domingo, 21 de noviembre de 2010

Okoru-na (No se enoje)

Extraído del libro "Reiki" de Johny De´Carly.

Cuenta una vieja leyenda budista que un niño tenía mal genio. Su padre, un viejo sabio, le dio un saco de clavos diciéndole que cada vez que perdiese la paciencia debería clavar un clavo detrás de la puerta. El primer día, el niño clavó treinta y siete clavos. A medida que iba aprendiendo a controlar su carácter, clavaba menos clavos. Con el tíempo, descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llegó el día en que pudo controlar su genio durante toda una jornada. Después de contarle a su padre lo sucedido, este le aconsejó que retirase un clavo cada día que consiguiese dominar su genio. Los días pasaron y , finalmente, el joven pudo anunciar a su padre que ya no quedaban más clavos detrás de la puerta.
Su sabio padre lo tomó de la mano y, llevándole detrás de la puerta le dijo: "Hijo mío, advierto que has trabajado duro, pero observa ahora todos esos agujeros que hay en la puerta. Ya nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia y te dejas llevar por la ira, dejas cicatrices exactamente como las que ves aquí. Puedes insultar a alguien y retirar el insulto, pero dependiendo de la forma como hables puedes resultar devastador, y la cicatriz de tus palabras quedará para siempre. Una ofensa verbal puede resultar tan dañina como una ofensa física."

martes, 9 de noviembre de 2010

Tres años ya.


Fuiste la antorcha que iluminó mi camino. Cuando la luz escaseaba a mi alrededor y me sentía sola tú aparecías con esa fuerza sobrehumana que te caracterizaba y me hacías ver que en mi interior brillaba parte de tu ser y podía soñar en parecerme a tí.
Te perdí hace tres años pero sigues presente en mi vida. Cuando la tentación de dañar aparece, tu rostro me perfila un camino diferente en el que no haya cabida para los rencores ni para las malas acciones.
Sentí no haberte conocido más, cuando tu valentía te hizo abandonarlo todo en pos de un sueño.
Tu sentido del honor, del deber, del amor, de la fe, de la bondad superaron todos los obstáculos que la vida te puso delante y siempre fuiste la mejor persona que se podía ser
Hoy te recuerdo, como todos los días, pero tu presencia se hace más próxima porque ya pasaron tres años desde que partiste hacia donde merecías. No tengo la menor duda de que estás en lo que los cristianos llamamos cielo. Si como tal no existiera, estoy segura de que tu alma se codea con las grandes almas que habitaron este planeta durante toda su existencia. Porque allá donde estés seguirás brillando como pocos.
Papá, te echo de menos y te quiero. No dejes de velar por mí porque saber que me sigues me obliga a ser mejor persona.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Mi mando

Hoy ha decidido que ya no quería obedecer. Siempre estaba dispuesto a obedecerme sin protestar y mis órdenes eran acatadas inmediatamente sin que mediase recriminación alguna. Su nombre mismo cobijaba el sentido de mi orden.
Algunas veces, solo cuando el alimento escaseaba, osaba resistirse a mis reclamaciones. Y al final, rebañando de platos usados, lograba, una vez más, cumplir con su deber.
Mi mando a distancia ha dejado de funcionar.

jueves, 28 de octubre de 2010

Los caminos de la vida

Muchas veces me he preguntado a mí misma qué es lo que nos hace decidirnos por algunas cosas en nuestra vida. He hablado en muchas ocasiones de los caminos que se van presentando ante nosotros y la decisión de tomar uno u otro y lo que afecta dicha decisión.

Y una vez más me gustaría analizar, lo más fríamente (lo dudo yo misma) posible, este tema visto los acontecimiento que he vivido estos últimos días.

El viernes pasado reconocí a mucha gente de mi pasado. Como escribía en mi entrada anterior, tras los ojos de muchos de mis compañeros reconocí a aquellos jóvenes que con veintipocos años compartieron conmigo los magníficos años de Universidad. Me pregunto cuán distinto habríamos sido si en aquellos años ya hubiésemos dispuesto de Internet como tienen los universitarios hoy. Es seguro que aunque fuese de una forma virtual, los lazos se habrían mantenido y no me hubiese sentido, solo durante un instante, una intrusa.

Analizando las vidas de los compañeros con los que tuve la suerte de hablar me doy cuenta de que soy la única que optó por la docencia en la Secundaria. No sé si por desconocimiento de las utilidades de nuestra titulación o por falta de vocación lo cierto es que casi todos optaron por la función pública o por el ejercicio del derecho en todas sus posibles ramas: Abogados, jueces, notarios, profesores de Universidad. Una generación, la del 67 tan prolífica como masificada en unas aulas que nos obligaban a sentarnos en las escaleras. Eché de menos a tantos y tantos amigos.

Y también me pregunto qué me apartó del Derecho.

En aquella reunión recordé a los nuevos profesores (antiguos compañeros) la anécdota que me obligó por autoimposición a seguir con unos estudios que no me gustaron desde el primer momento. Cabezota como soy y enemiga de dejar las cosas a medias, me obligué a seguir en la facultad si conseguía aprobar una sola asignatura en mi primer año. Lógicamente de no haber pasado esa primera materia me habrían echado de la facultad y no sé qué camino habría cogido entonces.

Y llegó mi querido profesor de Derecho Civil de primero. Le puso una flecha a mi vida aprobando a toda la clase y cerrando otras posibilidades para mí. Yo no había previsto eso, pero al haberse cumplido el requisito que me había marcado, tuve que seguir.

El hecho de haber trabajado siempre mientras estudiaba me apartó un poco de las relaciones sociales en la facultad. Siempre corriendo para llegar a trabajar en el colegio, ya fuera en el comedor, como en la cocina, en la secretaria, en la biblioteca… Si a eso le uno mi agitada vida deportiva que me mantenía ocupada con gimnasios y piscinas, correr por el parque o sesiones de cualquier actividad organizada por el Sadus. (Servicio de actividades deportivas de la Universidad de Sevilla). hizo que conservase y alimentase pocos amigos de esa etapa.

Así que dejé que los años pasasen y un miedo interior a no acabar nunca se fue apoderando de mí. A los cinco años los compañeros de mi promoción se fueron marchando. Me apunté al viaje a Madeira que ayudé a organizar y disfruté como si verdaderamente hubiese acabado con ellos, pero no era así. Todavía quedaba muchas cuestas que subir y muchas montañas que flanquear. Y la decisión de terminar se convirtió a la vez en un suplicio y en una obligación.

Y entonces mi padre me pidió que trabajase con él. En aquel momento él ejercía más de abogado al haberse jubiliado de la función pública y esa era una oportunidad muy importante para aprender el verdadero derecho, el que se aplica, no aquellos mamotretos que nos obligaban a memorizar en la universidad. Mis hermanos mayores apoyaban económicamente aquel aprendizaje pagándome una pequeña asignación para que que no tuviera que ir tantas horas al colegio y no fuese una excusa más para eludir mi enfrentamiento directo con la realidad jurídica.

Y durante unos cuantos años aprendí mucho, sobre todo a moverme por juzgados, por el Colegio de Abogados (donde ya me cruzaba con excompañeros), a redactar demandas, recursos…y demás asuntos. Pero sobre todo aprendí que aquello no era mi mundo. No servía para abogada y aquel rodaje me hizo más difícil todavía enfrentarme a las asignaturas que me quedaban. Siempre buscaba actividades alternativas que eternizaban mi paso por la Universidad, como trabajar ocn una agencia de viajes o hacer de fotógrafa. En los pasillos me cruzaba con profesores que habían estudiado conmigo y creo que la vergüenza me atenazaba aún más.

Y entonces decidí dejarlo todo y enfrentar el toro por los cuernos. Dejé de trabajar y me aislé durante un tiempo hasta acabar. Y lo hice…Acabé. La liberación que sentí fue algo increíble. Ya tenía el dichoso papelito (que todavía mantengo enrollado en un tubo de cartón) que me liberaba.

Y descubro que con mi título puedo dar clases. Y empiezo a hacer cursos, estos sí con ilusión, sobre Lengua española, Ciencias sociales…que me acrediten…

Aquel descubrimiento fue un camino nuevo que se me abrió. Tras tantos años de amargura, sintiendo que estaba defraudando las expectativas de mis padres al no tomar el relevo en la abogacía, encontré algo que me gustaba, y que con el paso de los años me ha ido gustando más y más.

Y empecé a sentirme bien conmigo misma. El contacto con adolescentes me hizo más realista y a la vez más idealista. Mi experiencia en el despacho me había abierto la mente a un mundo en el que la delincuencia, los maltratos, la violencia, etc, en muchos casos provenían de una adolescencia mal dirigida. Y se convirtió en un reto para mí no solo enseñar lo que las leyes me obligaban, sino también, y más importante, formar a seres humanos con valores, con ilusiones, con metas y con confianza suficiente para conseguirlas.

Y creo que no lo hice mal. En los 14 años en los que llevo dando clases han pasado por mis aulas unos cuantos cientos de alumnos y alumnas que han dejado huellas imborrables en mí. Lo más seguro es que me cruce con ellos y no sea capaz de reconocerlos en los hombres y mujeres que ahora serán, pero espero que yo haya sido para ellos una puerta abierta en los caminos que suponen sus vidas y que el mensaje que quise transmitirles cuando eran jóvenes alocados e irreflexivos haya fructificado.

Como me suele pasar cada vez que escribo, nunca se corresponden mis intenciones iniciales con el resultado de mi escrito, pero supongo que por eso me gusta hacerlo, por lo imprevisible del resultado.

Como conclusión quisiera reflexionar desde el punto de partida. No soy la que empezó la carrera, ni la que acabó. Las puertas se fueron abriendo y cerrando a lo largo de mi vida para llevarme a donde estoy. Y me siento satisfecha, porque en el fondo, sí he contribuído un poco a que este mundo sea algo mejor.

sábado, 23 de octubre de 2010

De la memoria al presente.


En estos últimos días he vuelto a sentir que algo va a cambiar. Episodios del pasado vuelven a mí de muchas maneras y trato de darles sentido de la forma más racional posible.
Pero una vez más no puedo dejar que sea la razón la que vaya dando las respuestas a los muchos interrogantes que se me van planteando.
Lo primero ha sido el volver a un pasado que ni siquiera viví pero que, en cierta medida, me conforma como soy. Lo segundo un reencuentro que ha permitido que resetee ciertos complejos que conservaba desde hace muchos años y que personas del pasado, sin ni siquiera ser conscientes de ello, me han ayudado a desterrar.
El primer acontecimiento que me ha hecho reflexionar mucho estos días ha sido la lectura de las memorias escritas por mi abuela a sus 83 años, en el año 1968. En aquellos días yo estaría balbucenado mis primeras palabras o trataba de mantenerme despierta algunas horas del día, en unos momentos en que las revoluciones bullían por Europa.
Mi abuela Hermenegilda narraba su primera infancia acaecida a finales del siglo XIX. Relataba las dificultades por las que pasó en un entorno medieval (un barrio de un diminuto pueblo a las faldas del sistema central, que pertenecía a Segovia). La sencillez de su relato me trasladaba a otro tiempo y lugar sin dejar de ser consciente que aquella mujer, luchadora, parió a mi padre y forjó al magnífico ser humano en el que se convirtió. Aquella mujer a la que dicen que me parezco física e interiormente, narraba los miedos que pasó durante la Guerra Civil cuando, abandonando todo en el pueblo de la sierra madrileña donde nació mi padre, tuvo que cruzar las montañas, de noche, para salvar la vida de toda su familia. Sin entrar en política ella veneraba a quienes le salvaron la vida y siempre hay que entender las ideas de todos sus descendientes con respecto a aquella cruel y dolorosa guerra y sus consecuencias.
También llegaron a mis manos las memorias de dos de mis tíos (las de mi padre las leí hace mucho y su filosofía vital me ha marcado siempre) mucho más realistas y descriptivas de la sociedad de las primeras décadas del siglo XX. Hombres jóvenes y luchadores contaban los temores que le suponían cuidar a las cabras al raso, durmiendo sobre el suelo de la montaña para tratar de ayudar a su numerosa familia que trataba de prosperar en un entorno duro y pobre. En todos los casos mi abuela y mis tíos, como siempre predicó mi padre, se apoyaban en su fe para aceptar los designios más o menos duros que la vida les traía.
He descubierto el Madrid de los cincuenta, con sus transformaciones urbanísticas, de mano de los que, con su propio esfuerzo, lo forjaron. También como el tesón y la voluntad hizo que unos niños pobres, hijos de agricultores y cabreros, se convirtieran en hombres honestos, brillantes, luchadores y generosos.
El descubrimiento y análisis de esas vidas me hacen meditar sobre la mía. Me pregunto qué he aportado yo a este mundo para hacerlo mejor. Mi sociedad no es la que ellos vivieron pero por mi sangre corre la misma sangre de aquella mujer o de aquellos hombres que marcaron a todos los que convivieron con ellos. Siento que debo hacer algo que me trascienda como una responsabilidad ante mis antepasados. Gracias a ellos soy la que soy, con mis pobrezas y mis riquezas, con mis debilidades y mis grandezas...
Pero no todo acaba ahí.
El segundo acontecimento ha sido el reencuentro con mis compañeros de facultad. Tal y como me pasó hace cuatro años con las compañeras del colegio he sido consciente de mí misma como nunca.
Atrás quedó aquella Irene insegura que se paseaba por la Facultad de Derecho de la Fábrica de Tabaco, perdida entre clases que no le gustaban y una obligación autoimpuesta de no dejar que nada le rindiese. Al igual que en aquella otra reunión alguien se encargó de hacerme ver como yo era, como me veían ellos y ellas, y esa imagen distaba años luz de la que yo pensé que proyectaba. Creo que en aquella carpa donde celebramos la reunión dejé muchas de las inseguridades que me atenazaban y recuperé una felicidad interior que no recordaba. Tengo que agradecerle a todos los compañeros la amabilidad con la que me trataron. Con muchos no había hablado en mi vida, pero al mirar a sus ojos he podido reconocerlos en otros hombres y mujeres que compartieron conmigo momentos de mi vida que me marcaron como ser humano. Esa regresión a mi pasado me ha hecho revivir, resoñar, reilusionarme y reencontrarme con personas estupendas que también contribuyeron a ser de mí quien soy.
Y sé que de ambos acontecimientos voy a sacar algo positivo. De hecho mi mente no deja de bullir y se me ocurren muchas ideas nuevas. Es momento de cambio y las cosas pasan porque tienen que pasar

jueves, 23 de septiembre de 2010

Contraataque


La vida me sigue dando golpes.
Pero ya no me hieren porque encontré la paz interior que necesitaba para quererme a mí misma y la fuerza suficiente para enfrentarme a la situación desde la honestidad.
Últimamente vuelvo a sentir que todo se mueve a mi alrededor a otro ritmo y que algo superior a mí me va guiando.
Las fuerzas negativas atacan una y otra vez. Y yo he aprendido a contraatacar siendo la mejor persona que me siento capaz de ser. Seguro que así no me derrotan.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El tiovivo


La vida es como un tiovivo.
Cuando para solo tienes un instante para elegir el caballo en el que quieres montar y no hay mucho tiempo para reflexionar y saber a dónde te llevará ese caballo.
Y comenzarán las vueltas, una tras otras, y te desorientarás.
Si miras hacia los lados todo pasa muy deprisa y no eres consciente de que cada vuelta que das montada en ese ser inerte pero móvil, te aleja más y más del lugar a donde querías ir.
Para cuando el tiovivo vuelve a parar los caminos dibujados en nuestros sueños se han emborronado y no sabemos muy bien qué hacer. Podemos bajarnos del todo y tratar de mantenermos al margen, viendo como el tiovivo sigue dando vueltas, cumpliendo otros sueños, otras metas, ajenas a nosotros. Pero así no evolucionamos.
Podemos observar con interes, analizando los demás caballos, qué trayectoria se ha marcado y el grado de felicidad del ser humano que lo monta. Analizándolo podemos esbozar el tipo de caballo en el que queremos montarnos y una vez decidido esperar en la barrera para echar a correr en cuanto el tiovivo pare y poder coger nuestro caballo antes de que alguien se nos adelante.
En este tiovivo todo el mundo corre más deprisa que yo. He montado varios caballos y cada uno ha desorientado más mi vida. También me he mantenido observando pero los seres que subían al caballo que yo deseaba se encargaban de orientarlo hacia mí, fuera de sus anclajes para pisotearme.
Supongo que, como en todo, toca esperar a que el tiovivo vuelva a parar y que, por fin, el caballo que me llevará a una vida mejor esté a mi alcance y pueda tomar las riendas para sentirme una auténtica amazonas

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Yo y mi mobbing


Siempre me tuve por una buena persona. Nunca hice daño a nadie a sabiendas, aunque soy consciente de que alguna de mis decisiones en el pasado pudo herir a alguien. También es cierto que durante un tiempo fui marioneta inconsciente y unos hilos consiguieron manejarme sin que yo me diera cuenta. Pero eso no me hace mala persona.
Hoy sin embargo quiero hacer una confesión por mi propio bien. Estoy siendo acosada.
Si, sé que es muy fuerte que lo escriba aquí, en mi rincón, pero creo que hacerlo me ayudará a enfrentarme mejor a la situación que estoy viviendo.
Ya me lo dijeron durante el curso anterior. Más de un experto de los que visité el año pasado durante mi baja me dijeron que estaba sufriendo "mobbing" e incluso alguno me dijo que lo que yo estaba padeciendo era "de manual".
En aquel momento lo dejé pasar y traté de rehacerme como persona, valorarme a mí misma y en el éxito de la recuperación de mi autoestima tuvieron mucho que ver el apoyo de mis alumnos, de los padres, de mis amigos y de este mi blog. Con todos ellos fui recuperando la autoestima que determinadas personas se habían encargado de minar poco a poco.
Y comenzó un curso nuevo. Como muchos de mis seguidores saben estaba ilusionada, llena de ganas de volver a darme a mis alumnos con el mismo cariño e interés de siempre. Ya casi había olvidado lo que me esperaba.
Pero han tardado poco en recordármelo.
Para quien no lo sepa dejo un enlace sobre lo que es el mobbing y lo que se pretende con él. No voy a entrar a hacer el paralelismo entre lo que se recoge en dicho documento y lo que yo estoy sufriendo, pero quien me conoce bien podrá reconcer muchas de las acciones de las que estoy siendo sujeto en los dos últimos años como estrategias encaminadas a prescindir de mí.


"Estrategias y modalidades de mobbing

- Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.
- Asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, y tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
- Sobrecargar selectivamente a la víctima con mucho trabajo.
- Amenazar de manera continuada a la víctima o coaccionarla.
- Quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar («hasta que se aburra y se vaya»).
- Modificar sin decir nada al trabajador las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo.
- Tratarle de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar su caso de forma diferente).
- Ignorarle (hacerle el vacío) o excluirle, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia («ninguneándolo») o su no presencia física en la oficina, o en las reuniones a las que asiste («como si fuese invisible»).
- Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
- Difamar a la víctima, extendiendo por la empresa u organización rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
- Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo realizado por la víctima, negándose a evaluar periódicamente su trabajo.
- Bloquear el desarrollo o la carrera profesional, limitando retrasando o entorpeciendo el acceso a promociones, cursos o seminarios de capacitación.
- Ignorar los éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos a él, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
- Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
- Monitorizar o controlar malintencionadamente su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de algo.
- Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y atribuciones.
- Bloquear administrativamente a la persona, no dándole traslado, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos o resoluciones que le afectan.
- Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiándolo.
- Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo, su teléfono, revisando sus documentos, armarios, cajones, etc.
- Robar, destruir o sustraer elementos clave para su trabajo.
- Atacar sus convicciones personales, ideología o religión.
- Animar a otros compañeros a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad."


De casi todos los puntos que se recogen en esta lista podría poner un ejemplo real de lo que me están haciendo a mí pero esta vez no voy a callarme.

Evidentemente muchos podrían indicarme que son percepciones mías, pero si continúo leyendo las consecuencias del acoso laboral en el acosado el paralelismo ya es indudable.

"Consecuencias psicológicas y laborales:

Lento deterioro de la confianza en sí misma y en sus capacidades profesionales por parte de la víctima.
Proceso de desvaloración personal.
Desarrollo de la culpabilidad en la víctima (la propia familia suele cuestionarla sobre su comportamiento).
Creencia de haber cometido verdaderamente errores, fallos o incumplimientos.
Somatización del conflicto: enfermedades físicas.
Insomnio, ansiedad, estrés, irritabilidad, hipervigilancia, fatiga, cambios de personalidad, problemas de relación con la pareja, depresión.
Inseguridad, torpeza, indecisión, conflictos con otras personas e incluso familiares.
Bajas laborales que el acosador suele aprovechar contra el trabajador."

Es evidente que también he pasado por muchas de esas fases
Y si hoy estoy aquí escribiendo esto en mi blog es porque he sentido miedo. Sí, miedo.
El final del artículo es aterrador y no estoy dispuesta a llegar a ese punto. No quiero acabar derrotada y por eso lanzo mi grito a quien lo quiera escuchar para que se alcen las voces que sean necesarias para frenar radicalmente todo ese proceso.
Porque yo no soy polémica, siempre he ayudado a todos mis compañeros y he procurado facilitarles el trabajo, más aún cuando tenía responsabilidades. Nunca he despreciado el trabajo de nadie y siempre he creído en las posibilidades de cada uno. Siempre he sido una trabajadora eficaz y eficiente. Autodidacta he transmitido todo lo que aprendido a quien lo necesitase sin pedir nada a cambio.
Y eso lo saben mis compañeros pero hay quien se ha dedicado a crear una imagen falsa de mí. Se han dedicado a desprestigiarme, a dudar de mi estabilidad mental, a criticar mi trabajo sin siquiera saber qué y cómo lo hago. Me han robado méritos con actividades de dudosa legitimidad. Me han sancionado por defender la legalidad. Me han insultado y agredido. Me han vejado y arrinconado. Me ignoran y limitan mi iniciativa en cuanto abro la boca.

Es cierto que los trapos sucios se lavan en casa, pero ya no puedo más. No quiero destrozar mi familia, que mis amigos me abandonen, quedarme sin trabajo por no haber gritado lo más fuerte posible.
Mi blog, mi rincón virtual, es la voz que ya no me queda para que me oigan.
Yo estoy sufriendo mobbing...¿Qué puedo hacer?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Pensar con otra cabeza

Hace un año escribí una entrada que se llamaba "Vivir otras vidas".
En aquella ocasión yo manifestaba que me gustaría clonar mi existencia para poder vivir otras vidas. No es que la que me ha tocado en suerte no sea lo suficientemente satisfactoria, sino que muchas veces tengo la impresión de que me estoy perdiendo muchas cosas. Cuando el tiempo va pasando y siento que el cuerpo empieza a sentir su paso me planteo si he hecho suficientemente por los que me rodean. No he sido lo bastante generosa, lo correcta, lo decidida, lo humana que me hubiese gustado ser. No soy creativa, ni puedo pregonar a los cuatro vientos que haya aportado algo a este mundo en el que ocupo un lugar.
Mi entrada hoy va dedicada a un nuevo amigo. A alguien que sí es creativo, que siempre está buscando experimentar cosas nuevas y todas las aportaciones que le llegan le parecen buenas. Y por la admiración que me provoca ese ímpetu trato de ordenar de alguna manera mi cerebro para que de él salga algo digno de ser leído, por el dedicando y por el resto de mis respetados lectores.
En este caso la música es un tema del que me gustaría hablar. En una ocasión traté de hacer un dictado sobre los olores y lo único que conseguí fue meterme unas cientos de calorías en el cuerpo al imaginar olores suculentos.
El describir cómo puede la música afectarme o cómo la asimilo es mucho más difícil porque me temo que tengo un oído tan torpe que ni siquiera mi escasa agudeza visual ha contribuído a su desarrollo.
Sin embargo sí puedo expresar lo que las distintas variedades musicales provocan en mi estado de ánimo.

Mi incultura musical me lleva a reconocer que muchas veces no sé diferenciar lo que es un hip-hop o un rap, ya que nunca he profundizado en esas nuevas variedades. Si amigo Jacinto leyese esto se enfadaría mucho conmigo porque ha intentado en reiteradas ocasiones que lo fuese a ver actuar como DJ en múltiples locales de Sevilla. Seguro que habría solventado gran parte de mis dudas.
Sí puedo hablar de lo que hace sentir un merengue con mucho ritmo y a dónde me traslada. Siento arena en mis pies y sal en el aire. Alegría en las caras que contemplo a pesar de la miseria y ganas de vivir a raudales. El sudor en mi frente y la idea de haber sido transportada al caribe con sus palmeras, su ron, sus motoconchos y sus piñas coladas. Esa música me hace sentir viva, joven, ágil, apasionada.
Una balada romántica me transporta a bosques centroeuropeos. Veo pinares de la Selva Negra y una gran melancolía abraza mi corazón para llevar las lágrimas a mis ojos. Sueño con el amor idílico, un caballo galopando en un claro del bosque. El príncipe azul de las novelas rosas que leía hace años.
Una canción pop de los ochenta me traslada a mis días de instituto. La emoción por descubrir lo nuevo a ritmo de Mecano o Alaska y los Pegamoides. Las nuevas amistades, la sensación de ser independiente por primera vez en la vida. Las primeras noches con los amigos. El ritmo acelera el corazón y los pies comienzan a moverse en un repiqueteo animoso.
La música clásica es punto y aparte. Algunas obras tienen la facultad de hacerme llorar de emoción o de alegría. Tengo mis obras favoritas y creo que son escasas porque nunca tuve buenos profesores que me enseñasen a amar a más autores o piezas.
"Las estaciones de Vivaldi" me llevan como una nube a recorrer los campos, unas veces floridos, otras escarchados. El sonido me traslada al nido del cuco y a la agitación de las hojas en la tormenta. Ese paseo por las estaciones consigue que reviva los sentimientos que el paso del tiempo provoca de una manera natural en mí. En el verano el sol me da la vida. La primavera es esperanza, renovación. El otoño me hace reflexiva. Y el invierno me aletarga a la espera de la nueva primavera. Por todos esos estados de ánimo puedo pasar al escuchar esa obra.
Y otra obra que me encandiló hace muchos años fue "El concierto de Aranjuez" que me emociona como pocas cosas en la vida. Me hace llorar el sentirme tan analfabeta musical porque seguro que cualquier profesor me haría entender como una guitarra puede cantar de esa manera.
Esta disertación está siendo más extensa de lo que pensaba. Me lo temía. La música, tan desconocida para mí y al mismo tiempo tan admirada ha pasado por mi vida de puntillas, dejando un reguero de recuerdos imborrables que resucitan cuando los acordes son percibidos por mi cerebro.
Lo dejo por hoy porque este intento no se asemeja en nada a lo que había pensado pero en el intento está mi triunfo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El gallo del corral


He vuelto al corral. Este corral en donde las gallinas corretean en torno al gallo. Sí. El GALLO.
Él, tan poderoso, tan imponente, tan fuerte. Ya...tan gallo.
Pero el corral está peor que nunca. El gallo ya no sabe cómo se domina al corral y ha dejado de hacerlo. Así que las gallinas y los pocos pollitos que quedamos en él no sabemos muy bien qué hacer. El gallo no domina sus gallinas. Algunas le salen respondonas y cacarea lo más alto que puede para que su cacareo sea lo único que se oiga y se imponga sobre el cloqueo de todos los demás.
El gallo de mi corral está caduco. Algunas gallinas, jovencitas e impresionables, todavía no se han dado cuenta de que el gallo ya no sirve. Las acosa con la vista pero ellas se sienten agradecidas porque el gallo de vez en cuando las piropea y les dice que son un equipo fabuloso y su corral funciona estupendamente.
Pobres ilusas.
Las gallinas viejas como yo, o las que conocen al gallo desde que era un pollito ya saben de qué va. Se apartan de su camino porque el gallo ya ni sabe cagar y su mierda acaba manchándolo todo. Pobre gallo. Algún día llegará el granjero y servirá de caldo para el puchero, porque cuando se deja de servir o se es un inútil, ese futuro acaba llegando.
Entretanto otras gallinitas ciegas siguen entrando al corral y continuarán cantándole los coros al gran gallo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Insultas

Insultas y crees que eso te hace más hombre. Humillas porque solo subiendo encima de los otros te crees superior y no te importa pisotear a quien sea para que tu ego alcance un grado suficiente de fuerza para imponer tu voluntad.
Pero nada de ello te hace más hombre, ni más humano, sino todo lo contrario. Ni siquiera los animales actúan de esa manera y solo atacan por hambre o por miedo.
Insultas y hallas satisfacción en el dolor de sus ojos, en las lágrimas de sus mejillas, en el sufrimiento que se traga con dificultad.
Pero no siempre será así. Ella no está sola.
Aunque ese haya sido el objetivo que has perseguido durante tanto tiempo no lo está. Se aprieta los puños con tristeza porque solo le falta un poquito más para decidirse. Sus hijos y su vida son importantes y ya es consciente de que el amor que te tuvo fue un espejismo que ya dejó atrás hace mucho.
Ni siquiera los sueños que pintó de colores brillantes le sirven ya para imaginar una vida bonita a tu lado y como a los toros, solo le queda el toril enfrente. No le has dejado escapatoria posible y la plaza, por fin, es la libertad. Y esta plaza no lleva la muerte incorporada, sino todo lo contrario. Allí la espera la vida, los amigos, la familia, el futuro.
Insultas y crees que tu cadena aprieta pero no ahoga. ¡Qué equivocado estás! Hace mucho que esa cadena invisible se convirtió en un silicio para ella y buscó la manera de huir de ese dolor.
Sus escritos, sus llantos, su fe, su amor, su ilusión, su esperanza. Todas estas cosas la ayudaron a romper la cadena sin que fueses consciente de ello y cuando apretabas ya no existía.
Insultas, sí, porque las palabras son fáciles de soltar. Como espadas hieren el corazón comprometido y juegas con ello.
Pero ese corazón hace mucho que rompió el compromiso. Desde el primer insulto se liberó y simplemente esperó la oportunidad de soltarse de ti.
Insultas y crees…Insultas…Iluso.
No eres nadie, porque tus insultos te borraron del mundo de los humanos.

martes, 7 de septiembre de 2010

La pintura de la vida

Muchas veces pintamos la vida con unos colores equivocados. Soñamos en blanco y negro, seguro, pero al imaginar diseñamos el futuro en unos colores determinados. Y comenzamos a elegir los lápices para colorear.
Ya hace un año escribí una reflexión sobre los colores en mi entrada ¿Qué ven mis ojos?
En aquella entrada yo reflexionaba sobre si todos vemos los colores de la misma manera y hoy quiero ir un poco más allá.
Al ir coloreando la vida cada día decidimos que algunos tonos son más adecuados para el diseño global y no miramos más. Ese color nos gusta y no nos planteamos siquiera si puede existir otro tono del mismo color más adecuado para nuestro diseño.
Y pintamos y pintamos. Con ese lápiz vamos coloreando casi todos los rincones y llega un momento en el que pensamos que es el color esencial para que nuestra vida adquiera el tono que pensamos que debía aparecer en nuestro sueño. Entre tanto hemos ido descartando lápices de otros colores que también eran importantes pero que como aparecían en un segundo plano pensamos que su ausencia no iba a notarse. Porque nuestro lápiz favorito podía llenar el espacio de esos otros colores.

A medio camino, si tenemos suerte algo pasa que nos permite pararnos un poco y empezar a ver qué cuadro llevamos pintado hasta ese momento. Y si tenemos más suerte todavía a lo mejor hasta nos damos cuenta que en nuestro cuadro predomina el tricolor o el bicolor o el monocolor. A lo peor nuestra vida es monocolor y no nos habíamos dado cuenta. Y si la suerte ya es suprema a lo mejor perdemos ese lápiz, o se rompe, o se va.
Y entonces no nos queda más remedio que volver sobre nuestro cuadro y empezar a usar otros lápices. Muchos estuvieron siempre ahí, no rodaron y permanecieron sobre nuestra mesa para que los cogíesemos cuando fuese necesario y simplemente al asomarnos los hemos vuelto a ver y empiezan a diseñar un cuadro diferente.
Como todo cuadro durante un tiempo la mezcla de colores puede emborronar la vida y puede aparecer el negro. Todo lo vemos así, turbio, oscuro.
Pero eso cambia. Hay tantos colores donde elegir que poco a poco iremos diseñando un cuadro nuevo. Meteremos colores más vivos, más variados. Es el momento de aprovechar para improvisar, para probar, para permitir lo prohibido.
Y en cada rincón pintaremos algo distinto, multicolor. Hoy un lápiz, mañana otro.
Y si alguna vez volvemos a tropezar con otro lápiz estupendo, que nos anime a volver al monocolor debemos volver a pararnos y mirar lo que hemos construído. Hasta podemos darle un gran trozo del lienzo pero nunca más volver al único tono.
Somos los pintores de nuestra propia vida y en la elección de los colores encontraremos la materia prima para hacer que nuestro cuadro, al final del camino, sea el más bonito que pudimos pintar, aunque no tenga nada que ver con aquellos sueños en blanco y negro.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi árbol

Hoy hablé con una de las hojitas de una rama de mi árbol. Triste me narraba sus desdichas y me sentí parte de su vida por el hecho de formar parte de mi mismo árbol.
El árbol al que pertenezco es enorme y de fuertes raices. Mis antepasados, raices recias y nobles, me dieron parte de su savia y me dotaron de parte de sus riquezas. Y aquellas otras ramas que siguieron fructificando al margen de la mía dieron como consecuencia otras ramitas pequeñas y acabaron tocándose con la mía y empezamos a conocernos.
De mi rama ha habido brotes podridos. Desde la misma madre esas ramas se retorcieron y corrompieron y su cercanía contaminaba mi espacio. Asi que tuve que cortarlas. Ya desde el suelo no me dañan y aunque formaron parte del mismo lado de mi árbol ahora puedo vivir sin que su ausencia me afecte lo más mínimo.

Mi árbol me demuestra que la savia sana, noble y creativa circula por otras ramas y hoy lo pude comprobar. La flor de la rama madrileña está floreciendo. Ha abierto su alma al mundo y cuando acabe de conocerse a sí misma rebrotará con mucha más fuerza y energía y sabrá que a veces, muchas veces, hay que dejar que la rama arda para que, como ave fenix, pueda renacer, brotar de nuevo y salgan hojas nuevas que nos harán un árbol más grande y bonito.
No era aquel fertilizante el adecuado para que la rama se extendiense, así que ahora, mi querida flor, vive, que llegará el momento de encontrar el par idóneo para que tu rama también se ramifique.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Ante el futuro

Hoy examiné a mis alumnos. Y en su actitud ante el folio que les he dado he podido entrever a los seres humanos en los que se convertirán en el futuro. Cada uno de ellos es una promesa y la energía que irradian se desboca porque todavía no saben quienes son ni lo que quieren. No son conscientes de que esta etapa que viven es de las más fáciles de la vida.
Unos demuestran que nada les parará mañana. Tienen claro que seguirán estudiando y que el hecho de estar en la convocatoria de septiembre es solo algo extraordinario. Tropezaron pero consiguieron equilibrarse a tiempo y han sacrificado su diversión estival para seguir dando pasos derechos.
En otros veo al alumno que lo tiene todo y nada le importa. No se esforzaron durante todo el año y han sido consecuentes en esta convocatoria y han entregado el examen solo rotulados con su nombre y alguna pincelada que ha coloreado el blanco y negro de la fotocopia.
Otros me miran. Con sus ojos suplican una ayuda que no sé si podré darles. Van justitos y ahora se dan cuenta de que con un pequeño esfuerzo la semana anterior a la prueba quizás ahora no estarían tan nerviosos.
Y con este examen estamos escribiendo futuro. Unos se van y se convertirán para siempre en antiguos alumnos. Incluso algunos se llegarán a convertir en amigos con los que charlar dentro de unos años. Les seguiré la pista porque el cariño que se les toma no es algo que se pueda eliminar con un suprimir del teclado. Queda ahi, dentro, porque igual que yo he podido aportarles algo de mi conocimiento o de mis valores, ellos me han forjado como soy, granito a granito.
Con los que se queda seguiré manteniendo la misma relación profesor-alumno que se nos exige pero trataré de seguir aportándoles mucho más que un conocimiento obligatorio.

martes, 31 de agosto de 2010

La vuelta

En estos días he tratado de hacerme fuerte para volver. Resulta difícil enfrentarse a una situación que no sabes cómo será porque ya no conoces a quien te enfrentas. Evidentemente tras estos meses de reflexión veo las cosas de otra manera. He conseguido descubrir quien soy y lo que valgo y sé que ya nadie podrá hacerme sentir mal por su propia ineptitud.
Las vacaciones siempre reconfortan y te renuevan de energía para volver a la carga con ganas. Tengo ganas de ver a mis chicos, de volver a compartir con ellos esos momentos de descubrimento de cosas nuevas. Me encanta transmitir lo que sé y sobre todo me gusta saber que, pasados unos años, mis alumnos todavía recuerdan lo más importante de los que quise transmitirles.
Los sueños recurrentes acuden a mi mente cuando duermo. Tratan de darle una cara amable a un lugar que se convirtió el curso pasado en una pesadilla y creo que estoy preparada e incluso alegre, algo difícil de creer hace unos meses. Evidentemente sé que no será fácil porque todavía hay personas negativas que me van a rodear, pero mi encuentro con esa otra realidad me ha dado los mecanismos necesarios para recargarme de energía y ganas de vivir.
Una vez más soy un ave fenix renacido. Solo espero que este año no haya caída porque ya no soy la que era. Las ilusiones se centran exclusivamente en mi individualidad y la de cada uno de mis chicos y chicas...

sábado, 21 de agosto de 2010

Fuego



Todo estaba en calma. Tumbada en la playa fluvial de Janeiro de Baixo observaba como las nubes pasaban como algodones sobre mí en una paz total. Apenas una docena de personas en la playa nos sorprendimos cuando, de repente, oimos el sonido de más de una avioneta que nos sobrevolaba. Y entonces lo vimos. Las nubes se fueron tiñendo de color y tras la montaña aparecio el temido humo. Poco a poco como un hongo de explosion nuclear las llamas invisibles se iban alimentando de los cientos de pinos que sucumbían tras un nuevo incendio. La paz, rota por los aviones, se quebró completamente cuando dos helicopteros enormes se acercaban a nuestro camping con la intención de cargar líquido elemento en el rio en el que descansábamos.
El hongo crecía tras la montaña y la ausencia de viento permitió que como mudos espectadores observásemos las labores de carga de agua y descarga tras la montaña...La excursion que tenía prevista para la tarde quedó obligatoriamente cancelada cuando el sonido de las sirenas de los bomberos inundó el valle, bloqueando la carretera que necesitábamos coger para subir al mirador. El camping, en la otra orilla del río no corre peligro siempre y cuando el fuego no baje hasta el río y el viento no aparezca. Una tristeza inexplicable comienza a inundarte cuando piensas que, indudablemente el paisaje va a cambiar.
A medida que la tarde cae las embestidas de los helicopteros en el río son cada vez más frecuentes. El humo se va alejando y cuando el rojo de la puesta de sol se refleja en la montaña ya sé que todo está acabando. Lo han conseguido y estoy segura que la huella no ha sido muy grande.
Y ayer subimos al mirador. Todavía quedaban retenes de bomberos voluntarios que vigilaban el negro bosque. El olor quemado se colaba por las ventanas del coche y las lágrimas te anegaban los ojos aunque todo hubiese pasado. Desde arriba he visto la nueva cicatriz del bosque. Negra, hiriente...
Nunca viví un incendio desde tan cerca y lamenté ver morir unos árboles que embellecen este rincon tan aislado de todo y tan increiblemente hermoso.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El día que nací

Cada 18 de agosto que pasa siento la necesidad de registrar mis pensamientos. Lo hago desde que tengo conciencia de que puedo transmitir mi interior a través de la escritura y un año más reviso qué ha sido de mí durante estos doce meses.
Hoy escribo desde mi tienda de campaña, perdida en la sierra portuguesa y con la perspectiva de pasar un día tranquilo frente al río Zézere. Desde mi portátil he podido acceder al resto del mundo y me sigo maravillando por las grandezas de la técnica que me permiten estar en contacto con el universo desde este rincón perdido.
Estos meses pasados, durante los que el 42 ocupaba mi existencia han tenido momentos de mucha tristeza y otros de gran tranquilidad y paz. He redescubierto a una Irene que llevaba mucho tiempo oculta, bajo una capa de estiércol que no la dejaba respirar. Cuando conseguir asomar la cabeza y dar una bocanada de aire limpio fue como volver a nacer. En este viaje de reencuentros han tenido mucho que ver este rincón virtual, que me ha ayudado a introducirme en lo más profundo de mi mente y los muchos amigos de siempre que no me han dejado. También me han ayudado mucho esos nuevos seres humanos, maravillosos, que han surgido durante estos doce meses en mi vida y que me han hecho ver que esa Irene era alguien especial y era una pena que yo misma no hubiese sido consciente de ello.
En cuanto a mis objetivos cumplidos este blog ha sido testigo de mi empeño tanto en el trabajo como en el estudio y en ambos ámbitos no conseguí lo que quería. He aprendido mucho más en estos meses de estudio que en muchos años de universidad y por ello no doy el tiempo por perdido. He conocido la forma de recargarme de energias positivas y rechazar a los muchos vampiros energeticos que me absorvían casi por completo...
Quedan muchas asignaturas pendientes, pero los parciales aprobados me han dado suficiente fuerza para tratar de reiniciarme como un ordenador y enfrentarme con optimismo a un nuevo curso, a nuevos retos de los que antes o después saldré victoriosa. El éxito viene cuando no se pierde la esperanza. Y por primera vez en mi vida me voy a desear a mí misma felicidades, porque me lo merezco....

viernes, 6 de agosto de 2010

La Naturaleza del Valle



Siempre me sorprenderá mirar por las ventanas y ver las montañas tan cerca. Llevo casi cuarenta años viniendo a este pueblo casi todos los veranos y me encanta sentir el sosiego que transmiten el paisaje y el valle.
El paseo hasta las Presillas se convierte en un auténtico placer cuando, al caer la tarde, volvemos por el camino de robles que lleva hasta el Paular. Me gusta adelantarme, mirar a esos árboles que año tras años consiguen desarrollarse gracias a que han vetado el paso de las vacas por esa vereda.

La llegada al Puente del Perdón me hace pensar en las personas que transitaban sobre el Lozoya hace unos cuantos siglos, cuando el Monasterio del Paular albergaba a muchos monjes que rezaban frente al maravilloso retablo que acoge su iglesia. Hoy todavía viven allí monjes que conservan los edificios y siguen rezando por nuestra sociedad que cada día va a peor. Cuando entonan los cantos gregorianos se abre la máquina del tiempo y me siento como una lugareña de hace algunos siglos. Consigo imaginarme vestida con otras ropas, imaginando realidades diferentes a mi vida actual.
Y sigo siendo la misma, sigo estando en el mismo lugar, pero las piedras que conforman el Monasterio tiene la magia de hacerme imaginar que soy otra persona dentro de mí misma.
Es el entorno el que permite todo esto. A pesar de los muchos cambios que la civilización trae, las montañas siguen siendo las mismas y los cambios producidas en su relieve no se pueden achacar al ser humano, sino a la Naturaleza, reina indiscutible de todo el valle. No se puede fabricar el frescor que llega de las montañas, ni el sonido del río Loyoza serpenteando por entre las piedras, no se puede fabricar el olor de los robles ni el azul del cielo. Por eso me siento una privilegiada, porque por encima del ruido del coche que pasa por la carretera o del politono del móvil del chico que corre, la Naturaleza manda y me transmite mucho más de lo que puedo percibir.

domingo, 1 de agosto de 2010

Por la bahía


El cielo encapotado engaña. Se funde con el pico de las montañas que vislumbro al otro lado de la bahía. Hace calor por estos lares. Es 1 de agosto y contemplo, desde lo alto la bahía de Santander. Un barco de vela rasga el horizonte. Los pájaros, insistentes repiten sus cantos y una ligera brisa refresca la tarde.
El paseo en barco hasta las islas ha sido muy agradable. Desde el mar la tierra parece distinta, imponente, desafiante y nosotros, desde el catamarán éramos como hojitas de papel, frágiles y fluctuantes.

sábado, 31 de julio de 2010

Románico


Como si de una emisora desintonizada y a media voz se tratase me llega el sonido del viento entre los chopos. Entre el susurro apagado me llega el sonido del río que a lo lejos, circula entre rocas cántabras. El sonido del cencerro de las vacas que pastan se diluye con los golpes secos que producen los bolos al chocar. Frente a mí, románico, a mi espalda el pequeño cementerio. La pequeña iglesia se alza robusta e inamovible. Sus piedras aparecen limpias, como si el tiempo no hiciese mella en ellas. Toda Cantabria aparece jalonada de sus hermanas y no puedo dejar de imaginar a los hombres que dedicaron su vida a la construcción de este edificio sencillo a la par de impresionante para que yo, un día de julio pudiese transmitir lo que su obra me provoca. En la iglesia de Sta Marina de Yermo nos han contado que hasta allí llegaron andaluces que huían de la conquista islámica y dejaron su huella con la figura de un Virgen que preside el ábside. En la iglesia de San Andrés de Cotillo que contemplo en este momento veo la esencia de esta tierra. Sus gruesos muros, sus pequeñas ventanas, la armonía de sus miles de piedras que dan forma a un edificio pequeño pero impresionante al mismo tiempo.
Debo seguir. Muchas iglesias más me esperan...

lunes, 26 de julio de 2010

Soltar lastres

No he querido herir, pero sé que lo he hecho. Desde la distancia las cosas se ven de manera diferente. Valoras lo que significa la paz y por nada del mundo quieres volver a lo anterior. Es mi oportunidad. La de volver a sentirme directora de mi propia vida. Muchas cosas han cambiado porque en esta fase mis hijos navegan en mi mismo barco, pero creo que era necesario que empezásemos a remar los tres solos. Muchas cosas se me van quedando grandes, pero sé que podré enfrentarlas y daré prioridad a lo que lo tenga. Lo que no es esencial se puede dejar a un lado. Pero necesito imperiosamente comenzar a andar sola, sin la losa que me ha ido anclando durante tantos años. Mis niños son parte de mí, y por ello los integro en mi futuro.
No he sido buena, no he utilizado el mejor medio para hacerlo, pero sé que de otra manera no me habría atrevido. Ya lo hice tantas veces y no sirvió de nada...
Cometí muchos errores en estos años de los cuales ya no merece la pena lamentarse. Lo triste sería seguir creando errores los próximos años y ello sí sería duro para mí. El tiempo corre inexorablemente. Ya voy a cumplir 43, la mitad de la edad que tenía mi padre cuando murió. En el mejor de los casos ya he vivido la mitad de mi vida. Seguramente haya consumido mucho más de mi tiempo. Y no quiero seguir con la sensación de que he perdido el tiempo, que no he buscado, luchado ni logrado la felicidad. Vuelvo a ser consciente de que la situación estaba pudiendo conmigo. Me miro al espejo y ya no me reconozco. Vuelvo a ser lo que no quería y debo quitarme los lastres para enfrentarme a mí misma. Siento herir a otros, pero más voy a lamentar si sigo permitiendo que la circunstancia me hiera a mí mucho más tiempo.

sábado, 24 de julio de 2010

Olores

No solo lo percibes por la nariz. Cuando te llega muchas partes de tu cuerpo reaccionan incontroladamente y puede provocar muchas más sensaciones de las que, a priori, pensamos.
Cuando es agradable el placer que sentimos puede provocar reacciones de especial ternura. Ocurre cuando te regalan flores y absorves el aroma de las mismas para fundirlo con unos sentimientos profundos e incontrolados. También cuando viene de un bebé pequeño. La mezcla de colonias, cremas y leche te hace abrazar al niño con una especial ternura. Cuando tus hijos crecen y vuelves a tomar un bebé en tus brazos, los olores que desprenden te hacen sonreir porque te recuerdan la felicidad que vivías en los momentos de conocimiento de tus propios bebés.
También es agradable sentirlo cuando estás hambriento. Hasta la comida más sencilla huele maravillosamente cuando se tiene hambre. En este caso los olores hacen que las tripas crujan literalmente. Pero no solo eso. El olor te lleva a una salivación excesiva, aumenta tu frecuencia cardiaca y solo cuando el hambre es saciada vuelves a tomar consciencia de tu cuerpo. Te ha hablado una parte salvaje del mismo que no acostumbras a dejar salir porque no esperamos a tener hambre para comer.
El olor del amor también es maravilloso. Cuando te enamoras de verdad identificas el olor del amado con una serie de reacciones físicas que indudablemente excitan todos los poros de tu piel. Y cuando el amor se muere, la memoria olfativa no olvida. En algunas ocasiones he tenido que volver la cabeza en la calle para idenficar a la persona que olía igual que mi primer amor. Su olor quedó grabado en mi mente y nunca he conseguido olvidarlo. Sí al hombre pero no el olor que desprendía. Y los recuerdos que te vienen asociados no son de la persona, sino de las sensaciones de felicidad que sentías en aquellos días de descubrimiento.
Igualmente hay personas que desprenden olores desagradables. Pueden provenir de su boca o de su cuerpo en general, pero te pueden provocar un rechazo involuntario del que no sabes como salir. Ante estas personas no sabes como reaccionar, porque por motivos de trabajo igual tienes que tenerlas cerca y se convierte en una tortura que debes aguantar sin poder manifestarla.
También hay lugares que huelen bien y lugares que huelen mal. Y no obligatoriamente están relacionados con momentos de felicidad o infelicidad vividos en ellos. Lugares con olor a humedad, a bajante, a sucio. Olores a antiguo, a pasado, a plástico, a desinfectante... Las personas que viven en estos lugares no son conscientes porque esos olores forman parte de ellos y ya nos los perciben. Los tienen tan incorporados a sus pituitarias que tampoco se toman las medidas para purificarlos.
Hay olores que evocan. El incienso a Semana Santa. El azahar a primavera. La dama de noche al frescor de una noche de verano, el chocolate caliente a madrugadas de Feria.
Una vez más escribo lo que siento. Hoy he venido a acompañar a los niños al cine. Los espero en un Vip y los olores que desprende este lugar me han hecho sucumbir ante un maravilloso Brauny hipercalórico cuyo olor se había metido en mi nariz.

martes, 20 de julio de 2010

Los conos


El primer encuentro es discreto. Te avisan de su llegada asomándose tímidamente. Poco a poco te van dirigiendo hasta limitarte el camino. Son los conos de la carretera. Entran sigilosamente en tu recorrido y su presencia indica que debes reducir la velocidad. Haz de aceptarlos porque te obligan a ello, pero realmente quisieras que no hubiesen aparecido nunca. En un momento su cadencia ordenada orienta tus pasos. No puedes ir más rápido, no puedes acelerar. Te ves obligado a obedecerlos y acabas viendo frente a tí la trasera de un camión. En el retrovisor ves como otro vehículo, desesperado, se arrima a tí sin posibilidades de pasarte.
La vida es algo igual. Creemos que somos libres de circular y durante un tiempo tenemos ante nosotros muchos minutos para vivir libremente. Pasamos de un carril a otro sin que nadie nos imponga un camino que seguir.
Pero acaban apareciendo los conos, esos condicionantes que acabarán orientando nuestras vidas hasta no dejar ningún rincón por el que escapar. No puedes volver atrás, porque han aparecido otras personas que te lo impiden. No puedes salirte hacia los lados, mirar a otras vidas y soñar, porque esos conos se agrandan como murallas y te obligan a seguir mirando hacia delante. El camión que circula impidiéndonos avanzar representa las obligaciones que nos hemos impuesto nosotros mismos y que no nos dejan avanzar al ritmo que queremos.
Y no nos queda otra que adaptarnos, bajar la velocidad y seguir el ritmo que el camión y los conos nos marcan. Durante el tiempo que sea, sin posibilidades de cambiar lo que hay. Sabes que antes o después los conos desaparecerán y los camiones que te guían se harán a un lado, pero no consigues ver durante tanto tiempo se alarga esa situación. Pueden ser dos kilómetros o veinte. No lo sabes.
Lo mismo pasa con la vida. Sabes que antes o después las cosas cambiarán, pero no sabes si será dentro de poco o mucho tiempo. Entre tanto hay que armarse de paciencia y seguir el ritmo. Igual encontramos un desvío que nos permita descansar de esa situación...

domingo, 18 de julio de 2010

Nuevos retos

Desde que hace casi un año empezara a escribir este blog nunca había dejado de publicar algo de lo que había escrito para él. Entendía que todo formaba parte de mi interior y si quería que me sirviese como vehículo de autoconocimiento debía publicar todo lo que salía de dentro. Sin embargo he decidido dejar de publicar las entradas que escribí el día 16 de julio. Ese día, esperando las notas de las oposiciones escribí una entrada que reflejaba mis esperanzas. Minutos después, en el mismo instituto, me sentí defraudada y en caliente, escribí otra entrada desde lo más profundo del dolor que sentía.
Después de aquel momento he estado pensando. Es cierto que todo el mundo me había avisado de lo difícil que era que aprobase en la primera ocasión y más por los motivos que me habían llevado a presentarme. Solo fueron unos pocos meses los que me hicieron entrar en contacto con el mundo de las oposiciones y desde mi desconocimiento y la falta de ayuda, traté de darlo todo. Realmente habría sido un milagro haberlo conseguido, pero en ese momento pensé que existían los milagros.
Así que he tenido que reestablecerme como persona desde ese día, he reflexionado y me estoy preparando para volver a trabajar. Creo que las cosas podrán ser diferentes porque yo soy diferente. Me he probado muchas cosas en este tiempo y sé lo que valgo. He descubierto que los sujetos de mi trabajo, mis alumnos, me aprecian y echan de menos y yo me debo a ellos. El que los compañeros no respondan como tales no depende de mí, allá ellos con sus conciencias.
Está claro que ya no soy la Irene débil de hace unos meses. Soy fuerte y tengo a mucha gente de mi lado. Y me siento capaz, e incluso creo que me llegaré a ilusionar con el nuevo curso.
Si de algo me ha servido todo el tiempo dedicado al estudio ha sido para aprender y creo que por ello ya ha merecido la pena. He sido consciente de lo que hacía mal y de lo que debería cambiar para que los resultados sean mejores.
Y desde ya, con tiempo por delante, prepararme para nuevos retos.
Uno de ellos me ilusiona mucho. Siempre he pecado de poca imaginación. Escribo lo que me viene a la mente de repente, sin planificar. Raramente sé de lo que voy a escribir cuando le doy al inicio del blog, pero siempre acaba apareciendo texto una vez que decido terminar. Así que he decidido escribir algo un poco más largo. Evidentemente no me pretendo escritora pero me ilusiona intentar escribir un pequeño relato. Mi mente no consigue parar de pensar y tras tantos meses dedicadas al estudio de la historia solo me apetece contar alguna historia que se desarrolle en algún periodo de los que he estudiado. Así que aprovecho este rincón para reclamar ideas que pueda incluir en mi relato. Mi imaginación es limitada, pero creo que sí soy capaz de dar forma a ideas ajenas. Queda mi petición universal. Puede que salga algo interesante.

jueves, 15 de julio de 2010

Nubes

Hoy vi una espiga en el cielo. Tumbada en el agua de la piscina miraba hacia el azul y apareció. Mis sentidos se acentuaron al oir el eco de mi respiración amplificado por el agua. Me mecía como si fuese un barco a la deriva, suavemente, en total paz y relajación. Todo desapareció, excepto aquella espiga que se fue formando con nubes blancas. Entrecerrando mis ojos conseguí formar otros dibujos con las nubes que surcaban el cielo sobre la piscina. Mi cuerpo se dejaba llevar por el suave roce del agua y en el vaivén las nubes formaban diseños diferentes. Daba para imaginar tantas cosas que evitaba parpadear para retener esas formas que el viento se encargaba de desbaratar...

miércoles, 14 de julio de 2010

¿Sí?

Su dringgg contínuo, de momento, te exaspera. Te interrumpe de algo importante que haces y sientes cierto fastidio por dejarlo y correr veloz a su llamada. Si no corres estás segura de que tu esclavito virtual contestará por tí y la persona que está al otro lado dibujará una mueca de fastidio en su cara. Así que desciendes por las escaleras como si te fuese persiguiendo un lobo por la montaña. Con el corazón en la garganta llegas antes de que toque el cuarto y último tono y casi asfixiada dices ¿Diga?
Lo que te digan en ese momento marcará tu estado de ánimo en los siguientes minutos...
Un "hola...la señora de la casa?" te pone directamente alerta o de mala leche.
Un "¿Irene?" te da curiosidad "¿Quién eres?", respondes.
Sí...atender el teléfono fijo de mi casa puede hacerme pensar hasta el punto de inspirarme una entrada de mi blog.
Porque cada vez que suena no sé lo que me espera después. Puede ser la llamada de una amiga de la que hace mucho que no sabes nada y de repente una sensación de alegría inmensa te recorre todo el cuerpo. Te cuesta hablar porque la sonrisa se ha clavado en tu cara y no sabes ni por donde empezar a preguntar. Son las llamadas que más me gustan.
También puede ser la llamada de rutina, la que sabes qué contenido tendrá ¿quién recoge a los niños en el cole? ¿tienes huevos, cebolla, pepino..etc, para prestarme? Esas las atiendes cortésmente porque en el hacer favor está la semilla de tener buenos vecinos.
A veces las llamadas son terribles, como las que anuncian esos anuncios de tráfico que me ponen siempre los pelos de punta. De esa solo recibí una, que anunciaba la muerte de mi padre, y durante mucho tiempo temí que se repitiese otra vez. Esas son las que menos me gustan.
Hace años añoraba recibir las llamadas del amado. Permanecía junto al teléfono fijo (porque los móviles eran un sueño todavía) deseando que ese aparatejo tintinease para mí. Esas llamadas eran la gasolina que necesitaba cada día para sentirme feliz y ahora, pasado el tiempo, pienso que debía haber tenido un mechero para haberme quemado a lo bonzo mientras esperaba aquellas llamadas llenas de palabras que derivaron en mentiras.
Es cierto que ahora usamos menos el teléfono porque nos comunicamos de otras maneras, pero no puedo evitar sentir emoción cada vez que mi teléfono suena.
Y ahora os dejo que sonó mi teléfono y tengo que oir el mensaje que hay en el contestador...

Esperando

Quedan apenas dos días.
Desde que terminé mi segundo examen he estado esperando.
Soy consciente de que dentro de dos días mi vida va a cambiar para bien o para mal.
¡Cuán cierto es el dicho que reza "la Esperanza es lo último que se pierde!. Desde que abrí mi Caja de Pandora he guardado celosamente la esperanza que me quedaba para mantenerme feliz hasta pasado mañana. Pero cuando salgan los resultados ya sabré qué camino me tocará seguir, el que avanza, o el que retrocede.
Ahora si miro hacia atrás todo lo veo negro. Solo percibo el frío y la oscuridad de los días de invierno en los que paradójicamente me encontraba en un infierno helado. Hacia adelante solo presiento la luz, una luz que orienta un futuro distinto, al menos forjado desde la constancia y la ilusión.
No quiero desesperar porque eso es lo contrario de esperar, pero la espera me desespera.
Trato de buscar fuerzas para aceptar que puedo volver al infierno porque es muy difícil conseguir un sueño la primera vez que se desea. Pero confio, rezo, ruego, clamo a todos los Dioses y Santos...
La espera me hace pensar, escribir, llorar, aventurar...Como en el cuento de la lechera sueño con que las cosas cambiarán para mejor, pero estoy viendo el martillo que amenaza el cántaro de mi leche y procuro andar de puntillas para que no caiga sobre mi.
Cuánto me gustaría poder escribir dentro de dos días que tengo motivos para seguir esperando, porque el martillo se ha olvidado de mí por un tiempo y mi cántaro sigue todavía de una pieza.
De todas formas, en caso contrario, espero contar con mis amigos para que me ayuden a recoger los cascotes y a reconstruir el cántaro para empezar a volver a soñar dentro de dos años.

Palabras

Dicen que por una mirada un mundo se puede dar. Con una mirada se pueden decir tantas cosas que a veces más vale esquivarlas para que los dardos que te envían no te hieran el corazón.
Y si con la mirada se ofrece un mundo, por las palabras ¿qué se puede conseguir?. Las palabras aclaran, te prometen, te seducen, te engañan, te someten y pueden cambiar la vida. Una mirada puede pasar sin ser percibida, pero las palabras, las que se dicen desde dentro, se clavan en el corazón y alegran o hieren sin igual.
Esas palabras, sus palabras, son saetas que taladran el alma...

El retrovisor


A veces nos convertimos en espectadores silenciosos. Desde mi coche observo como una vida se desarrolla a mis espaldas. Los protagonistas, ignorantes de mi presencia, hablan, ríen, se despiden o besan sintiendo que están solos en ese momento. Pero no, mi presencia muda perturba esa escena invertida. Para mí esos seres solo aparecen en mi retrovisor y sus miradas, sus gestos y su voz aparecen distorsionadas por el reflejo del espejo. Las vidas paralelas pasan por nuestro lado. Las observamos o las ignoramos según sea nuestra percepción de la vida. A veces envidiamos, otras respiramos de alivio. La vida que he visto en mi retrovisor es una vida normal y corriente. Apenas un instante me permite imaginar qué tipo de personas son esos humanos que espío sin querer mientras espero que mis hijos salgan de sus actividades.
A veces deberíamos pararnos más a observar, más que nada las pequeñas cosas que pasan a nuestro alrededor, porque de esas observaciones podemos aprender mucho. Hoy aprendí que un beso puede alegrar una cara que estaba triste. Y con ese gesto yo también he sonreído.

domingo, 11 de julio de 2010

Sentimiento español

Nunca pensé que algún día escribiría algo de corte tan político. No es que mis ojos no sean capaces de ver o analizar la realidad social y política que me rodea, sino que entiendo que cada persona es un mundo y hay cosas que pueden molestar si las expresas. Pero hoy me voy a atrever.
La radio me ha despertado este domingo con dos noticias. Dos noticias, a mi entender, muy contradictorias y ambas de gran trascendencia. Quiero decir con ello que desde hoy España será diferente y el día de hoy, para bien o para mal, marcará el futuro de este país en muchos y variados aspectos.
Uno de los asuntos destacados es la posibilidad al 50% de que España se convierta en campeona del mundo de futbol. Pocas veces en mi vida he visto tantas banderas de España colocadas en balcones y tal exaltación de pertenencia a España. Cuando yo era adolescente el llevar una bandera de España en tu carpeta o en una pulsera te tachaba directamente de facha. Podías ser duramente criticado e incluso agredido. Durante la Eurocopa de Portugal fui consciente de lo que significa sentir el orgullo de pertenecer a un país. En aquel viaje mis hijos y yo jugábamos a contar las banderas portuguesas que había en balcones, coches, camisetas o gorras de los portugueses y pasábamos de cientos todos los días. El otro día mi hija comenzó con el mismo juego en Sevilla y yo misma me sorprendí de como el conteo era incesante. Los españoles, por fin, se sentían orgullosos de serlo y lo proclamaban a los cuatro vientos.

Muy bien, esta mi reflexión sobre el sentimiento y orgullo de sentirse español en un momento tan especial en el ámbito deportivo, se ha visto inundada de matices muy diversos al seguir la otra noticia del día. Las banderas en Cataluña se han vendido mucho estos días. Ayer salió en televisión un reportaje elaborado en una tienda de telas de un municipio catalán que estaba haciendo su agosto en julio. El comerciante indicaba que por igual se estaban vendiendo las banderas catalanas y la española. En la tarde de ayer estaba convocada una manifestación catalanista que tenía como objetivo expresar su descontento ante la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña aprobado hace dos años en el Parlamento catalán e impugnado por algún partido político de corte "españolista". Esta noticia me impactó una vez más. Los catalanes se sentían por igual españoles y catalanes y entendí que el día de ayer, y sobre todo el de hoy, tendría que suponer para ellos un conflicto de intereses.
He de reconocer que desde que escuché a Laporta, expresidente del Barça, expresar unas intenciones de corte independentista, mi animadversión ante esa insistencia de Cataluña a la independencia ha aumentado mucho.
Las noticias de esta mañana de la radio indicaban que la manifestación había sido un éxito. Las cifras variaban, como suele pasar en este tipo de cosas, desde los cincuenta mil al millón cienmil participantes. Esto me hace ver los intereses que hay detrás y pienso que ya podría haber algo tecnológicamente más avanzado para saber cuanta gente está en un lugar con exactitud para no dar una sensación tan vergonzosa al comparar ambas estimaciones de participantes.
Con esto le estamos dando bases a todas las fuerzas para seguir defendiendo sus reinvindicaciones lo cual me parece que va en detrimento de la mayoría de las personas que vivimos, compartimos, trabajamos y disfrutamos España.
Me gustaría poder trasladarme a Cataluña para preguntarle a algunas de las muchas personas que estuvieron en esa manifestación si ellos se sienten españoles. Si hoy verán el partido de España contra Holanda, y si se alegrarán en caso de que España logre el título. Me imagino que la mayoría de la gente me diría que sí, que se alegrará, porque sus padres eran de Andalucía, de Extremadura o de la Mancha y que él se siente español. Entonces ¿porqué?. No logro entender.
Si realmente ese millón cien mil personas que viven en Cataluña quieren dejar de ser españoles ¿porqué disfrutan porque un equipo catalán gane una copa española de liga? ¿No sería mejor que los catalanes directamente jugasen su propia liga y acostumbrasen a los demás a verlos como independientes en ámbitos menos polémicos como el deportivo? ¿Porqué ese Laporta presenta una cara de hipócrita con una soltura que me da vergüenza ajena?.
Los españoles estamos orgullosos de serlo. No nos avergüenza colocar una bandera en nuestras casas, pero nos fastidia muchísimo que una parte de los nuestros nos rechacen. Y a los andaluces nos joroba mucho más, sobre todo porque sabemos que la mayoría de los habitantes de Cataluña son nuestros primos que emigraron allí cuando las cosas aquí se pusieron difíciles.
Es el momento de hablar de las campañas. Me refiero a esas campañas que nos han llegado a veces por email en contra de los productos catalanes. Reconozco que hasta ahora no me he preocupado de llevar a cabo ese boicot a los productos producidos en las provincias catalanas porque entendía que esas campañas iban encaminadas a fastidiar a los habitantes y estaba convencida de que la mayoría no estaba de acuerdo en la independencia. Hoy pienso distinto y me da mucha rabia. Es cierto que miles de catalanes se han manifestado a favor de que España se fracture y yo, como española solo siento deseos de venganza.
Si realmente el resto de los españoles no nos merecemos tener a los habitantes de Cataluña como paisanos ¿porqué los catalanes se van a ver beneficiados de mi consumo?. No, al menos yo no estoy dispuesta. Además mi radicalismo iría más allá. No solo no voy a consumir productos de Cataluña, sino que voy a hacer campaña para ello y defiendo que la Liga española de futbol rechace a todos aquellos equipos que aboguen por la independencia de Cataluña. ¿Qué no es políticamente correcto? Seguramente, pero yo no soy política. A penas soy una ciudadana española, orgullosa de serlo, que piensa que Cataluña a lo largo de la historia se ha visto beneficiada por el trabajo y la ayuda del resto de España y que ahora, que ese beneficio se ha materializado en una sociedad más avanzada del resto de España entiende que somos unos pobrecitos que le impedimos seguir avanzando y que por ello se quieren sentir nación independiente.
No sé, supongo que en el fondo estoy rabiosa, porque ya me joroba saber que el IVA que se cobra en Cataluña queda solo para los catalanes y sin embargo el que se cobra en el resto de España va para el saco común. Y ahora, con la subida del IVA, esos ingresos serán mayores.
Así que a partir de ahora mis visitas al Supermercado durarán más, pero haré el esfuerzo de mirar las etiquetas para comprar productos de la Mancha, de Castilla, de Andalucía, Canarias, Asturias, Galicia o incluso Francia e Italia y rechazaré todo lo que venga de Cataluña. Si realmente quieren sentirse independientes que lo sean económicamente, que jueguen su propia liga a ver qué tal le sienta al Barcelona de los miles de millones jugar contra el Granollers o el Lleida.
Creo que en el día de hoy, en el que los españoles nos sentimos orgullosos de serlo, deberíamos tomar una decisión común. No nos dejarán hacer una manifestación a favor de España, más allá de las que se relacionan con el futbol, pero hay que aprovechar la ocasión para decirle al mundo, que toda España es una, indivisible y orgullosa. Y si Cataluña no quiere formar parte de este proyecto, debe acatar las consecuencias económicas que suponen ese deseo.
Como sé que esta opinión será rechazada por muchos pido disculpas a quien se sienta ofendido, pero hoy he necesitado expresar mi opinión a este respecto. Espero que España gane y que el sentimiento de unidad y la razón, aniden definitivamente en todo el territorio y que los catalanes también se sientan orgullosos de sentirse españoles

sábado, 10 de julio de 2010

Guadalquivir



La noche no acababa. En una Sevilla desierta un viernes de julio pasear por sus calles se convirtío en un lujo. Poca gente disfrutando de los múltiples veladores aguantó llegada la madrugada. A las dos Sevilla vacía me mostraba sus encantos en una noche plagada de conversaciones y buena compañía. El sonido de mis tacones sonaba como tamboril en el Rocío. Molesto pero evocador de historias.
La Encarnación, cambiada, me traía un recuerdo difuso del pasado a la memoria. Ya solo quedan los grandes árboles respetados que me vieron besar por primera vez. No queda la fuente, ni los bancos en los que nos sentábamos las niñas del Velazquez cuando quedábamos con los niños del San Isidoro a la hora del recreo. Aquello cambió, como todos nosotros hemos cambiado.
La calle Franco, desierta, me evoca la época universitaria. Allí estaba "Una noche en la ópera" y el "Salsaya" aquellos discobares en los que daba para beber, charlar o bailar. Cuántas veces bailé el "Devórame otra vez" de Lalo Rodríguez con personas de múltiples nacionalidades. Era la época en que se empezó a beber ron de caña y en el que la música salsa triunfaba en España. Hoy la calle parecía otra.
Y cuando he visto el Guadalquivir no he resitido sentarme en su orilla. Mis pies, colgando hacia el abismo negro de sus aguas. y Triana al fondo me recordaba las tardes que paseaba junto al río hace mil años. En Chapina, el tapón que el río tenía en el lugar donde está ahora el puente del Cachorro, había un parque donde la pandilla se reunía a veces para charlar durante horas. Y anoche hablé y hablé. Evoqué tanto pasado que mis sueños han estado plagados de recuerdos.
No recordaba esa Sevilla y anoche el paseo fue más que un pasar por las calles, fue una vuelta a mi pasado y a todas las sensaciones que un día ya sentí.

viernes, 9 de julio de 2010

Correteo refrescante

Los niños, entusiasmados ríen cuando las cosquillas y el frescor les envuelve. Los adultos esbozan sonrisas y en sus caras se refleja el placer que supone un baño en plena calle.

Cuando lo he visto no he podido resistirme y he ido, veloz pero contenida, a refrescarme bajo esas aguas. Lo reconozco, aunque me cueste. Ha sido un acierto poner microaspersores en la Alameda de Hércules de Sevilla. A las diez de la noche se marcan 37 grados en el termómetro, y toda la ropa sobra. Pero una vez mojada el aire cálido se siente de otra forma. El sentarse en el velador, bajo el influjo de las microgotas, para tomarse una tapa a esta hora de la noche se convierte en un verdadero placer. He salido y casi me siento extraña. Sin prisas, observando la gente pasar y sintiendo como la noche cae tarde, en esta Sevilla que acabo de redescubrir.

Los cambios

Hoy me he dado cuenta de lo complicado que es hacer que las cosas cambien al ritmo que tú quieres. He decidido poner mi cama en la orientación contraria a la que estaba, y pensé, "eso lo puedo hacer yo sola y en unos minutos". Así que, manos a la obra, desmonto la cama y la giro...Y claro, los enchufes cambian, y la televisión que me ayuda a dormir cuando mi cerebro no deja de cabilar, está justo encima de mi cocorota. Bueno..No será tan difícil. Quita el soporte, mueve la tele y el tdt y oh, no llega el cable de la antena. Bueno..lo empalmo con otro...Asi, cosa tras cosa llevo toda la mañana agujereando techo, moviendo cosas y el cuarto está hecho un auténtico asco. Sí, estoy de vacaciones, pero si difícil es mover un cuarto, cuán difícil será mover toda una vida. Llevo moviendo muebles todos estos meses. Espero que se pueda construir una casa nueva, en mi interior, una vida nueva, en mi exterior, pero si tan complicado es no sé cuándo terminaré de moverlo todo.

jueves, 8 de julio de 2010

Fluye el tiempo

Se tomó la decisión sin pensar. Hay que hacerlo, antes o después y realmente no merece la pena esperar a después. La curiosidad manda. El tiempo pasa y no lo podemos retener con nuestras manos. Lo que no hagamos hoy...se queda sin hacer. El mañana está tan cerca que pasa por nuestro lado hasta convertirse en ayer. Ya pasó el día de hoy y lo que viví fue tan importante que lo recordaré siempre como el día que tomé la decision. Sin pensar, sí, pero con consecuencias...

Juegos infantiles


Hoy volví al presente. Ayer, por un momento sentí que mi casa se llenaba de pasado. Los niños, por grupos jugaban a juegos de mesa según las edades. Dos grupos de cuatro niños llenaban mi salón, y durante media hora fui feliz al ver que los niños, por fin, jugaban a juegos de niños.
Pero hoy todo cambió. Diez niños, apelotonados en el sofá buscaban un espacio para ver la tele...dichosa tele. ¿Puedo jugar a la ds?, ¿me prestas el ordenador???...Uf..al final tuve que rendirme. Bajé la wii del horno de mi casa (mi sobrado), y he elaborado un turno por escrito para evitar problemas. Ahora vuelven a ser felices, ya que consiguieron la máquina, pero al menos he conseguido que se respeten los unos a los otros cediendo un espacio de su tiempo para que jueguen los demás, aunque sea a la dichosa wii.

Cuán diferente era nuestra vida de niños. Nos conformábamos con poco y éramos tantos que si nos juntábamos dos familias daba de sobra para jugar a lo que fuese. El coger, el matar, el pañuelito, al cielo voy, a saltar a la comba, el elástico..., uf...me acabo de acordar de aquella cantinela que debíamos soltar cuando éramos atrapados en el coger.."Salvadme por la Virgen del Carmen...." ya está otra vez mi cerebro haciendo de las suyas.
Me acuerdo de jugar al teje, dibujabamos un diseño de rectángulos en el suelo y arrancábamos (esa era la realidad) un trozo de loseta del suelo para que nos sirviera de piedra. El vivir en el colegio, con todo su espacio, daba para mucho, pero nos privaba de jugar en la calle por lo que el acceso a piedras de verdad era limitado. En cierta medida eso provocó que viviéramos en un micromundo que se reducía a las relaciones con nuestros primos y nos privó de forjar amistades externas.
El matar se me daba muy bien. Aún a riesgo de que esta frase se malinterprete, solía pillar la pelota que me amenazaba y era bastante buena cuando me tocaba darle a alguien del equipo contrario. En el colegio de monjas donde estudié se hacían competiciones de matar lo cual me hace pensar en lo políticamente incorrecto que sería ahora y en lo antipedagógico que es enseñar a los niños a matar, aunque sea un simple juego de pelota...
Sin embargo ya no se juega a la rueda churumbel quien se ría va al cuartel..., ni al Miguel miguel miguel da la vuelta del derecho...miguel miguel da la vuelta del revés..una dos y tréssssss. Esas actividades van camino de la desaparición.
Supongo que parte es culpa nuestra, de los adultos que preferimos estar escribiendo en un blog mientras los niños se entretienen y no nos dedicamos a organizarles actividades. Buscarles una cuerda para que tiren de ambos lados y acaben desparramados por el suelo, saltar a la comba, jugar al escondit o al coger. Seguro que ellos, como nosotros, valorarían esos juegos, por lo que pienso que el problema es que el presente ha privado a los niños de la capacidad de organizar su tiempo y de disfrutar de lo más simple. Quizás son niños por fuera, pero han perdido una parte de su niño interior.