domingo, 1 de junio de 2014

Nuestras trampas

He empezado el mes de junio con ganas de escribir. Aún están mis dedos calientes del post anterior y mi cabeza continúa llena de cosas que quisiera expresar.
Casi medio año transcurrido de este 2014, cinco meses y un día de regalos que unas veces aproveché y otras dejé pasar sin pena ni gloria.
Tengo por el frente muchos retos que conseguir y me pregunto si realmente debo seguir esperando que algo venga de fuera para empezar a andar.
En las últimas semanas muchos acontecimientos han hecho que deba cambiar mi forma de vivir. Unos han sido decisiones que he debido tomar, con todo el dolor de mi corazón, y que han apartado a personas importantes para mí de mi vida. Otras decisiones me han venido impuestas y llevan implícitas un cambio de vida en sentido económico. Me volverá más ascética, si cabe, y así no echaré en falta algunas cosas materiales...Igual es hasta positivo para mí.
Sin embargo, como hago casi siempre, he colocado el título en la entrada antes de empezar a escribir.
Y me pregunto ¿porqué lo he titulado "Nuestras trampas"?
Quizás el título me ha venido por algo que leí no hace mucho en relación a personas que son manipuladoras y uno no cae en cuenta hasta que es demasiado tarde. Quizás las explicaciones de psicólogos experimentados en víctimas de esas manipulaciones se quedaron insertadas en la corteza de mi cerebro y, llegado el momento, ha reavivado la relación Irene-información almacenada-Irene, en ambos sentidos...
Si analizo lo más reciente, incluida la entrada que escribí hace unas horas, y la contrasto con las trampas que algunas personas nos ponen delante ¿no estaré yo siendo víctima de alguna persona a la que siento, pienso o creo triste?
El que me plantee esto rasca mi cerebro como la tiza entera en la pizarra...chirría, pero una vez más me digo a mí misma que nada es casual y que si la información me ha llegado justo ahora será porque debo analizarla.
Muchas veces en la vida, de repente, nos damos cuenta de que hemos sido engañados por personas a las que hemos brindado nuestra completa confianza. La sensación que esa desilusión marca en el cuerpo no se puede ni explicar. Es como una huella grabada a fuego que es difícil que se borre.
Además lo peor de ser víctima de una estafa, sobre todo emocional, es que esto nos condiciona para todas las demás personas que aparecerán en nuestra vida. Si una vez te has volcado de corazón con alguien y has sido estafado en tus sentimientos...¿porqué volver a confiar?...Pero...si no confías...¿consigues ser feliz?
Desde niña siempre pequé de inocente. Me las daban todas, literalmente, aunque casi nunca tuve nada que ver con las trastadas de mis hermanos. Digamos que muchas situaciones injustas campaban a sus anchas en mi entorno y a mí solo me quedaba aguantarme.
En la última semana volví a sentirme vulnerada. La injusticia volvía a acampar en mi vida, sin solución posible de restitución y esta Irene, mujer adulta de 46 años, volvió a sentirse pequeña.Y es entonces cuando toca rehacerse, reinventarse, reestructurarse y decirse a uno mismo..."Se acabó...Hay que seguir adelante"
Creo que este ejercicio de valentía no está al alcance de muchos. Sería más fácil dejarse llevar por el resentimiento, por la sensación de vengaza kármica que le llegará a todos los que se implicaron en actuar injustamente contigo. Puede que eso consolase...o no.
Así que como se dice, me pongo el mundo por montera y miro al frente. Como he disertado esta tarde con un amigo sobre si pienso en lo que hubiera pasado si hubiera o no hubiera hecho alguna cosa llegué a la conclusión de que no sería la que soy. Y supongo que todas estas circunstancias adversas que se me pegan como lapas en la vida, tienen un sentido en sí, quizás el de hacerme más fuerte, más tolerante, más indulgente.
Podría esperar los resultados para lamentarme o no, pero a estas alturas de mi vida casi prefiero pasar página y readaptarme a lo que viene desde el primer minuto. Es mejor no pensar en que la vida está llena de trampas a las que habrá que ir sorteando a diario y que lo mejor es aprender a saltar. Sólo si algo merece verdaderamente la pena estaría dispuesta a dejarme arañar, encadenar y matar. Pero no va a ser ahora...así que nadie me busque porque no estoy dispuesta a que me encuentren.


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