martes, 9 de noviembre de 2010

Tres años ya.


Fuiste la antorcha que iluminó mi camino. Cuando la luz escaseaba a mi alrededor y me sentía sola tú aparecías con esa fuerza sobrehumana que te caracterizaba y me hacías ver que en mi interior brillaba parte de tu ser y podía soñar en parecerme a tí.
Te perdí hace tres años pero sigues presente en mi vida. Cuando la tentación de dañar aparece, tu rostro me perfila un camino diferente en el que no haya cabida para los rencores ni para las malas acciones.
Sentí no haberte conocido más, cuando tu valentía te hizo abandonarlo todo en pos de un sueño.
Tu sentido del honor, del deber, del amor, de la fe, de la bondad superaron todos los obstáculos que la vida te puso delante y siempre fuiste la mejor persona que se podía ser
Hoy te recuerdo, como todos los días, pero tu presencia se hace más próxima porque ya pasaron tres años desde que partiste hacia donde merecías. No tengo la menor duda de que estás en lo que los cristianos llamamos cielo. Si como tal no existiera, estoy segura de que tu alma se codea con las grandes almas que habitaron este planeta durante toda su existencia. Porque allá donde estés seguirás brillando como pocos.
Papá, te echo de menos y te quiero. No dejes de velar por mí porque saber que me sigues me obliga a ser mejor persona.

1 comentario:

  1. Muy bonita la entrada y sobre todo, muy emotiva, porque es muy importante acordarse de los seres queridos que se han ido y recordar todo lo bueno que te han dado. Mi madre Luisa, que es tu prima, dice que tu padre era eso y muchísimo más. Era una persona excepcional y que le hubiera gustado conocerle más.
    Seguro que él te está viendo desde el cielo porque creemos que ese lugar existe, como cristiana que eres al igual que yo.
    Un besazo enorme!

    ResponderEliminar