sábado, 21 de agosto de 2010

Fuego



Todo estaba en calma. Tumbada en la playa fluvial de Janeiro de Baixo observaba como las nubes pasaban como algodones sobre mí en una paz total. Apenas una docena de personas en la playa nos sorprendimos cuando, de repente, oimos el sonido de más de una avioneta que nos sobrevolaba. Y entonces lo vimos. Las nubes se fueron tiñendo de color y tras la montaña aparecio el temido humo. Poco a poco como un hongo de explosion nuclear las llamas invisibles se iban alimentando de los cientos de pinos que sucumbían tras un nuevo incendio. La paz, rota por los aviones, se quebró completamente cuando dos helicopteros enormes se acercaban a nuestro camping con la intención de cargar líquido elemento en el rio en el que descansábamos.
El hongo crecía tras la montaña y la ausencia de viento permitió que como mudos espectadores observásemos las labores de carga de agua y descarga tras la montaña...La excursion que tenía prevista para la tarde quedó obligatoriamente cancelada cuando el sonido de las sirenas de los bomberos inundó el valle, bloqueando la carretera que necesitábamos coger para subir al mirador. El camping, en la otra orilla del río no corre peligro siempre y cuando el fuego no baje hasta el río y el viento no aparezca. Una tristeza inexplicable comienza a inundarte cuando piensas que, indudablemente el paisaje va a cambiar.
A medida que la tarde cae las embestidas de los helicopteros en el río son cada vez más frecuentes. El humo se va alejando y cuando el rojo de la puesta de sol se refleja en la montaña ya sé que todo está acabando. Lo han conseguido y estoy segura que la huella no ha sido muy grande.
Y ayer subimos al mirador. Todavía quedaban retenes de bomberos voluntarios que vigilaban el negro bosque. El olor quemado se colaba por las ventanas del coche y las lágrimas te anegaban los ojos aunque todo hubiese pasado. Desde arriba he visto la nueva cicatriz del bosque. Negra, hiriente...
Nunca viví un incendio desde tan cerca y lamenté ver morir unos árboles que embellecen este rincon tan aislado de todo y tan increiblemente hermoso.

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