jueves, 21 de octubre de 2021

Poemas de después

Inmortalidad

Que brote la lava de mi alma,
que arrastre el dolor de mi pecho
y las burbujas ardientes
barran al olvido la pena de la ausencia.

Y cuando el frío llegue
y vuelva roca los despojos del dolor
construiré una estatua eterna
sobre la base de la tierra herida.

Lamo mis heridas y escuece.
Enjugo mis lágrimas a solas
y espero que las almas inmortales
se reencuentren en los sueños.

Cierro mis ojos muy fuerte
y buceo incansable en mis recuerdos.
Y busco y encuentro un haz de mil luces
que me conducen al infinito.

Y allí estábamos nosotros,
cabalgando monturas que no están
y renacieron en mi mente
para que nos encontrásemos de nuevo.

Y volvimos a ser felices
durante el tiempo que florece
una efímera pompa de jabón
luminosa, brillante y etérea.

Y despertar de ese sueño
regó de esperanzas mi vida
¿habrá más sueños, más recuerdos
que te acerquen a mí?

Somos la frágil brizna que vuela
tras vivir agarrada en suelo seco,
esa que valoraba el pobre nutriente
como el manjar imprescindible
y que al volar observa
que hay mil prados donde nacer,
más verdes, más ricos y dulces,
y el desierto solo fue un paso más.
Habré de regar de amor mis raíces
para reverdecer mi erial en paraíso
mientras espero, confiada,
que el próximo viaje será mejor.

Lo que ya no vuelve

Volverán las primaveras
a sonreír en mi ventana,
y quizás mis labios
jueguen a imitarlas.

Volverá el sol
a calentar mi alma fría,
y quizás sienta 
que el corazón late.

Volverá la luz
a iluminar los senderos oscuros,
y quizás vea
aun con los ojos cerrados.

Volverá el amor
a llamar a mi puerta,
y quizás viva
para poder reconocerlo.

Volverán los amaneceres
a anunciarnos esperanza,
y quizás me despierte
a una nueva realidad.

Pero las primaveras
ya no serán tan verdes,
ni el sol tan cálido,
o la luz tan brillante.
Cuando el amor me llame,
no llenará los vacíos
y acabaré viviendo
un eterno atardecer...