domingo, 16 de noviembre de 2014

Paralelos hacia la divergencia

Ayer, una vez más, sufrí un revés en mi vida motivado por el alejamiento de una persona a la que llevo queriendo toda mi vida. Todo el mundo me dice que esa amistad no era tal, porque era yo la que me empeñaba en llamar, año tras año para mantener una llama que nunca quise que se apagase.
Sin embargo ayer esa persona pegó el soplido definitivo, y fue su manera clara y directa de decirme que quería que saliese de su vida definitivamente.
Y es aquí donde me vino el nombre de la entrada que escribo hoy porque lo que yo creía que eran líneas de vida paralelas, finalmente eran líneas divergentes que solo el paso de los años ha permitido ver y ayer, en su momento justo, se expresó la lejanía.
No voy a negar que un dolor  muy intenso me estrujó el corazón y me llevó a un estado de desconcierto que no conseguía superar.
Unas cuantas charlas, buenos consejos, amigos que sí lo son, me dieron el empujón necesario para avanzar. ¿No te das cuenta de que es un ejemplo más de alguien que pasó por tu vida pero ya no debe estar? ¿No te das cuenta de que tú has dado pasos en tu vida que de alguna manera te van a apartar de todas aquellas energías que no son las adecuadas?
Y reflexión tras reflexión doy el paso y me despido. Adiós amiga, tú me echaste y yo te respeto.
Supongo que aquí nadie gana ni pierde. Es solo vacío en el corazón, que otras 12 amigas en mi misma vibración vienen a rellenar y sobrepasar. Amor no me falta aunque los huecos del amor sentido no se acaban de tapar.
Y es que estas líneas paralelas, y divergentes en su evolución, no pasarán en mi vida. Se repetirán con todas aquellas personas que desde hace mucho o desde hace poco, van pasando por mi vida. Partimos del mismo punto: el día que nos conocimos. Llegamos...cada uno a su lugar, a su situación emocional, vital o conciencial dejando cadáveres en el camino, como bien puntualizó esta amiga (o examiga según ella) en su clarísima y dolorosa publicación.
Gracias a Dios que algunas de aquellas líneas que ya fueron divergentes también sufrieron variaciones que las volvieron convergentes y personas que salieron, volvieron, con más ímpetu y amor para regalar.
Hoy debo soltar lastres, una vez más, porque aprendí a perdonar y nadie tiene la capacidad de interferir en las decisiones que tomé en mi vida: la de permitir que alguien permanezca en ella aunque no haya sido, puntualmente, el compañero perfecto. He sabido perdonar, aceptar, amar y restaurar y es una pena que otras personas me juzguen por ello, como si nadie mereciese una segunda oportunidad.
Parto de nuevo a mi camino. Miro hacia mi derecha y hacia mi izquierda. Y veo a cientos de líneas paralelas: amigos y amigas, familiares, compañeros que seguirán caminando junto a mí. Y también veré esas líneas divergentes que se van alejando hacia "un nunca jamás" o hasta un "hasta pronto", pero no voy a interferir en camino alguno. Cada uno hace el suyo.
Además intuyo que atrás de mí muchas líneas convergentes me señalan. Son todas aquellas personas que están por llegar a mi vida, sin lugar a dudas. Quizás toca dejar ir para encontrar los huecos necesarios para dar paso a todas esas almas que en el futuro compartirán conmigo experiencias y vivencias. Siempre y cuando exista un futuro. Nunca se sabe. Así que vivo mi presente, con las decisiones tomadas y las ideas claras y agradezco este soleado día, amada por mis muchos amigos y amigas, familiares y hasta por algunos conocidos. ¿No es eso mucho?

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