jueves, 13 de septiembre de 2012

Realidad sincronizada

El término sincronicidad llegó hace tiempo a mi vida
y últimamente se está materializando en mi vivir de una manera sorprendente. Pienso en alguien y en poco espacio de tiempo esa persona reaparece en mi vida, casualmente (o causalmente), a través de un sms, un email, alguien me habla de ella/él, alguien con el mismo nombre...
Últimamente pienso que todo va mucho más deprisa y que los acontecimientos van encajando como piezas de un puzzle que está marcado por detrás y que es muy fácil de construir. Tanto mis amigos como mis pseudoenemigos están mostrando sus cartas y es fácil decantarse por lo que elegir..
Dicen que llegamos a un fin de ciclo y cada vez dudo menos de eso. Es algo que siento desde el interior y puede ser porque anhelo en lo más profundo que ese cambio se materialice efectivamente.
Dicen que es un cambio de conciencia, de dimensión, un despertar generalizado al conocimiento de quienes somos y qué hemos venido a aportar a este mundo. Se habla de amor incondicional y de perdón...
Y cuando llegan días tan complicados como el de hoy me pregunto si son esos coletazos preprimavera de los que habla Emilio Carrillo en sus conferencias. Momentos de maldad tan manifiestos en los albores del amor incondicional para recordarnos que esa primavera conciencial todavía no ha llegado.
Porque cuando la maldad se manifiesta de una manera tan clara ante mí, seguida de la más penosa hipocresía una no sabe muy bien lo que sentir. Rabia, asco, pena...y ¿cómo transmutar toda esa energía negativa en amor incondicional?. Me imagino que quitándonos la ropa, como haríamos si de repente, en febrero,  nos viniera un día de 20º C y nos sobraran los jerseys.
Esa mudanza requiere un esfuerzo muy grande por parte de nuestro corazón, porque a veces sentimos que las fuerzas se agotan, que estamos hartos de aguantar panolis encumbrados por conformistas que prefieren reirle las gracias a donnadie antes que buscar el cambio.
Pero al sentir esto...¿qué conseguimos? Normalmente mermar aún más las energías que tanto nos cuesta conseguir...y poco más.
Pero voy a tratar de no permitir que puedan conmigo. Hoy vencí una batalla más cercana porque no dejé que el miedo me atenazara en ningún momento y me di cuenta de que era más fuerte de lo que yo pensaba.
Porque quiero llegar a la primavera sintiéndome libre, sobre todo de corazón, sin cargas que me hagan sentir mal. Porque la rabia, el odio o el rencor, son parásitos de los corazones y se alimentan de los recuerdos y de las malas experiencias para aniquilar a la sede de nuestra esencia.
No sé si existe sincronía en mis pensamientos de ahora, igual sí, igual no, pero lo cierto es que me embarga una sensación muy especial de que algo va a pasar muy pronto y será esencial en mi futuro cercano.
Buenas noches.

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