domingo, 2 de septiembre de 2012

Volver a empezar

Hoy es el último día de las vacaciones y he decidido pararme un poco a analizar este fin de verano y recargar mentalmente las pilas para el nuevo curso escolar que inicio mañana. Suele pasar que a principios de curso me embargue una sensación muy rara ante la incertidumbre que el nuevo reto me supondrá. Nunca sé qué me voy a encontrar cuando cruzo las puertas del colegio y me reencuentro con los compañeros a los que hace varias semanas que no veo. Evidentemente son personas importantes, con las que llevo compartiendo muchos años de mi vida. De muchos he adquirido aprendizajes muy importantes partiendo, incluso, del mal rollo o de la indiferencia. Pero a todos, sin excepción, tengo que agradecerles lo que han aportado a mi vida porque gracias o a pesar de ellos, soy la persona que escribe estas líneas.
El verano, en términos de descanso ha sido bastante gratificante. No he viajado mucho, ni he podido disfrutar de demasiados días fuera de casa, pero aún así, he sentido recargar mis pilas al haberme conocido un poco más a mí misma. Creo que mi evolución interior ha dado un salto considerable y me siento mucho más reforzada ante los nuevos tiempos que se acercan. He sido consciente de lo importante que soy para muchos de mis amigos y amigas, que han compartido momentos inolvidables en alguno de estos días estivales. Personas a las que llevo siempre en mi corazón y que me aportan su alegría y su amor incondicional y a las que correspondo en la misma medida.
Me siento feliz de las amistades recuperadas ya que me dan esperanza para recuperar a otras que quedaron atrás pero que siguen ocupando su rinconcito en el centro de mi pecho. De los amigos de siempre ¿qué voy a decir?...que les quiero muchísimo y que aportan a mi vida una felicidad infinita. Soy rica, indudablemente, porque esos momentos son imborrables. He aprendido como nunca a sentir que vivir el presente me aporta la mayor felicidad. Una alegría que no me dará tener muchas cosas materiales. Gracias, gracias.
Acabo de ver la película "El guerrero pacífico" y he salido reforzada ante el mensaje de que es en el viaje de la vida donde está la felicidad. Pensar en el futuro o frustrarse por el pasado es una pérdida del tiempo, regalo precioso de la vida. Hay que valorar cada instante, hasta ese en el que estas limpiando la encimera de tu cocina y piensas que estás perdiendo el tiempo. Es el momento de dejar que la mente nos acribille con los pensamientos inútiles. De vez en cuando hay que dejarle su espacio. Así, cuando estamos realizando algo de lo que verdaderamente disfrutamos, como ver un atardecer, es cuando hay que parar la mente y dejar que sea el corazón el que disfrute y se enriquezca de la vivencia.
 En mi fondo estoy muy emocionada porque volveré a ver a mis alumnos y alumnas, esos seres que me regalan su alegría, sus vivencias y me enriquecen. Y yo podré aportarles un poquito de mí misma, de mis conocimientos, de mis experiencias, para ayudarlos a forjarse como mejores seres humanos...¿no es eso realmente emocionante? Creo que vivir esta profesión con pasión es lo mejor que nos puede pasar a los que somos profesores. Es verdad que hay mucha burocracia preparando papeles previos al inicio del curso, pero yo me digo a mí misma que ese es EL TRABAJO. Estar en clase con los niños, es realmente otra experiencia, mucho más enriquecedora y gratificante. Así que aunque mañana toque madrugar y eso se convierta en el primer indicio del síndrome postvacacional, la perspectiva de volver a crecer yo misma ayudando a crecer a otros me ilusiona profundamente. Una vez más lo que pensé para escribir nunca se materializa en lo que he escrito. Pero es la magia del comienzo...Nunca sabes a donde llegas.
El placer está en el viaje...

1 comentario:

  1. me parece muy interesante y muy cierto, al menos en la parte en la que puedo superponer. Todos los que pasan por nuestra vida nos aportan, bueno, malo, mucho o poco, pero forjan la persona que fuimos, somos y seremos. Un beso amiga....

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