miércoles, 10 de febrero de 2016

Y la vida me regala otro momento inolvidable

Yo tenía 6 años.
Acostumbrada a estar rodeada de hermanos el estar en aquel colegio sola me hacía sentir extraña. Solo fue un año de mi vida, pero nunca podré olvidar aquella mañana.
Vinieron a buscarme. Vino mi hermano y ya en sí eso era una novedad.
Habías nacido ese 15 de octubre.
El pequeño Álvaro cumplía ese mismo día 5 años y viniste a regalarnos a todos tu presencia.
"Parece china" fue lo que pensamos o dijimos los dos pequeños cuando te vimos.
Una carita sonrosada con unos ojos rasgados fue lo primero que vimos de ti.

Hoy, 42 años y unos meses después de aquella mañana, vuelvo a sentir la ilusión de una niña pequeña al pensar que en breve serás madre por primera vez.

La emoción nace desde lo más profundo, de ese lugar donde el amor es infinito y que se desborda en momentos como estos.
Valentina está al nacer, en horas, en días...pero pronto podré volver a experimentar esa sensación que me embargó hace ya cuatro décadas.
Y me siento inmensamente feliz porque ha sido una niña muy soñada, muy deseada.
De alguna manera siento que, aunque yo solo soy una tía más de las muchas que esta niña tendrá al nacer, algo he aportado a que estuviese aquí, tan cerca de nosotros.
En estos últimos años he trabajado tanto con la bioneuroemoción, la biodescodificación, los duelos familiares, las constelaciones..., en un intento de liberar a mi familia de las cargas de nuestros ancestros, que de alguna forma he contribuido a facilitar que los impedimentos que se arrastraban se fuesen disolviendo en el olvido.
Siento que esta niña va a ser un alma nueva, increíblemente bella por dentro, libre de todas las cargas que hemos ido arrastrando muchos miembros de la familia. Esas cargas que por una serie de circunstancias no nos competían de una forma directa, pero que por fidelidad al clan familiar íbamos incorporando a nuestros "discos duros", con programas dañinos que se ejecutaban cuando alguna similitud con actuaciones pasadas se repetía...para sanar, para reparar y tristemente también para sufrir...
Eso queda atrás.
Ahora solo deseo que Valentina nazca pronto, sana, bella, radiante guerrera del amor. Y que sea receptora, a su vez, de todo el amor de esta familia que pone sus esperanzas en que crezca feliz.
A ti, queridísima Beatriz, te deseo toda la fuerza necesaria para hacer un trabajo de parto que sea aceptablemente fácil, aunque parir no lo es. Te deseo mucha paciencia para reajustar tus hormonas que andarán muy locas durante semanas. Te deseo clarividencia para vislumbrar qué quiere de ti tu hija cuando quiera comunicarse de la única manera que ella sabe, llorando. Te deseo mucho amor.
A veces quisiera poder dominar las palabras para expresar lo increíblemente feliz que estoy imaginando a mi padre, en otro plano, viendo como una heredera de su clan, ahora libre de ataduras, echa a andar en esta nueva experiencia humana.
Valentina, querida, estamos esperándote.

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