lunes, 7 de septiembre de 2009

Rachas

A veces me pregunto si verdaderamente existen las malas rachas. Cuando analizamos una serie de acontecimientos que se suceden en tu vida en un periodo de tiempo relativamente corto, y la mayor parte de dichos acontecimentos te producen un daño material, físico o emocional, hablamos de mala racha.

Como ese análisis me está aconteciendo en estos días de vuelta de las vacaciones, trato de enfriar mi furia y positivar dicha racha. Es cierto, últimamente todo va mal, pero ni las circunstancias ni la mala fe de otras personas podrán conmigo.

Me encanta sentirme así. No víctima de una mala racha, sino optimista. Segura de que tras esta racha, vendrá una buena, y ahí estaré yo para disfrutarla.

Y en cuanto a la valoración de las personas también disfruto del cambio que estoy experimentando. Siempre he pecado de ser "prestavel" como dirían en Portugal, es decir, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitaba e incluso al que no pedía ayuda. No sabía decir no, porque entendía el valor del tiempo y mi intervención siempre dejaba tiempo para otras cosas. Ahora he invertido esa actitud y procuro dedicarle más a mi trabajo, a mis amigos y a mí misma.
En consonancia con mis escritos anteriores trato de valorar lo bueno que tengo, sobre todo esos amigos, verdaderos o virtuales, que cuando me ven hundida tratan de sacarme a flote con sus consejos y su cariño.
Me dicen que aunque traten de arrinconarme, puedo brillar desde el rincón, porque soy valiosa.
Con esos consejos vuelvo a mirar dentro de mí y descubro que por mucho que traten de hundirme, yo floto por encima y son los que empujan hacia abajo, los que finalmente llegarán al fondo.
Es una mala racha, indudablemente, pero yo soplo en sentido contrario y los malos vientos se marcharán. Cuando alguien está bien fijo en el suelo, porque tiene anclas que no te dejan ondular al son que te marca la racha, es difícil que vuele con esos malos aires.
Con este escrito quiero agradecerle con cariño a todos mis amigos el apoyo que me han brindado. A veces lo que ven mis ojos, incluso los ojos del interior, no es suficiente para ver lo que ven los ojos de todos los que me quieren y me aconsejan. Desde el dolor, la rabia y la impotencia mi conciencia se alza limpia y valiente y solo me queda sentir pena de todas esas personas que no pueden mirarse al espejo sin sentir vergüenza de sí mismas y que solo son felices dañando a los demás. Doy gracias a Dios por no haber heredado esa maldad.

1 comentario:

  1. Ánimo y feliz andadura por bloguera.
    Que no puedan contigo esos sentimientos, hazte distante a ellos.
    Saludos.

    ResponderEliminar