Tal día como hoy a las 23,15 una Irene nueva nació: la Irene madre. Evidentemente lo que celebramos es que Paula abrió los ojos a la vida como ser independiente, pero está claro que también nació una nueva versión de Irene en la que, de repente, dejé de ser mi prioridad para darle ese lugar a mi hija primero, y después por igual a los dos hijos que he tenido.
Sin embargo desde hace pocas semanas las cosas han cambiado. Mi patata ha empezado a molestar y me ha obligado a parar en esa nueva vida que había iniciado en marzo. Y no me dio miedo morirme pero sí entendí que tenía que remendar mi corazón de alguna manera.
Yo, que soy de las que creen en las energías y los chacras, y en todas esas cosas que la mayoría de la gente etiquetaría como "de cabras locas" he amado durante los últimos años a alguien a quien no debía amar. Así que mi corazón se ha resentido mucho de esos quereres inoportunos y ha entrado en barrena hasta que ha dicho ¡Basta! Empezó el dolor físico por no poder gestionar el dolor emocional. !Se acabó!
Ahora elijo amarme a mí, elijo ser feliz en mi nueva profesión y conmigo misma. Ya no me necesitan como madre porque mis hijos ya vuelan solos y saben que seguiré aquí como amiga, confidente y apoyo.
Y en cuestiones de pareja ya no necesito palabras de amor que después no se corresponden con la realidad, no me vale escuchar "te quieros" en susurros que son más adioses perpetuos que palabras sinceras.
Elijo sanar mi corazón y liberarlo de cualquier atadura kármica, de cualquier proyección de futuro, de cualquier entrega en el presente.
No sé si a mi edad la vida me permitirá conocer el amor de nuevo, pero en cualquier caso le pido a ese universo, a ese Dios, a los ángeles de la guarda, ánimas benditas o a quien sea que reparta esas cosas, que me dé a alguien valiente, a quien no le dé miedo amar, que no se acobarde al tomar decisiones en la vida, que me mire a los ojos y me diga con voz potente que me ama. Si no es así, prefiero seguir sola. Quizás en esa nueva versión de Irene, guía turística que viaja en los sueños de mucha gente enseñándoles Europa, hay tanto cariño que dar y recibir que ya no necesito amar a ningún hombre ni tampoco necesito que nadie me ame en exclusiva. ¿Quién sabe?