domingo, 10 de abril de 2011

Cuando la felicidad se escapa de tus manos


Cuando alguien te deja de amar sientes que todo se derrumba. Tus proyectos, tus ilusiones, tus perspectivas toman de repente un camino diferente y sientes que te has quedado sin rumbo.
Ya he comentado en muchas ocasiones que el amor es como un motor que revoluciona todos los sentidos. Y el amor es poderoso.
Cuando ese amor acaba el alma se ralentiza, sientes que falta la respiración, que un vacío inunda tu existencia y solo entran ganas de llorar.
En la vida hay muchas circunstancias que rompen el amor y con ello se daña a alguien. A veces se daña a muchas personas que, indirectamente, formaban parte de ese círculo de amor y que caen como piezas de dominó en una cadena de sentimientos.
Es triste, es lamentable, es absurdo. A veces tienes una puerta abierta para ser feliz y queda una puerta atrancada en otra existencia que no te llena. Y en vez de salir por la puerta del amor y la felicidad, te enflaqueces y pasas por la puerta atrancada, sabiendo que allí no tendrás ni una cosa ni la otra, pero sí serás responsable.
Cada uno debe tomar el camino que cree que le conviene. No siempre son caminos de felicidad. En el recorrido quedarán cadáveres, sentimientos que irán muriendo porque no se les dio la oportunidad de crecer.
El amor y el desamor, la responsabilidad y la ilusión, el pasado y el futuro, el querer o el olvidar, ideas que se contraponen en una vida y que hacen que todo sea a la vez simple y complicado.

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