jueves, 2 de febrero de 2023

Dos ejercicios sencillos sobre UNA GOTA de 200 palabras

 Me he despertado rodando libre sobre el cristal de una ventana lisa. He surgido del vapor de una olla de sopa que arde sobre el fuego. Sin saber cómo un elemento amarillo absorvente me ha envuelto y me ha dejado sonoramente sobre un lugar metálico y plateado. Todo se vuelve oscuro durante una eternidad en un túnel infinito. Muchas hermanas me acompañan y decidimos unirnos para viajar en esta aventura que no sabemos dónde nos llevará. 

Nos cogemos de la mano y caemos en un lugar donde hay piedras y plantas que me ayudan a eliminar la suciedad que se me fue pegando.

Cada vez viajo más deprisa y voy cambiando de compañeras a medida que somos más y más. Salto con cada obstáculo que me encuentro. 

Finalmente llegamos a un inmenso lugar donde ya somos millones de gotas provenientes de cientos de cañerías, arroyos, ríos y lagos. Se me pegan pequeñas trazas de residuos que me salan y comienzo a cabalgar en la cresta que forman millones de hermanas.

Estoy cansada y me relajo. El calor me atrae y quiero volar. Me dejo ir hacia el cielo y me diluyo en el aire a la espera de otro renacer.







Era una gota tímida y desconfiada. Tintineaba en el borde una hoja verde y no se atrevía a saltar al vacío. Una rana se acercó sigilosa y ese leve movimento la precipitó hacia la charca donde nadaban cientos de renacuajos. Se fundió con las demás y se dejó llevar por el riachuelo hasta un hermoso lago donde se sintió intimidada ante la inmensidad. Se acurrucó junto a una piedra a la espera de que algo sucediera. El frío la atrapó durante el invierno congelándola junto a la orilla hasta que una bota humana rasgó el hielo y quedó adherida al empeine de piel.  Caminó agarrada firmemente al húmedo calzado, viendo paisajes desconocidos, montañas nevadas, mares inmensos, cielos cargados de gotas miedosas como ella y conoció al radiante sol. Disfrutó de su nueva condición de gota viajera durante varios días. Junto al fuego de la chimenea se liberó finalmente del tejido y se dejó llevar por el aire hasta que el frío, de nuevo, la volvió líquida y se pegó firmemente al cristal de una ventana lisa. Allí vio nacer a muchas hermanas que provenían del vapor que emanaba de una olla de sopa que ardía en el fogón.