jueves, 9 de septiembre de 2010

El gallo del corral


He vuelto al corral. Este corral en donde las gallinas corretean en torno al gallo. Sí. El GALLO.
Él, tan poderoso, tan imponente, tan fuerte. Ya...tan gallo.
Pero el corral está peor que nunca. El gallo ya no sabe cómo se domina al corral y ha dejado de hacerlo. Así que las gallinas y los pocos pollitos que quedamos en él no sabemos muy bien qué hacer. El gallo no domina sus gallinas. Algunas le salen respondonas y cacarea lo más alto que puede para que su cacareo sea lo único que se oiga y se imponga sobre el cloqueo de todos los demás.
El gallo de mi corral está caduco. Algunas gallinas, jovencitas e impresionables, todavía no se han dado cuenta de que el gallo ya no sirve. Las acosa con la vista pero ellas se sienten agradecidas porque el gallo de vez en cuando las piropea y les dice que son un equipo fabuloso y su corral funciona estupendamente.
Pobres ilusas.
Las gallinas viejas como yo, o las que conocen al gallo desde que era un pollito ya saben de qué va. Se apartan de su camino porque el gallo ya ni sabe cagar y su mierda acaba manchándolo todo. Pobre gallo. Algún día llegará el granjero y servirá de caldo para el puchero, porque cuando se deja de servir o se es un inútil, ese futuro acaba llegando.
Entretanto otras gallinitas ciegas siguen entrando al corral y continuarán cantándole los coros al gran gallo.

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