Es esta una confesión difícil de hacer y aun así me siento obligada a hacerla. Por supuesto que emplearé las metáforas que me son propias y quien quiera entender entenderá.
No es mi intención dañar a nadie ni destrozar las vidas fingidas de muchas personas, pero llega un momento en la vida en la que no queda más remedio que volver la espalda a lo que sientes desde lo más profundo de tu alma y decides cambiar el rumbo.
Y hoy ese día en el que me reencuentro con el Reiki y lo aplico a mi propia sanación. Al ser la única responsable de todo lo vivido trataré de perdonarme todos los errores cometidos, todas las ilusiones vertidas donde no había espacio, y miraré hacia otro lado. No se puede esperar más. Y aunque la esperanza es lo único que siempre permanece, hay situaciones que hieren tanto que mejor es no esperar.
domingo, 27 de mayo de 2018
Cuando te obligas a decir adiós
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