He ordenado mi casa como hacía años que no organizaba y he tirado muchas muchas cosas.
Y me he encontrado como nunca antes me había hallado. A la Irene de 14 años que escribía sus vivencias en 1982 en una agenda de 1979 a modo de diario. Allí está grabado lo que una niña con ínfulas de mujer sentía por su primer amor de instituto. Y entre los miles de papeles qué guardaba absurdamente una Irene de 20 años me contaba a través del tiempo cómo vivía esa etapa. También hallé a la Irene de amores en la distancia con diversos resultados, la de los amores prohibidos y la de las tristes despedidas; aquella Irene que días antes de su boda se replanteaba casarse o no, o la que se desilusionaba uno y otra vez del amor humano.
Pero todo esto le ha servido muchísimo a la Irene de 57 años, a la ya señora de edad que hace menos de un año tiró por la borda una carrera profesional como quien tira el orinal en alta mar, sin miedo y con la confianza de que todo olería mejor al tomar esa decisión. Y no me he arrepentido en ningún momento de la decisión tomada porque solo me ha aportado seguridad en mis capacidades y felicidad en general.
Pero en los últimos viajes me empezó a doler en el centro del pecho, una presión dolorosa que me paró necesariamente para hacerme el chequeo médico. Y volví a pensar en que las dolencias llevan aparejadas una serie de emociones que nos afectan. ¿Qué chacra? El corazón¿Qué sentimiento? El amor ¿Qué del amor me dolía? !Afuera!
Y eso hice, en otro microsegundo de existencia arranqué de mi corazón un amor indeciso. Y sangró mi alma, pero todas las Irenes me ayudaron a entender que siempre había elegido mal y que la elección era yo misma.
Así que hoy, paseando por mi Sevilla camino de una cena renovadora con mis amigas me digo a mí misma que esta Irene de edad está llegando al punto óptimo de maduración, a un momento de su vida en el que ha decidido amarse sobre todas las cosas y personas, porque ella nunca más se va a infravalorar, siempre se va a acompañar y solo necesita ser amada y mimada por sí misma para lograr la felicidad. Me dan pena las personas que siguen hipotecando su vida a relaciones monótonas y sin sentido por estrictos y absurdos convencionalismos sociales, pero yo ya no participo de ello. Dejo atrás ese pasado y a gran parte de las personas que formaban parte de esa vida de ilusiones frustradas que viví. Los caminos se vuelven a bifurcar y esta vez confío en mí misma para no volver a interferir en la vida de nadie que decida no elegir el camino del amor y la felicidad. Nadie sabe qué le deparará la vida mañana, ni siquiera si hay un mañana, pero yo hoy, decido apostar solo por mí para sanar a todas las Irenes que me precedieron y que sufrieron mucho anteponiendo a otros antes que a mí. Vuelvo a ser la bruja, la maga, la ilusionista y, por ahora, aparte del viaje previsto para todas las navidades, solo me queda asistir al aquelarre con mis amigas. Lo demás está por escribirse...
Oleeeeeeeeeeeeer tú
ResponderEliminarSoy Vicente!!!!! Te quierooo
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