jueves, 16 de septiembre de 2010

El tiovivo


La vida es como un tiovivo.
Cuando para solo tienes un instante para elegir el caballo en el que quieres montar y no hay mucho tiempo para reflexionar y saber a dónde te llevará ese caballo.
Y comenzarán las vueltas, una tras otras, y te desorientarás.
Si miras hacia los lados todo pasa muy deprisa y no eres consciente de que cada vuelta que das montada en ese ser inerte pero móvil, te aleja más y más del lugar a donde querías ir.
Para cuando el tiovivo vuelve a parar los caminos dibujados en nuestros sueños se han emborronado y no sabemos muy bien qué hacer. Podemos bajarnos del todo y tratar de mantenermos al margen, viendo como el tiovivo sigue dando vueltas, cumpliendo otros sueños, otras metas, ajenas a nosotros. Pero así no evolucionamos.
Podemos observar con interes, analizando los demás caballos, qué trayectoria se ha marcado y el grado de felicidad del ser humano que lo monta. Analizándolo podemos esbozar el tipo de caballo en el que queremos montarnos y una vez decidido esperar en la barrera para echar a correr en cuanto el tiovivo pare y poder coger nuestro caballo antes de que alguien se nos adelante.
En este tiovivo todo el mundo corre más deprisa que yo. He montado varios caballos y cada uno ha desorientado más mi vida. También me he mantenido observando pero los seres que subían al caballo que yo deseaba se encargaban de orientarlo hacia mí, fuera de sus anclajes para pisotearme.
Supongo que, como en todo, toca esperar a que el tiovivo vuelva a parar y que, por fin, el caballo que me llevará a una vida mejor esté a mi alcance y pueda tomar las riendas para sentirme una auténtica amazonas

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