jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi princesa


Hace casi una docena de años que te tuve por primera vez entre mis brazos. Esa sensación de verte por primera vez ha sido de las más bonita, intensa, emocionante e imborrable de toda mi vida.
Te busqué durante unos meses con el deseo de iniciar un periodo nuevo en mi vida. Un proyecto en el que tú serías un valor insustituible y para siempre.
El día que nos fundimos en una por primera vez fue especialmente impactante para mí. Lo recuerdo como el día en el que aprecié mi vida como un regalo que se me daba de nuevo, ante la posibilidad de haberla perdido aquella noche.
Volvía a casa y alguien me puso un cuchillo en el cuello. Al principio pensé que era una broma pero cuando fui consciente de la realidad de aquella pesadilla por un susurro desconocido que me indicaba que no gritase, algo dentro de mí reaccionó. Comencé a gritar desde lo más profundo y creo que ese propio quejido hizo huir a mi agresor imagino que bastante desconcertado. Después, presa del pánico quedé relegada en la escalera de mi edificio sin poder reaccionar. Más allá del miedo y el pánico sentido un sentimiento de agradecimiento, de toma de conciencia de mi fragilidad, me hizo reaccionar. Cuando pude llegué a casa y tu padre trató de calmarme. Y es cuando pienso que tu alma decidió elegirme como madre. Puede que en aquella noche, antes de la agresión tú ya hubieses tomado aquella decisión, e incluso es posible que ya llevase la semilla de tu cuerpo dentro de mí, pero el caso es que yo sitúo siempre tu concepción en la noche en la que valoré la vida que tengo ante la posibilidad de haberla perdida si aquel individuo, en lugar de correr ante mis gritos hubiese querido apretar aquel arma en mi cuello...
Fue un 18 de marzo cuando te supe en mi interior. Mi amigo José María me lo confirmó y la alegría que me embargó fue maravillosa. La mano sobre mi vientre te saludaba. Te daba las gracias por darme la oportunidad de sentir ese cúmulo de sentimientos que me embargaron desde ese momento. Tú, mi niña, mi princesa...
Recuerdo que aquella mañana no pude acallar mi alegría y en una excursión que teníamos para acudir al teatro con mis alumnos...ellos me regalaron unos patucos de color celeste que me hicieron tomar conciencia de que te convertirías en mi niña preciosa...
Todo el proceso de tu desarrollo fue maravilloso. El milagro de la vida se fue manifestando a medida que mi cuerpo cambiaba y yo te hablaba desde el interior. Nuestras almas se fueron conociendo desde el lugar más cercano a mi corazón que pudiste estar. Y desde ese lugar, donde vibra el amor con una fuerza infinita, se forjó un lazo que nada, jamás, podrá romper.
Mañana cumples 12 años.
Han pasado 12 años desde que te convertiste en la persona que me hizo sentir por primera vez el embriagador amor infinito que solo se siente cuando se es madre.
Y cuando te miro hoy, como un proyecto de mujer, ese amor se multiplica aún más, porque lo infinito, aun multiplicado, puede crecer y crecer.
Puede parecer que no te comprendo. Tus hormonas está modelando tu cuerpo y tu carácter y ahora puedo aparecer como una madre pesada, que no sabe de nada de lo que pasa por tu cabeza, pero nada más lejos de la realidad.
La vida es un suspiro y tengo muy presente a la Irene que yo era cuando cumplí tu edad. Recuerdo los miedos que me embargaban, las inseguridades que se forjaban en la mente volátil que me controlaba. Y te comprendo mucho más de lo que piensas. Pero las madres somos así. Hemos vivido tantas experiencias posteriores que nos han ido forjando como seres humanos, que al tratar de transmitiros esas enseñanzas vitales, nos olvidamos que hay que pasar por todas las fases, incluso las del sufrimiento adolescente, para crecer como personas adultas sanas y seguras.
Muchas veces me equivocaré contigo y desde hoy, en la víspera de tu cumpleaños, te pido perdón por todos los errores que haya cometido y por todos los que cometa en el futuro.
Solo quisiera, mi niña, que con esta entrada llegases a vislumbrar, aunque solo sea brevemente, el tremendo amor que te tengo, la felicidad que me das cada mañana cuando, aún con mal humor, te veo despertar para ir al colegio con los ojos adormilados y los cabellos revueltos.
Como a las 11.15 minutos de la noche del 25 de noviembre de 1999, tras muchas horas de trabajo de parto, todas las dificultades se borran de mi mente cuando compruebo que estás bien, viva, sana, llena de proyectos. Doy gracias a Dios por haberme dado el regalo de conocerte, de ser tu madre, de poder abrazarte y poder decirte hoy que te quiero,y que deseo que pases un cumpleaños muy feliz. Nada en la vida me merece más la pena que saber que estoy ayudando a forjar a una mujer maravillosa, bella, íntegra y completa como tú.
Paula, mi princesa, mi niña adorada. No tengo mucho material para poder ofrecerte en tu cumpleaños, pero hoy, con esta entrada, quiero que nunca olvides que el amor inconmensurable que siento por ti nunca pasará, ocurra lo que ocurra y aunque el futuro se llene de complicaciones siempre estaré aquí.

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