lunes, 30 de noviembre de 2009

A mi amiga

Querida amiga: Hoy me ví reflejada en tí. Ese dolor en tus ojos, ese temblor de tus manos. Tu voz acongojada ante mí.
He revivido el pasado, ese más amargo que viví y no he sabido cobijarte con mi apoyo ahora que tú reencarnas la persona que fui.
No te sientas abatida. Yo estoy contigo. Mi amistad debe ser un bastón para tí porque a veces un cojo puede enseñar a uno nuevo como se puede llevar mejor el paso para que esa herida no afecte al resto del cuerpo.
Eres valiosa, maravillosa y fuerte. Enfrentaste tus retos en el pasado y saliste victoriosa porque tienes una fuerza interna que ni tú misma conoces. No te rindas.
Cuando una puerta se cierra, otra se abre, y hay muchas puertas en el mundo. Ese portazo en tu cara no puede desarmarte. Usa las manos, empuja, que verás como el futuro abre esa puerta hacia tu verdadero destino. Son solo tropiezos que todos vivimos una y mil veces. Mira a tu alrededor que hay mucho bello. Aunque tengas la sensación de que siempre llueve porque tus lágrimas no te dejan ver el brillo que te rodea, el sol sigue ahí. Y si no lo ves, no importa. Somos muchos los interruptores que puedes pulsar para ver la luz. Aquí me tienes y debes contar conmigo. Tu dolor no debe crecer como un cáncer maligno que mata. Hay que atajarlo con amigos que te sirvan de refugio. No tengas miedo en buscarnos. Siempre estaremos aquí para tí.

2 comentarios:

  1. sublime Irene, que suerte la de tu amiga tener un bastón asi para apoyarse.

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  2. Lo que es la vida María José...Ahora tú también lo eres...Te has convertido en el más importante de los interruptores para ver la luz. Besos. Irene

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