quien no opta por mí al cien por cien, porque yo me lo merezco.
Vienen días difíciles, lo presiento. Pero seguiré saltando olas e igual cuando pase el tsunami ya tenga las piernas preparadas para dar el gran salto y pueda sortearlo sin problemas. Ahí queda eso. 
Quien lo entienda que me lo explique.