viernes, 9 de noviembre de 2012

Cinco años sintiendo tu halo

He salido a la noche oscura de noviembre. El cielo, estrellado tras muchos días de nubes, me ha mostrado miles de luces lejanas en un universo infinito. El paseo nocturno me ha trasladado a otro nueve de noviembre, hace ya cinco años, en el que te acompañaba en tu último viaje.
Esas estrellas desde el cielo parpadeaban, como luces de neón que tratan de llamar la atención y ahí, parada en medio del camino, he pensado que me estabas mirando. Tu presencia, una vez más, ha sido real y he sentido que a través del tiempo y sin la existencia del espacio físico, tu amor llegaba a mí ininterrumpidamente, instalándose en mi corazón como algo infinito, como ese universo que me contempla.

Algún día he de ver pasar estos nueves de noviembre como días normales, pero hoy, un lustro después de haberte perdido en esta existencia física, sigue siendo un día muy señalado en mi calendario vital. Papá, hoy has vuelto a mí de nuevo, aunque sé que nunca me has abandonado. Una vez más trato de buscar las palabras que acerquen lo que siente mi corazón a este blog en el que expreso todo lo que llevo dentro. Y de nuevo sé que quedaré muy lejos de conseguir el objetivo que me he propuesto al enfrentar esta hoja en blanco a merced del movimiento de mis dedos en el teclado.
He rebuscado entre mis archivos, y una vez más he recuperado tu maravillosa carta que me hace recordar que ya en vida eras un ángel de la guarda que siempre me acompañaba. Desde una misiva que escribiste hoy hace 22 años me transmitiste consejos sabios que han tratado de dirigir mi vida en los últimos años, desde que te fuiste, y tu voz, a través de aquellas letras me ha llegado desde esa otra dimensión.
También he recuperado imágenes en las que apareces como eras hace ya muchos años, el día de mi comunión y el verte tan lleno de vida, tan imponente, hace que una lágrima surque, sin control, estas mejillas compartidas con aquella niña que te acompaña en el video. La tecnología me ha permitido congelar esos momentos y compartirlos
Sé que al escribir estas cosas muchas personas han de pensar que mi cordura debe ser cuestionada, pero lo que es cierto es que sé que estás cerca, que eres capaz de transmitirme tus consejos con señales que se muestran ante mí cuando las necesito. Y quería darte las gracias por ello. No tengo palabras para expresar lo importante que fuiste para mí en vida y lo increíblemente imprescindible que estás siendo en este camino hacia la ascensión.
En estos momentos de mi vida en los que vuelvo a sentirme confusa es cuando más necesito volver hacia dentro y encontrar esas respuestas que sé que tú me vas a ayudar a comprender. Y así volver a coger carrerilla para dar un saltito más que me haga comprender, de nuevo, que el camino no es nunca hacia abajo, sino siempre hacia arriba y que esto simplemente es un bache que acomoda mis piernas para la gran subida que está delante. Hoy una gran amiga me lo hizo comprender y he sido consciente de que hablabas a través de ella.
Cinco años no es nada en esta existencia infinita en la que estamos inmersos. Despertar a ello es algo tan maravilloso que a veces me recrimino a mí misma no ser más consecuente con toda la información que he conseguido obtener con solo cerrar mis ojos. Y ahí estará el problema. Será que últimamente estoy dándole más crédito a lo que quieren ver mis ojos físicos y los mantengo abiertos, alejándome de lo que me trata de mostrar los ojos del alma, mucho más cercanos a mí misma. Gracias, papá, por mandarme, cada nueve de noviembre, como dice la canción, como siempre sin tarjeta, un ramito de violetas en forma de reflexión. TE QUIERO POR SIEMPRE. Irene.

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