viernes, 28 de diciembre de 2012

Despertando Lucía (del borrador de la novela)

Este texto lo escribí hace meses para la novela que trato de escribir. El acontecimiento que narra se desarrollaba en un día como hoy, y aunque la novela continúa parada, quería compartir con vosotros lo que le pudo pasar a Lucía, mi protagonista, un día como hoy en ese mundo imaginario que surge desde mi interior. Queda mucho por pulir y mucho más por escribir, pero ahí queda eso...
 

"Se sentó junto a la orilla del mar. Una gran luna llena iluminaba las aguas, dándoles un brillo plateado que amplificaba el resplandor de la noche.
La playa en diciembre se presentaba muy fría pero Lucía, con un gran anorak de plumas no estaba dispuesta a que nada pudiera hacerla desistir de su proceso de purificación total.

Extendió una manta sobre la arena y se sentó. Colocó la espalda recta, permitiendo que su columna vertebral entrase en contacto directo con la madre tierra, las piernas cruzadas, los brazos apoyados en las piernas y los dedos pulgar e índice unidos formando un círculo. Adoptó la posición que había observado en muchas fotos de personas meditando.

Ahí estaba ella. La mujer más descreída del mundo. Buscando la forma de liberarse de todos los sentimientos que llevaban amarrándola durante meses, años, toda la vida.

En cierta medida sentía cierta sensación de estupidez por estar haciendo aquello. Días antes una amiga que había conocido a través de la red le había pasado un artículo que se había empapado varias veces. Como si de un mantra se tratase, el texto se había adherido a su mente y no había podido soltar su mensaje en ningún momento. ¿Sería que por fin el universo le brindaba la posibilidad de liberarse?

Había planeado el viaje para comprobarlo. Sabía que la fecha sería importante, así como el lugar que eligiese para tratar de limpiarse, de conocer qué había dentro de ella que bloqueaba su felicidad.
Reflexionó largamente con la posibilidad de hacer coincidir su experiencia con el evento global que por el cumplimiento del calendario Maya se preparaba en muchos lugares del planeta, pero finalmente decidió que solo necesitaba la presencia irrepetible y sanadora de la diosa de la noche.

La luna llena de diciembre caería ese mes en viernes, un 28 de diciembre, día de los inocentes en el calendario cristiano.

«Para recuperar mi inocencia» — pensó Lucía — «purificar el interior para volver a renacer en mí»

Respiró profundamente, como había leído que se hacía si se quería entrar en estado meditativo. Una vez, dos veces.

«Vaciar la mente, vaciar la mente» Ese era el objetivo

Dentro de sí fue formándose una imagen muy curiosa y sorprendente. Quiso que su mente la borrase porque entendía que no conseguía acallarla y forzaba la creación de cosas que no tenían sentido.
Pero a medida que su respiración se iba haciendo más profunda la imagen del objeto se hacía más y más visible.

«Una muñeca rusa»— pensó—  ¿Porqué?...¿qué significaba?

Era ella, la propia Lucía la que representaba esa muñeca pintada de vivos colores. Del tamaño de una persona. Sintió como desde el interior  una fuerza mágica que no era capaz de comprender destapó la muñeca.
«¿Quién soy yo?» La pregunta retumbó en su interior.

Su mente ya no mandaba.
Lucía había conseguido acceder, por fin, al lugar más profundo de su propio interior, un lugar en el que obtendría gran parte de las respuesta que venía buscando durante toda su vida.

«Soy Lucía —se dijo— una mujer con miedo, una mujer que quiere liberar los fantasmas que la embargan, una mujer que necesita vaciar el corazón de amores inconvenientes para volver a dejarlo puro, vacío, preparado para reconocer a mi alma gemela y ser feliz»

Respiraba profundamente y sintió, desde lo más profundo, que ese era el verdadero propósito que la había llevado tal día a un lugar tan bello, frío y solitario.

Necesitaba encontrarse a sí misma.

La primera capa, la que representaba a Lucía, se desprendió de su mitad superior. Y Lucía pudo ver a Angel, el hombre por el que había sufrido mucho en los últimos meses. Volvió a vibrar su corazón ante el dolor sufrido.

Unas lágrimas urgentes se precipitaron en los ojos de Lucía como cataratas provocadas ante la ruptura de un dique. No había vuelta atrás. El dique se rompió y era imposible paralizar el flujo de lágrimas que brotaron de su corazón.

Lloró y lloró como nunca antes lo había hecho.
Invocó a su ángel de la guarda para que la apoyase en el momento que vivía.
Sorprendentemente sintió un escalofrío que la embargó desde los pies hasta la cabeza y supo que ya no estaba sola en aquella playa. Duendes, hadas, su querido Arcángel Miguel y su guía y padre aparecieron para acompañarla en este viaje hacia sí misma.

Poco a poco sintió como la segunda matrioska que conformaba su alma fue desprendiéndose de su lugar.

Y entonces vio como un joven moreno aparecía, asustado, desolado. Lucía parpadeó, incrédula, pero no con los ojos físicos que continuaban cerrados en estado de meditación, sino con los ojos de su alma.
"... CONTINUARÁ

No hay comentarios:

Publicar un comentario