viernes, 22 de marzo de 2013

Resuena

Mirar hacia dentro no es siempre fácil.
Muchas respuestas son tan confusas que solo con analizarlas desde fuera no se pueden interpretar.
A veces la vida te da la oportunidad de volver a releer mensajes del pasado y la interpretación que de ellos se hace resuena de manera muy diferente transcurrido un tiempo. Es entonces cuando cabe recapitular y y volver a vivir, desde el interior, la situación y así poder ver cómo habríamos actuado ante esa misma situación siendo la persona que somos en la actualidad.
Es más que probable que todo se vea tan diferente que no seamos capaces de reconocernos en la persona que reaccionamos de la manera en que lo hicimos. Y no es momento de arrepentimientos ni de lamentaciones. Es apenas momento de percatarse, de corroborar que el aprendizaje se realizó, el curso se aprobó y la enseñanza fue superada. Aprendimos que la lección de vida que aquel hecho nos traía fue asimilada en el disco duro de nuestro corazón y la enseñanza, buena o mala, se insertó en nuestro ADN. Con el tiempo, ese archivo, esa enseñanza, fue puliendo todo el software que compone nuestra evolución y se produce el crecimiento. Ese crecimiento provoca el cambio, y desde ese cambio la visión también se modifica.
Pero las cosas fueron tal y como debían ser, ya que de haber sido diferentes no tendríamos la capacidad para analizarlas desde otro prisma.
Hace años escribí una entrada que se llamaba "La mirilla". La he recordado, pero no voy a releerla hasta que no termine de escribir esta entrada, aunque recuerdo perfectamente donde la escribí y lo que se me vino a la mente en aquel momento. Quizás hoy, sin saberlo, esté escribiendo una segunda parte de aquello que allá por el 2009 escribí sentada en un poyete mientras mis hijos, aún pequeños, aprendían a patinar.
Quizás al mirar por aquella mirilla de la que hablaba, estaba mandándome un mensaje a la Irene que soy ahora en el 2013, bastante diferente, mucho más madura y conciente de lo que era en el momento en el que escribía en un recién creado blog en el que volcaba mis pensamientos. Una ojeada desde el otro lado de la mirilla daría una visión lejana del pasado, al igual que se observa al mirar por un anteojos por la parte equivocada. Todo parece lejos, pequeño, inalcanzable y sobre todo irrecuperable.
Así hay que mirar al pasado: dejándolo ir, desapegándose de él, no mostrándole que su energía, buena o mala, sigue mandándo en quienes somos.
Porque una persona puede tomar decisiones importantes en su vida y puede EQUIVOCARSE. Pero eso no debe ser una condena permanente a una vida infeliz. Siempre hay otra oportunidad de ser feliz, por muy difíciles y complicadas que se vean las cosas. Y esa la ilusión se vive.
Y todas las energías que nos hirieron, nos impidieron avanzar, nos condicionaron, manipularon, o paralizaron, deben ser transmutadas en energía de amor incondicional, por muy complicado que nos parezca.
Por eso quizás ha llegado la hora de dejar de mirar por la mirilla y abrir la puerta de par en par, sin miedo, sin ocultarse tras un orificio que muestra un mundo distorsionado por una lente. Es mejor impedir que la mente nos siga manipulando, mostrando un mundo tan absurdo, para pasar a mirar con el corazón, sin lentes, sin distorsione,s una realidad diferente, más mágica a los ojos de los dormidos, pero no por ello cargada de locura o desvaríos.
Quizás acabó el parpadeo de este mi blog, Lo que ven mis ojos, para abrir completamente los ojos del interior y vibrar en consonancia a todo aquello que vemos brotar desde dentro.

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