martes, 29 de diciembre de 2009

El balance

Cuando llegan estas fechas suelo hacer un balance de mi vida durante el último año. Es algo que llevo haciendo desde siempre, pero solo ahora, que las tecnologías me lo permiten, me atrevo a analizarla de cara al exterior.
Han cambiado cosas en estos 365 días. Algunas son positivas. Otras no tanto. Pero lo inteligente no es lamentarse de todo lo malo que vivimos, sino alegrarnos por haber llegado a ser conscientes de que eso pasó, y podemos superarlo.
Una vez más las circunstancias me han enseñado que todos somos importantes. Como escribí hace mucho tiempo en mi entrada sobre “viajar en el tiempo” creo que yo también ocupo un lugar importante en este puzle que es la vida.
Mi intervención durante este año en la vida de muchas personas ha podido ser positiva o negativa dependiendo de quien fuera. Para algunos me he convertido en un diablo digno de ser apartado y machacado hasta su desaparición. Para otros, sin embargo, he sido un alivio o un apoyo y hasta he sido redescubierta por otras muchas personas al mostrarme como soy en este diario.
Entre lo positivo me gustaría separar lo material y lo personal porque de ambas vertientes me he enriquecido durante este año 2009.
Entre lo material podría destacar mi contribución a este mundo virtual al crear, de la nada, algo que antes no existía. Eso lo hacen a diario millones de personas, pero no por ello deja de ser importante que todos aportemos algo nuevo, aunque sean unas palabras que, en el peor de los casos nadie lee, pero que te llenan de satisfacción cuando las escribes. Lo frustrante en esta vertiente, es saber que la mediocridad de determinadas personas han hecho que parte de lo que creé se destruyera, aunque eso también forma parte de la vida misma.
En cuanto a lo personal me siento especialmente afortunada, al haber incorporado a mi vida personas realmente excepcionales, que me han ayudado infinitamente y para las que no encuentro palabras de agradecimiento lo suficientemente contundentes. Eso unido a los que siempre han estado ahí, apoyándome sin condiciones, amándome, valorándome, me hacen rica en algo inmaterial pero infinitamente más satisfactorio. Este año he descubierto que mis amigos de siempre lo siguen siendo, y que hay gente estupenda por el mundo dispuesta a entrar en la vida de otras personas para mejorarlas.
Dentro de esta faceta personal debería hacer un inciso en lo familiar, que tanto claroscuro ha representado en mi vida durante el 2009. A los que salieron de mi vida, por sus hechos, no les deseo nada, ni bueno ni malo, ya que la desilusión y las mentiras hicieron que se borrase cualquier atisbo del afecto que les tuve. Cuán cierto es aquello de que la sangre no crea vínculos, sino los hechos, y que se puede amar a alguien como a un padre sin serlo e igualmente sentir que alguien con tu sangre es un auténtico desconocido. Como contrapartida otros familiares se han mostrado como auténticos pilares de mi existencia, dándome todo el cariño y apoyo necesarios para seguir creyendo en mí, como persona y como profesional.
La relación más íntima con mis hijos y su padre me da satisfacciones y disgustos por igual así que como es algo invariable en los últimos años no voy a entrar a analizarlo.
En definitiva el año 2009 me ha dado de todo un poco. Mucho cariño, mucho dolor, mucho apoyo, mucha traición, mucha esperanza, mucha desilusión, me ha dado salud y me ha quitado visión, me ha dado amigos y me ha hecho desconfiar, me ha hecho mejor persona y al mismo tiempo menos buena. Me ha conformado tal y como soy hoy, a punto de cambiar de año. Espero que el 2010 traiga cambios profundos en mi existencia que me hagan escribir, el próximo año por estas fechas, un alegato sobre la capacidad de cambiar una vida con un poco de empeño…

viernes, 25 de diciembre de 2009

Las fiestas navideñas

Cuando llegan estos días nos volvemos como locos. Parece que, de repente, queremos ser mejores personas y recordamos a todos aquellos a los que verdaderamente queremos. Aquel amigo al que no has podido dedicar ni un minuto durante los 365 días del año aparece en tus recuerdos y sientes mucho no haberle demostrado ese cariño antes. Y entonces mandas un sms estandar en el que tratas de justificar tu ausencia y al mismo tiempo quieres compensar con tu gesto ese olvido inolvidado.
Yo este año he dicho que no mandaba sms, será por el tema de la crísis, pero he recordado, como siempre a todos mis amigos, los reales, los virtuales, los cercanos, los lejanos, los presentes, los ausentes, los que están, los que se fueron. Todos aquellos que dejaron huellas en mi vida y que me forjaron como soy. Hoy es Navidad y quería dedicaros a todos, mis amigos, esta entrada como muestra de mi cariño incombustible. Esta Irene de siempre sigue por aqui y aunque caiga en lo estandar, quiero que sepáis que os quiero y que podéis contar sinceramente conmigo si en algo os puedo apoyar.
MUCHAS FELICIDADES PARA TODOS Y TODAS, MIS AMIGOS, LA FAMILIA QUE ME QUIERE, LOS QUE ME VISITAN EN EL BLOG. QUE EL NUEVO AÑO SEA MEJOR QUE EL 2009 Y QUE ENCONTREMOS ESE MOMENTO PARA VERNOS...

lunes, 30 de noviembre de 2009

A mi amiga

Querida amiga: Hoy me ví reflejada en tí. Ese dolor en tus ojos, ese temblor de tus manos. Tu voz acongojada ante mí.
He revivido el pasado, ese más amargo que viví y no he sabido cobijarte con mi apoyo ahora que tú reencarnas la persona que fui.
No te sientas abatida. Yo estoy contigo. Mi amistad debe ser un bastón para tí porque a veces un cojo puede enseñar a uno nuevo como se puede llevar mejor el paso para que esa herida no afecte al resto del cuerpo.
Eres valiosa, maravillosa y fuerte. Enfrentaste tus retos en el pasado y saliste victoriosa porque tienes una fuerza interna que ni tú misma conoces. No te rindas.
Cuando una puerta se cierra, otra se abre, y hay muchas puertas en el mundo. Ese portazo en tu cara no puede desarmarte. Usa las manos, empuja, que verás como el futuro abre esa puerta hacia tu verdadero destino. Son solo tropiezos que todos vivimos una y mil veces. Mira a tu alrededor que hay mucho bello. Aunque tengas la sensación de que siempre llueve porque tus lágrimas no te dejan ver el brillo que te rodea, el sol sigue ahí. Y si no lo ves, no importa. Somos muchos los interruptores que puedes pulsar para ver la luz. Aquí me tienes y debes contar conmigo. Tu dolor no debe crecer como un cáncer maligno que mata. Hay que atajarlo con amigos que te sirvan de refugio. No tengas miedo en buscarnos. Siempre estaremos aquí para tí.

martes, 24 de noviembre de 2009

El sueño

La otra noche tuve un sueño. Fue tan bonito que no tenía ganas de despertarme porque quería retener todo lo que veía en esa realidad, recordar todos los pensamientos que pasaban por la cabeza de la protagonista que, en definitiva, era yo misma.
No sé cómo llegué allí, pero lo cierto es que viajé al pasado. Como en una de esas películas que tanto me gustan me encontraba en la Sevilla de mi niñez.
Paseaba por la calle San Luis de hace al menos 35 años y hablaba con mi hija, que me acompañaba, de todos los cambios que había sufrido la ciudad en ese tiempo.
Es impresionante darse cuenta de las cosas que un cerebro puede recordar y voy a tratar de reproducir el sueño, y sobre todo, los recuerdos que afloraron esa noche mientras dormía.
Como en todo universo onírico, el traspaso de un lugar a otro se sucede de una forma mágica. Sin saber cómo has llegado a otro lugar y desarrollas allí unos pensamientos, sin replantearte siquiera, lo raro que supuso ese salto espacial.
Paseaba por la calle San Luis de hace mucho tiempo, y los edificios eran muy distintos a los de hoy. Había tramos completos de la calle que me resultaban desconocidos, y apenas los edificios emblemáticos de la calle me situaban espacialmente en lo que recordaba (en mi sueño yo recordaba el siglo XXI) de esa calle que recorro varias veces a la semana.
La Iglesia de Santa Marina estaba chamuscada. Sus muros aparecían ennegrecidos. Me sorprendió volver a verla así tras tenerla en mi mente del presente tan reluciente. Recordaba que mi padre me había contado que la habían incendiado y no sé porqué yo siempre pensé que aquel fuego provenía de la guerra civil. Será que cuando era pequeña era normal escuchar historias en las que las iglesias eran quemadas por los "malos" y eso fue identificado por mi mente infantil con la imagen de aquella iglesia. Después he sabido que tras la quema de esa iglesia en el 36 se había restaurado por completo durante los años 50 o 60...
Paseando de la mano de mi hija, le iba contando los recuerdos que volvían a mi cabeza. Quizás buscaba reproducirle cuantos datos me habían llegado a mí de alguna explicación de mi padre.
Al llegar a la plaza de San Marcos todo estaba tal y como yo lo recordaba. Parece que nada ha cambiado, y sin embargo descubrí que para mí los cambios era muchos.
Allí estaba el Tejidos San Luis originario, en una casa vieja y cansada que amenazaba con caerse algún día...
Busqué la tienda de ultramarinos de Fernando, aquel hombre amable que me reencontré muchos años después en otra tienda frente a la estación de San Bernardo. Entré y volví a ver los estantes de aquella tienda que de pequeña me parecían tan inmensos. No sé porqué junto a la tienda de Fernando ví una tienda de modas, con ropas expuestas en maniquíes. No soy consciente en la realidad de que allí, en algún momento haya existido tal comercio, pero en mi sueño aparecía, y hasta le dije a mi hija el nombre antes de llegar. Ahora tampoco soy capaz de recordar el nombre que le dije.
La confitería Burgos que aún hoy se conserva aunque con otro nombre y otros propietarios, tenia aquellos barquitos dulces que mi madre a veces compraba para que desayunásemos en casa y las carmelas, tan blancas y dulces y con su guinda roja, que tanto me gustaban de pequeña.
No estaban ni el banco, ni los bares que hay hoy en la plaza. La farmacia estaba donde ahora hay una bazar regentado por ciudadanos chinos, y en la esquina de la Farmacia actual estaba el Baldogar, aquel bar de barrio regentado por Baldomero, el camarero rollizo y amable con el perpetuo delantal blanco.
La droguería sigue en el mismo sitio y con el mismo aspecto y aire antiguo. Sigue oliendo a pasado, a detergentes y colonias de siempre. En mi sueño la llevaba un señor mayor del que no puedo recordar su cara.
Al otro lado de la plaza estaba el bar "La alegría de San Marcos". Aunque creo que fue instalado cronológicamente después del tiempo que debía estar viviendo en mi sueño, ahí estaba.
Y de repente estaba en la calle Enladrillada. Tan diferente y a la par tan parecida a la calle que es hoy en día.
Llena de casas bajas, medio en ruinas. Yo ya no era tan pequeña cuando pasaba por allí, por lo que supongo que en mi sueño yo había viajado, de repente, al principio de los años 80 y debía tener unos 14 años. Había una tienda en mitad de la calle, frente a Santa Paula, que venía tarrinitas redondas de nocilla unidosis. Las comprábamos cuando íbamos camino del instituto. Después supe que aquella tienda era de los "León", unos niños que iban al colegio de la calle Castellar y que mi hermano conocía.
Yo me preguntaba cómo una calle, casi en ruinas, podía llamarse Enladrillada y hacía juegos de palabras y la llamaba "Desenladrillada". Esa explicación se la daba yo, durante el sueño, a alguien, que ya no sé identificar si seguía siendo mi hija, o también había cambiado, como el espacio y el tiempo.
La mañana se acercaba, y no sé cómo yo era consciente de que el tiempo se acababa. Como en regreso al futuro, un reloj que no existía más allá de mi mente, me indicaba que debía regresar, despertar, pero me resistía. Quería que me diera tiempo de llegar a la Plaza de Churruca y volver a ver el quiosco donde me compré una vez 25 pesetas de pipas de girasol porque traían unas pegatinas de Heidi que me encantaban. Corría para llegar a casa, el colegio donde trabajo hoy, y volver a ver la decoración palaciega que tenía cuando yo vivía allí de pequeña. Para fotografiar (sin llevar cámara, claro) todo lo que había dentro, para poder enseñarlo cuando regresase a mi presente...
Me desperté...aunque seguí con la cabeza posada sobre mi almohada los pensamientos ya no venían, los fabricaba artificialmente, y solo me quedó decirme que debía escribir esos pensamientos para no olvidarlos. Aún así he tardado tres días en hacerlo, y muchos recuerdos se quedaron en el mundo de los sueños...

jueves, 19 de noviembre de 2009

El otoño

¿Qué tiene el otoño que tanto afecta?
Siempre se dice que la primavera la sangre altera, pero para mí el otoño es la estación que me desbarata.
La perspectiva del frío, de las noches interminables, de las mañanas nubladas y tristes del invierno, hacen que el otoño me parezca la antesala de la desolación.
Es cierto que el campo es bello. El amarillo de los árboles cada vez más desnudos, y del suelo alfombrado de hojas inertes hacen que los campos adquieran un aire diferente, más bucólico, como si hubiésemos virado la foto a sepia.
Pero yo en esta época me siento más triste, más apagada, y no he sido consciente hasta que he empezado a releer los escritos que he subido a este blog desde septiembre. Todo pesimismo, desde las rachas y las ilusiones hasta el hundimiento de la última semana.
Sin embargo todos los textos del verano implicaban un optimismo exacerbado.
Y pienso yo...no será tanto..ni lo uno ni lo otro. No puedo estar exultante unos meses, y tan mohína en otros.
Buscar el equilibrio debe convertirse en el objetivo para mí. Reiniciarme como un ordenador sin dejar que la caída en picado que llevo siga su camino. Todo se somatiza y el estres, la angustia y los cambios, me afectan físicamente.
El año pasado por estas fechas inicié un descenso a los infiernos y en enero me renové cual Ave Fenix. Viví unos de los periodos más felices de mi vida interiormente, segura de mí misma pero las circunstancias laborales se encargaron de bajarme a la tierra de nuevo. Los vaivenes de mi vida, de esta persona que trata de buscar su sitio...
Busco culpables a esta circunstancias y hoy le tocó al otoño.
Toca mirar alrededor de otra manera, buscar lo bello, pasar de lo malo, usar los ojos interiores para acercarse a la naturaleza, a los amigos, a quien te quiere. Lo demás puede irse al infierno, pero no conseguirá que yo también vaya.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hundimiento sin subida

A veces nos creemos en la cima. Las circunstancias nos animan tanto que pensamos que nada puede truncar la felicidad que pensamos que tenemos. Es cierto, hay que vivir cada instante, el presente. El pasado ya pasó, el futuro llegará pero no por ello debemos condiciomar este presente a la espera que supone el futuro, siempre incierto.
Pero cuando nos sentimos hundidos las cosas cambian. Desde abajo se mira hacia arriba y se añora la felicidad pasada y se espera la que llegará en el futuro. Buscamos esos anclajes que siempre están para subir. ¿Y cómo es que hoy no puedo verlos?.
Los anclajes son variados y muchas veces no podemos asirnos a ellos por muchas razones. Porque no existen, porque son débiles, porque se oxidaron o simplemente porque no queremos encontrarlos.
En ese caso la subida es prácticamente imposible. Pataleamos, lloramos, nos lamentamos, pero es nuestro propio peso el que nos impide subir para salir del abismo. Queremos regodearnos en nuestra propia miseria para justificar nuestra falta de empuje. Nos aislamos y, conscientemente no queremos contar con quien siempre está ahí, aunque prescindamos de ellos. Es más fácil echarse a llorar que mirarse al espejo. Mirar más allá, para ver el fondo de nuestra alma. Indagar en nuestro propio ser y encontrar el camino hacia la salida, allá arriba, en el lugar de la felicidad.
Como si fuéramos Goya queremos verlo todo negro. Nada de color, nada de ilusión.
Pero en el fondo somos unos desgraciados porque toda esa realidad está únicamente en nuestro interior, y solo desde dentro conseguiremos superar nuestros miedos, nuestras miserias y acabaremos reconociendo nuestra podredumbre.
Y cuando comencemos a comunicarnos saldremos, flotando, más fuertes y regenerados que nunca. Sin intención de volver a mirar hacia abajo.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Ilusiones

Cuando inicimos una nueva andadura en la vida siempre estamos ilusionados. Todos los inicios son bonitos y todos crean una falsa espectativa.


Cuando iniciamos una vida en común estamos seguros de que no nos hemos equivocado al elegir a nuestro compañero.


Al iniciar el curso , cada año, estoy convencida de que voy a conseguir motivar a todos mis alum@s y que estos conseguirán su título por lo que la consecución de sus objetivos supondría el conseguir los míos.


Es maravilloso que esa ilusión se renueve, que siempre nos quede esa capacidad de desear que todo sea como lo soñamos. A veces son otros los que dan al traste con tu sueño pero nos queda la capacidad de levantar la cabeza y volver a soñar.


Hoy he trabajado haciendo fotos en una boda. Ver a esos novios aparentemente tan enamorados, me ha hecho reflexionar mucho. Después al ir fotografiando a las distintas parejas de invitados, voy viendo cómo esa ilusión que reflejan los novios de la boda, se va a apagando a medida que las parejas son cada vez mayores.


Los jóvenes se acercan mucho, se abrazan e incluso aprovechan para darse besos. Los cuatentones, con hijos medianos, están más tensos, y normalmente uno tiene que increpar al otro para que se coloque en la foto aparentando que son una pareja feliz. Los que tiene en torno a cincuenta, suelen soltar la frase de que está en trámites de separación, para justificar sus pocas ganas de acercarse a la pareja y menos, hacerse una foto junto a ella o él. Los mayores de sesenta se mantienen a una distancia prudencial y ni se mueven para acercarse a su pareja. En esas fotos siempre me aparece un antiestético hueco entre ambos.


No quiero decir con esto que cualquiera de esas parejas se quiera menos que los novios que se han casado, o que esos jóvenes que aprovechan cada oportunidad para mostrarse cariño. Simplemente que a ellos la ilusión se les ha pasado. Al menos se ha ido quemando parte de esa ilusión a lo largo de los años, y no se sienten en la necesidad de forzarse a manifestar el cariño que, seguro, se tienen.

La ilusión es la pila que nos lleva a levantarnos cada día con las ganas de seguir, de luchar, de enfrentarnos a lo que nos depare la vida.

El día que esa pila se agote sentiremos que lo hemos perdido todo.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Rachas

A veces me pregunto si verdaderamente existen las malas rachas. Cuando analizamos una serie de acontecimientos que se suceden en tu vida en un periodo de tiempo relativamente corto, y la mayor parte de dichos acontecimentos te producen un daño material, físico o emocional, hablamos de mala racha.

Como ese análisis me está aconteciendo en estos días de vuelta de las vacaciones, trato de enfriar mi furia y positivar dicha racha. Es cierto, últimamente todo va mal, pero ni las circunstancias ni la mala fe de otras personas podrán conmigo.

Me encanta sentirme así. No víctima de una mala racha, sino optimista. Segura de que tras esta racha, vendrá una buena, y ahí estaré yo para disfrutarla.

Y en cuanto a la valoración de las personas también disfruto del cambio que estoy experimentando. Siempre he pecado de ser "prestavel" como dirían en Portugal, es decir, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitaba e incluso al que no pedía ayuda. No sabía decir no, porque entendía el valor del tiempo y mi intervención siempre dejaba tiempo para otras cosas. Ahora he invertido esa actitud y procuro dedicarle más a mi trabajo, a mis amigos y a mí misma.
En consonancia con mis escritos anteriores trato de valorar lo bueno que tengo, sobre todo esos amigos, verdaderos o virtuales, que cuando me ven hundida tratan de sacarme a flote con sus consejos y su cariño.
Me dicen que aunque traten de arrinconarme, puedo brillar desde el rincón, porque soy valiosa.
Con esos consejos vuelvo a mirar dentro de mí y descubro que por mucho que traten de hundirme, yo floto por encima y son los que empujan hacia abajo, los que finalmente llegarán al fondo.
Es una mala racha, indudablemente, pero yo soplo en sentido contrario y los malos vientos se marcharán. Cuando alguien está bien fijo en el suelo, porque tiene anclas que no te dejan ondular al son que te marca la racha, es difícil que vuele con esos malos aires.
Con este escrito quiero agradecerle con cariño a todos mis amigos el apoyo que me han brindado. A veces lo que ven mis ojos, incluso los ojos del interior, no es suficiente para ver lo que ven los ojos de todos los que me quieren y me aconsejan. Desde el dolor, la rabia y la impotencia mi conciencia se alza limpia y valiente y solo me queda sentir pena de todas esas personas que no pueden mirarse al espejo sin sentir vergüenza de sí mismas y que solo son felices dañando a los demás. Doy gracias a Dios por no haber heredado esa maldad.

lunes, 24 de agosto de 2009

Campesinos

Me encanta viajar al pasado. Cuando vengo aquí me siento en el túnel del tiempo y recorro unas experiencias que bien pudieron vivir mis abuelos en Pinilla o mis bisabuelos en Écija o en Galicia.
Pero lo encuentro hoy, en el siglo XXI, en este país que me acoge como hija.
En estos días he buceado en lo cotidiano de estas tierras. Realmente he sido consciente de lo privilegiada que soy cuando unos ojos ajenos se sorprenden por cómo se vive todavía por aquí.
He vivido el proceso vital del autoabastecimiento.
Llegué cuando cortaban banderas (cortar la parte alta de la planta del maíz). No entendía para qué pero supe que esas partes se utilizaban para alimentar a las cabras. Además se permitía a las mazorcas coger sol para ir secándose.
Después llegó el "descamisar o milho" que yo, inculta del campo, pensé que era despellejar las mazorcas. Después descubrí que era arrancarlas. Miles de mazorcas amarillas coloreaban el campo portugués. Decenas de campesinos de estas tierras simultaneaban las tareas y me impresionaba como los campos iban cambiando en tan poco tiempo.
El día que más disfrutamos fue el de "debrulhar o milho", o lo que es lo mismo, desgranar las mazorcas. La experiencia de ver salir los miles de granos por un lado y las mazorcas vacías por el otro, unida a las risas de los niños que recibían el grano en sus cuerpos como si fueran copos de nieve, hizo que recuperase la memoria sobre algo que nunca había vivido con anterioridad, como si lo vivido por mis antepasados llegase de nuevo a mi mente a través de los genes compartidos.
La mayor parte del maiz, colocado al sol durante varios días, servirá para alimentar a los pollos y gallinas que se guardan en el corral. Parte del mismo se molerá para hacer la harina de maiz con la que se elabora la broa (eso típico y delicioso pan portugués).
Con esas gallinas, pollos y cabras, el campesino portugués se asegura los huevos y la carne durante unos meses.
También aquí se elabora vino. Cada lugareño tiene sus propias vides y recoge cada año las uvas para elaborar el vino que beberá el siguiente. Vino con denominación de origen de Bairrada.
Por cada rincón escuchas conversaciones sobre cómo será este año la cosecha, sobre la próxima vendimia que se prevé buena y sobre la calidad que se supone que tendrá el vino que salga de estas uvas. Se habla de limpiar los depósitos metálicos dónde reposará el primer vino, las botellas dónde terminará de hacerse el vino de la cosecha pasada, se analiza el estado de los toneles de madera donde envejecerá el vino seleccionado. Y otros muchas actividades relacionadas con la enología que escapan completamente a la comprensión de mi inculta cabeza urbanita.
En casa se come de todo, y poco se compra: Tomates, pepinos, habichuelas, chícharos, pimientos, cebollas, ajos, calabazas, calabacines, guisantes, pollo, huevos, chanfana (guiso elaborado con carne de cabrito, regada con vino tinto y hecho en el horno de leña de cepas), todo salido directa o indirectamente de la tierra y del trabajo del campesino. Este año hay muchas patatas porque solo se le pagaba al agricultor 1,5 euros por 20 kilos de patatas y muchos han optado por quedárselas para alimentar a los animales. Me avergüenzo de los intermediarios que abusan de estas pobres gentes que pasan horas al sol regando unas plantas que darán un fruto, difícil de recoger, que apenas le supone un beneficio.
Cuando, desde mi ignorancia, hago entender a estas gentes que es un trabajo muy duro para tan poco lucro, me contestan que esta es la única vida que han conocido, y que si no hace eso ¿qué harán?. Esa es su vida y no saben hacer otra cosa. No hacerlo supone echarse a morir y el proceso del campo supone vida por ciclos. Bajo la cabeza y asiento. Realmente este es otro mundo.

domingo, 23 de agosto de 2009

Dar vida

Desde el mismo momento en que se produce todo cambia. No lo sabes todavía pero los cambios que se sienten revolucionan la visión que se tiene de la vida, del entorno, del futuro.
Cuando ya eres consciente de esa vida decides cambiar la tuya, ya que tu cuerpo cambia al compás del crecimiento. Quieres cuidarte, porque ya no eres solo tú. Te das cuenta de que has pasado a un segundo plano en tu vida, y sin saber porqué, te esfuerzas por alimentar a esa cosita, todavía informe que necesita de tí desde hoy y para siempre.
Sientes la necesidad de hablarle, aunque sabes que todavía ni siquiera tiene oídos para oirte, pero quieres decile que ya lo quieres, que ya es lo más importante para tí y que siempre te tendrá a su lado, que lo cuidarás y educarás para que sea una buena persona.
Olvidas el malestar que supone para tu cuerpo el exceso de hormonas. Merece la pena perder la cintura o que se te hinchen los pies. Es un pequeño sacrificio para un gran regalo.
Consigues verlo, aunque no seas capaz de interpretar nada de esa imagen en blanco y negro que aparece en la pantalla. Pero te emociona ver un tic tac acelerado en un punto de esa pantalla ya que te dicen que es su corazón, que late con fuerza aferrándose a la vida que le estás ayudando a empezar.
Y un día sientes un culebreo en las entrañas. La sensación te produce vértigo, porque nunca antes habías experimentando nada de eso. Como si una culebrilla se te hubiese colado dentro el hormigueo se repite vagamente. Eres tú, mi niño, que te mueves para que yo empiece a sentirte vivo, contestando a mis interminables monólogos dirigidos a tí.
Ese día se siente algo diferente. La comunicación comienza. Del culebreo se pasa al movimiento, cada vez más contundente que supone el crecimiento de tu hijo. Día a día vas viendo como tu cuerpo cambia, tus pechos crecen y cambian de color. Se van preparando para alimentar y empieza brotar savia de ellos.
El espacio se reduce y vas notando como ese cuerpecito, cada vez mayor, va reclamando su lugar. La barriga se deforma ante los movimientos. Espera a que esté tranquila para moverse. Estira sus piernas y tu barriga enseña una nueva protuberancia. Si pones la mano sobre ella parece que te quiere hablar, porque notas el hipo que llega desde en interior.
Cuando el día del conocimiento mutuo se va acercando sientes miedo. Pero no por tí, por los dolores o por cómo quedará tu cuerpo. Sientes miedo por esa persona que vas a alumbrar. Te preguntas si haces bien trayendo a tu hijo a este mundo el que vives. Quieres para él lo mejor y la realidad que te rodea a veces te muestra un lugar lleno de dolor y maldad, y no quieres eso para él.
Cuando llega el día y crees que estás preparada para encontrarte con tu hijo te entra un gran nerviosismo. Deseas que todo vaya bien, quieres colaborar pero tu cuerpo adquiere vida propia. No consigues controlar nada. Se desencadena un proceso grandioso a la par que doloroso. Piensas que las fuerzas te están abandonando porque no controlas nada. Intentas colaborar, respiras, empujas, jadeas, rezas, preguntas, lloras, suplicas. Casi quieres abandonar, pero sientes que has de seguir, porque de tí depende que todo vaya bien.
Sufres porque está tardando mucho, porque sientes que está sufriendo. Notas que algo no anda bien y te asustas. Ruegas a Dios que todo salga bien, que tu hijo nazca sano. Pides a los que te rodean que lo salven, que es lo más importante. Sientes que tu vida dejará de tener sentido si pierdes a esa persona que aún no has conocido. Te tranquilizan y das las gracias. Respiras y tras un esfuerzo definitivo notas como tu hijo nace.
Al verlo se te nubla la vista de emoción. El más efectivo de los flechazos te atraviesa el corazón y entiendes que este enamoramiento será perpetuo. Las lágrimas acuden a tus ojos y sonríes con el rostro surcado de lágrimas.
Te retuerces en la camilla para seguirlo con la mirada, para empaparte de esas primeras luces que lo iluminan. Preguntas si está bien, porqué no ha llorado, está completo...las palabras se atrancan en tu boca movidas por la emoción.
Y cuando, finalmente, te lo entregan, lo colocan sobre tu pecho, piensas que no podrás ser más feliz. Te explota algo en el interior para siempre. El amor te desborda y sientes que vuelas sobre el universo con el sentimiento más bonito que existe. Y piensas que, a partir de ese día, deberás ser más responsable, más bondadosa, más comprensiva, más amable y cariñosa. Tienes que aprender a ser madre...

sábado, 15 de agosto de 2009

Portugal profundo



Miles de círculos concéntricos se dibujan sobre el agua. Los truenos, tras el monte, certifican la tormenta que martillea el río Zézere. El agua de la cascada susurra a la derecha, imponiéndose al trueno, como dama que susurra en este territorio desde siempre. El espejo no refleja ahora los árboles que besan la orilla. La lluvia inunda el entorno. Un olor a bosque húmedo martillea mis sentidos.
El gorrión se acerca, valiente, a la orilla del río que circula impertérrito. Las gotas desbaratan su contorno pero no lo hieren. Se enriquece de savia nueva llegada directamente desde el cielo.
Las piedras, saltarinas, vuelan de la mano inocente. La mirada fija la sigue hasta que se pierde en la profundidad del río. Siete: un nuevo record. La sonrisa se dibuja en la cara del zagal, que, incansable se inclina de nuevo en busca de la pieza perfecta que le haga el rey de los lanzadores de piedras saltarinas.
Las nubes veloces pasan rozando las cumbres empujadas por el cielo azul. El sol exige su sitio en un verano cálido en estos lares.

martes, 4 de agosto de 2009

El viaje



El amanecer en Pinilla ha sido frío. Preparar las cosas para partir me ha despertado de repente. Comienza un viaje a través de la Península Ibérica. La carretera hacia Rascafría aparece vacía. El valle duerme. Al fondo el Peñalara ilumina el camino a seguir. Aún queda un poco de nieve aunque sea 4 de agosto. El sol besa la punta de la montaña que nos guía. Imagino a mi padre viviendo muchos amaneceres en esta bella tierra. Me emociona. Me recuerda el amanecer de mi cumpleaños de hace mucho, cuando acabé bañándome en la poza del río Lozoya a las seis de la mañana con un frío terrible, tras una noche divertida con mis amigos...
Tras un rato de curvas cerradas rodeadas de inmensos pinos que cierran la luz a la carretera llegamos a la cima. Cotos, Navacerrada, y Castilla León.
El cruzar esta frontera me hace revivir otros momentos del pasado. Cuando bajábamos del Seat 1500 a fotografiarnos con la kodak de negativos cuadrados junto a la señal de tráfico que marcaba el límite. Niños que madrugábamos a conocer una tierra, la castellana, cuya historia brotaba con orgullo de los labios de mi padre.
Bajar hacia Segovia hace que un extraño hormigueo recorra mi espalda. Pronto llegaré a la Granja de San Ildefonso, lugar donde se conocieron mis padres, y se escribió un capítulo más de mi historia. Al fondo se ve Segovia.
Este año no me he equivocado con la carretera, y con ello me he perdido la impresionante vista del Acueducto. ¡Cuántas veces he pasado bajo sus arcos perfectos!
Y entonces comienza. Una gran llanura al frente, salpicada de imponentes árboles; la sierra a la izquierda, me despide; un paisaje hipnótico y, al mismo tiempo, informador.. Aquí defendimos la tierra, aquí nos trajeron del norte, aquí cabalgaron caballeros, aquí se construyó la historia..
La carretera...Ha cambiado. Ya tampoco me pasa por Ávila. Este año no puedo ver la muralla perfecta que la rodea. Tanta prisa por llegar al destino no me deja disfrutar de la belleza que me toca a lo lejos...
Puedo ver Salamanca desde la autopista. Su catedral me llama. En su universidad estudió y enseñó teología mi padre y la ciudad me enamora. Hasta aquí llegábamos desde Pinilla cuando éramos pequeños en excursiones maravillosas que permanecen grabadas en mi memoria desde siempre.
Los kilómetros van pasando a una velocidad que no deja pensar. Trato de beberme cada metro que recorro. Los árboles de la tierra, dura, me piden que pare pero ya diviso Ciudad Rodrigo.
Las torres salpican un cielo con velo blanco en la última gran ciudad de España.
Ya se intuye la frontera.
Castilla León se va despidiendo de mí. Vasta y ancha, con sus iglesias románicas y góticas dejo atrás la tierra de mis antepasados. Quiero saltar del coche para empaparme del espíritu de estas tierras. De la sierra a la meseta que hoy aparece árida. Portugal está solo a 15 kms.
La historia de la frontera me muestra pueblos que se besan. Las ondas ya llegan a mis oídos. El dial recoge una lengua diferente que se derrama por mi coche. A mi lado se dibuja una sonrisa al oír los sonidos de la patria.
El viaje continua. Vuelvo a la sierra. Portugal presenta sus más altas montañas como barrera natural, pero el hombre moderno, ayudado por Europa, se ha encargado de desarmar a este país hermano. Una autopista rodea la sierra para llevarnos, poco a poco...hacia el oeste.
Busco el atlántico y nada se interpone ante mí.
El sol alcanza su punto más alto cuando llego a mi destino. No me conformo...Quiero verlo así que continúo mi viaje hacia el sol.
Praia de Mira: dunas, mar salvaje, agua fría...belleza desbordante. Meto mis pies en el mar y me siento viva. Tanto recorrido para observar las bellezas que me da la naturaleza. Hoy he visto la nieve, la montaña, el valle, la meseta y el mar.
Vivir cada momento es la esencia de mi felicidad. Hoy he tocado el cielo...

jueves, 30 de julio de 2009

Viajar en el tiempo

Siempre me gustaron las películas de viajes en el tiempo.
Me hacen reflexionar sobre lo importante que es el lugar que ocupamos en este mundo.
Muchas veces intento trasmitírselo a mis alumnos para que entiendan porqué es importante que estudien Historia. Y para ello utilizo un ejemplo muy cercano para mí, y también para ellos.
El ejemplo que les cuento parte de la propia clase. Del lugar que ocupan físicamente en ese momento y la realidad circundante.
Les digo..."Si en el año 1952 mi madre no hubiese viajado a La Granja de San Ildefonso..ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí.
En principio ellos reflexionan y me dicen..."Seño...eso no tiene porqué ser así, porque yo seguro que sí estaría aquí"
Y entonces trato de explicarles mi historia, que también es parte de la historia de ellos.
"No, chicos, si mi madre no hubiese viajado a la Granja, justo ese año, mis padres no se habrían conocido y no habrían fundado este colegio en el que todos estamos ahora. Yo no habría nacido y no podría estar dando esta clase, y probablemente, tampoco vosotros os conoceríais al no haber coincidido en el mismo sitio al mismo tiempo".
Tras unos minutos de reflexión trato de explicarles cualquier otro episodio "importante" de la historia universal.
Por ejemplo...si Colón hubiese convencido al rey portugués para hacer su expedición, en latinoamérica no se hablaría mayoritariamente el español, ya que no se habría reunido con los Reyes Católicos para que le financiaran su viaje.
Si los revolucionarios franceses no se hubiesen unido, la Europa en que vivimos sería muy diferente...
Partiendo de esa idea, que ya me trasmitió mi padre, imagino lo importante que somos cada uno de nosotros en este engranaje vital. Todo sería diferente si en cualquier momento en que nos tocó decidir algo de nuestra vida, hubiésemos elegido la otra opción.
Esto sirve tanto para lo bueno como para lo malo. ¿Cuántas veces nos hemos lamentado por haber ido a determinado sitio, que nos hizo conocer a alguien que nos condicionó la vida negativamente? O nos decimos "que afortunada fui al conocerte...porque nuestras vidas se tocaron aquel día",
Esta idea recurrente es válida para hacer entender a cualquier persona lo importante que es, y que si no exisitiese, todo sería diferente.
Hacer entender eso a un adolescente inseguro, deprimido o sin ilusiones, puede ayudarlo a valorarse mucho más.
A lo largo de mi experiencia docente he tratado de trasladar esto a algunos alumnos y alumnas que no creían en sí mismos, y tengo que sentirme orgullosa por haber conseguido cambiar el rumbo de algunos de ellos. Como en "regreso al futuro", mi intervención en sus vidas ha marcado un futuro que, quizás, habría sido un poco menos positivo...O no, quién lo sabe. Formo parte de este engranaje y trato de hacerlo bien...Pero como la vida marca la historia de todos los demás, solo el futuro me indicará si esas acciones dieron buenos frutos.

domingo, 26 de julio de 2009

Mis amigos

Buscaba un tema para escribir hoy y la reflexión previa me llevaba inexorablemente a un solo tema: Mis amigos.
Mentalmente creaba la estructura que le daría a un escrito sobre ellos y ellas, esas personas que son para mí muy importante.
Y entonces me dí cuenta. Quería escribir lo que siento por mis amigos y, sin embargo, ellos no saben qué es lo que siento. Así que he cogido el teléfono y me he llevado unas horas llamándolos, a ellos y a ellas, para decirles que los quiero.
Como me conocen no se han extrañado mucho de mis argumentos. No he podido llamar a todos pero sí a unos cuantos, y ahora me siento mucho más feliz que antes de empezar a pensar en el tema.
Les he dicho: Te llamo para decirte que te quiero, que os quiero, que aunque estemos separados y no nos veamos muy amenudo os llevo en mi corazón, pienso en vosotros y quiero que seáis felices.
Con Macarena he reflexionado sobre el tema.
La vida pasa, los días, uno tras otro transcurren y la mayoría de las veces no encuentras el momento de hacer esa llamada, escribir ese mensaje, o desplazarte para entrar en contacto con tus amigos. Después, esos días no dejan huella.
¿Qué recordamos de nuestras vidas?. Los recuerdos lo forman esos días especiales, esas reuniones que tuviste en casa con las personas a las que quieres, en las que reíste, compartiste. Los días rutinarios no dejan huella, y sin embargo, son los días que nos esforzamos por repetir.
Repito...la vida pasa. Y hay quienes se van de repente, sin darte la oportunidad de decirles lo que sientes...
Últimamente he reflexionado mucho sobre el tema. CARPE DIEM, máxima que marca el eje argumental de la película "El club de los poetas muertos". Carpe diem...vive el instante...porque pasa y ese instante es lo que permanece...
¿Ese carpe diem es tender la ropa, poner el lavaplatos o ver una serie de televisión?...Es en lo que ocupamos las mayoría de nuestro tiempo...y no valoramos cada momento en el que compartimos nuestra vida con nuestros amigos...
Porque yo recuerdo más la reunión que hice con Estrella, Macarena, Maín, Carlos y Rosa, Miguel y Rosa, Rosita, Carmen y Jose...y otros amigos a los que quiero mucho...que cualquier otro día... O la visita que me hace Oscar una vez cada siete años o el encuentro con Nico cuando voy a Pinilla.Y sin embargo no repito esas reuniones con la frecuencia que quisiese.
Cada uno de mis amigos ha marcado un periodo de mi vida. Los conocí en circunstancias muy diversas y todos dejaron una huella en mí que ha hecho que me esforzara por mantener esa amistad durante años. Algunos han llegado hace poco a mi vida, y apenas me conocen, pero yo ya les he dado un espacio en mi corazón y ahí van a permanecer siempre.
Rosa fue en un gimnasio, Carlos, Montse y Carmen en la facultad, Macarena en un viaje de fin de carrera, Estrella y Sonia en el instituto, Maín y Mercedes en el cole, Oscar y Nico en Pinilla siendo niños, Vanessa en Cartaya, Rosita en Guadalpark, Ana en Alameda, Mercedes en Italia, Manoli estudiando fotografía, Raquel en la urbanización, Carmen G durante un baño en una piscina, Montse M. en un campamento, Manolo y Mar en un curso recientemente...Algunas de sus parejas también han llegado a mi corazón con la misma intensidad y han aportado a mi vida momentos de verdadera felicidad.
Este escrito no se está desarrollando como lo pensé...Mi cabeza trata de sacar unos sentimientos que mis dedos son incapaces de llevar a las teclas. Pero quería decirle a mis amigos que los quiero, que pueden contar conmigo cuando me necesiten y que, sin ellos, la vida no sería tan bonita.
Gracias por estar ahí...

sábado, 25 de julio de 2009

Por qué este blog

Hoy he decidido que ya debía crear mi propio blog.
Internauta empedernida, buceo por internet leyendo blogs, buscando información, embebiéndome de un mundo infinito que me aporta tanto...
Es una experiencia nueva aportar algo a este universo, mis pensamientos, mis ilusiones, mis tristezas y alegrías, mis esperanzas y anhelos. Quizás nadie llegue a leer mis palabras, pero el mero hecho de colarme en esta galaxia de la red, me da un impulso para seguir tecleando en el portátil e ir dando forma a un párrafo que no tiene fin.
El porqué del nombre de este blog está relacionado con una experiencia personal que está marcando mucho mi vida en los últimos años. Mis ojos.
Lo que ven mis ojos es algo cambiante. No solo los ojos físicos, que están enfermos, sino los ojos del interior, del alma y del corazon, que van percibiendo mi mundo, de una forma muy distinta.