domingo, 31 de marzo de 2013

Indoor

Una vez colocado un título que no sé porqué he escrito, me coloco delante del teclado y dejo que mis dedos se muevan para contarme algo que todavía no sé.
Hoy siento que debo mirar aún más hacia adentro, y quizás el título signifique algo así, interior, dentro, profundo. Después lo miraré en un diccicionario...
Lo cierto es que hoy la gente se felicita las felices Pascuas, la resurrección de Jesús, y yo me he preguntado muchas veces porqué en Navidades también nos felicitamos felices Pascuas si la Pascua es ahora. En fin, no entraré en eso porque si no mi cabeza vaga hacia conclusiones absurdas y hoy he dicho que indoor e indoor creo que significa dentro.
Trato de poner orden en mi corazón, ya que el orden exterior me resulta muchos más trabajoso e interminable. ¿Y poner orden dentro?...quizás es aún más complicado porque aquí dentro guardo tanto de mí misma que no sé qué debo dejar ahí, y que debo eliminar definitivamente porque ocupa un lugar que debo dedicar a otras cosas.
Vuelvo a pelearme con mi corazón, que siente, que ama, que desea, que anhela, que sueña con que todo podría ser diferente a lo que es, pero también otra parte de mi corazón me indica que todo lo vivido y sentido formaba parte de mi evolución y que debía pasar por toda la experiencia para crecer, para entender que soy mucho más que yo, que las personas que por alguna razón aparecen en la vida nos enseñan algo que debíamos conocer de nosotros y que después hay que dejarlas marchar. Pocas son las que permanecen.
Ayer decidí matar a uno de los personajes de mi novela, mi indio Takoda, al que tanto quiero y al que he recordado con una claridad increíble. Podía recordar sus ojos y los sentimientos que los mismos provocaban en mi querida Aiyana, heroína y sufridora coprotagonista de algunos capítulos. El hecho de hacer morir a mi protagonista ha tenido un peso muy grande para mí misma, porque al eliminarlo de una historia de amor tan profunda y sincera, pero a la par cargada de mentiras y ocultaciones, me he liberado a mí misma de una cadena autoimpuesta y que consideraba heredada desde siempre. Si la muerte no es tal, tampoco las
rupturas lo son y ya que mis personajes acababan reencontrándose una y otra vez a lo largo de muchas historias pensé que era el momento de poner fin también a esa historia de amor, de lejanías, de mentiras, de reconocimientos.
Sé que esta entrada solo será comprendida por las personas que han accedido en algún momento al borrador de lo que he escrito, pero creo que era necesario que la escribiese para mí misma, para mi interior, para autoconvencerme que las cosas deben ser como son porque hay que seguir avanzando y es absurdo seguir cargando el corazón de lastres que no avanzan a la par.
Al igual que Aiyana y Takoda se miraban a los ojos, siendo niños, montados en una barca de totoras que asemejan las piraguas actuales, es hora de dejar que esa barquita se esfume, llevando consigo a los niños, a las ilusiones abortadas y me suba en otros barcos que me llevarán más lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario