sábado, 28 de diciembre de 2013

Reivindicando la inocencia

Hoy es el día de los Santos Inocentes, día que viene a conmemorar la muerte de un número indeterminado de niños de manos de un temeroso político que temía la pérdida de su poder por parte de un Rey que acababa de nacer.
Es la historia que recoge la Biblia y la que nos han contado desde que éramos pequeños.
Aparte de esta historia este día 28 de diciembre se celebra en España como el día en el que las mentiras se muestran con impunidad, las bromas se gastan y todos estamos alerta para poder identificarlas antes de caer ingenuamente en las más ingeniosas.
Pero yo hoy he querido hablar de la inocencia, pero desde otro punto de vista.
Quiero recordar ese concepto de Inocencia que implica ausencia de picardía, de maldad, de malos pensamientos. Inocencia como estado de pureza de corazón que nos viene regalada desde el momento en el que vemos este mundo por primera vez. Esa inocencia que se va olvidando a medida que nos relacionamos con otras personas que dejaron de ser inocentes antes que nosotros. Ese estado interior en el que la concordancia entre lo que se siente y lo que se hace van íntimamente unidos.
Antes de llegar la discordancia entre esos dos estados interiores los seres humanos confiamos ciegamente en los que nos rodean.
Creo que es lo que sienten los niños pequeños cuando piden, exigen, reclaman su lugar en su espacio vital. Ellos se sienten merecedores de todo y todo les viene dado. Sus padres, sus familiares, todos los adultos que los rodean están ahí para satisfacer sus necesidades y requerimientos y tienen la seguridad de que serán surtidos con absolutamente todo. Forma parte de su inocencia.
Se recibe lo que se da, y el niño pequeño, desde su candidez, sabe y reclama desde su sabiduría, que está actuando como debe, como niño, sin matices ni dobleces, y por lo tanto recibirá lo que necesita.
No hace mucho volví a escuchar la historia de Ubuntu. Buscando por la red seguro que hay miles de versiones de este cuento o  supuesto estudio antropológico que venía a probar que la inocencia se puede llegar a conservar si los adultos aportamos las bases necesarias para que los niños, simplemente, no pierdan la que traen de serie.
Estos niños simplemente entendían que era mucho mejor compartir que hacer que sólo uno de ellos consiguiera ser feliz, a costa de la tristeza de todos los demás.
Creo que esta disertación sobre la inocencia daría mucho más de sí si me quisiera centrar en el proceso vivido por esta mujer que escribe y la experiencia personal de la misma. Desde la perspectiva de mi corazón, que fue inocente y poco a poco se fue adulterando las cosas se ven de una manera diferente.
Es una pena que no tengamos una tecla de reset, como las maquinitas que nos rodean, y que dicha tecla se pudiera accionar selectivamente. Yo no quiero un reseteo completo de mí misma, pero en relación a la inocencia sí echo de menos a esa Irene que de inocente que era, era casi tonta.
Esa Irene recibía muchas "guantás" en su infancia, porque no aceptaba mucho de lo que veía. Me enfrentaba a quien intentaba adulterar esa visión casi idílica de mi exterior, volcada en una fantasía íntima que yo solo comprendía.
A medida que fui creciendo esa Irene fue desapareciendo. Circunstancias traumáticas hirieron profundamente a esa niña inocente que se acorazó para defenderse de toda la maldad que le rodeaba. Me fui forjando una armadura de dureza, de desconfianza y mi inocencia simplemente se esfumó.
Hoy, en un día en el que recordamos a aquellos bíblicos inocentes, quiero reclamar a esta mujer de 46 años que rebusque, que ponga su interior patas arriba, para recuperar aquella inocencia que la caracterizaba.
Porque quiero volver a confiar, a mirar a los ojos siendo yo misma, sin corazas, sin armaduras, sin dobleces o falsedades.
¿Es posible recuperar la inocencia?. Hablar de ella ya es una forma de llamarla, así que ahora, cerrando los ojos, cada uno de los que leen, hablen consigo mismos y recuerden a aquel inocente que habitó en su interior y que, sin duda, sigue dentro.
Solo si los adultos volvemos a mirar a ese ser inocente que fuimos, podremos empezar a confiar y seguro que las cosas cambian.

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