lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi árbol

Hoy hablé con una de las hojitas de una rama de mi árbol. Triste me narraba sus desdichas y me sentí parte de su vida por el hecho de formar parte de mi mismo árbol.
El árbol al que pertenezco es enorme y de fuertes raices. Mis antepasados, raices recias y nobles, me dieron parte de su savia y me dotaron de parte de sus riquezas. Y aquellas otras ramas que siguieron fructificando al margen de la mía dieron como consecuencia otras ramitas pequeñas y acabaron tocándose con la mía y empezamos a conocernos.
De mi rama ha habido brotes podridos. Desde la misma madre esas ramas se retorcieron y corrompieron y su cercanía contaminaba mi espacio. Asi que tuve que cortarlas. Ya desde el suelo no me dañan y aunque formaron parte del mismo lado de mi árbol ahora puedo vivir sin que su ausencia me afecte lo más mínimo.

Mi árbol me demuestra que la savia sana, noble y creativa circula por otras ramas y hoy lo pude comprobar. La flor de la rama madrileña está floreciendo. Ha abierto su alma al mundo y cuando acabe de conocerse a sí misma rebrotará con mucha más fuerza y energía y sabrá que a veces, muchas veces, hay que dejar que la rama arda para que, como ave fenix, pueda renacer, brotar de nuevo y salgan hojas nuevas que nos harán un árbol más grande y bonito.
No era aquel fertilizante el adecuado para que la rama se extendiense, así que ahora, mi querida flor, vive, que llegará el momento de encontrar el par idóneo para que tu rama también se ramifique.

1 comentario:

  1. Irene, desde ayer he estado pensando en cada una de las palabras de tu entrada del blog... Sigue escribiendo así porque estoy deseando que volver a leer algo así. Un besazo enorme de una flor.

    ResponderEliminar