domingo, 4 de diciembre de 2011

En ese rincón siempre queda sitio



Siempre he sabido que en un lugar de este corazón que últimamente voy redescubriendo había un rincón muy grande donde ubicar a mis amigos. La entrada a ese espacio del lugar más importante de mi interior no ha sido muy grande y por ello no son muchas las personas que han llegado a ocupar un lugar allí. Los que lo consiguieron se convirtieron en esas elecciones de mi vida de las que siempre me he sentido orgullosa y que han conformado un ramillete de amigos y amigas que elegí durante todo mi camino vital.
De cada uno de ellos tengo recuerdos maravillosos que marcaron un momento importante para mí y por eso se quedaron.
Ya en los momentos de comenzar a escribir este blog, hace más de dos años, dediqué una entrada a Mis amigos. Desde aquel momento muchas cosas habrían de pasar en mi vida pero pude hacer un repaso de los amigos que siempre me acompañaron y a los que había reservado, para siempre, un lugar en mi corazón. Y eso que entonces no era tan consciente de lo que implicaba esa propia palabra "corazón", sede de un alma de la que he tomado consciencia hace relativamente poco tiempo.
En aquella entrada también reconocía que había que aprovechar cada momento porque había amigos que podías perder en cualquier momento, a veces por situaciones tristes y otras sin razón alguna.
Y como en estos días han pasado cosas que van relacionadas precisamente por una de estas pérdidas aprovecho la ocasión para expresar qué se siente cuando pasa precisamente eso. ¿Qué sientes cuando alguien que ha ocupado un lugar especial en tu corazón de repente desaparece?
Esta situación se me ha dado en los últimos tres años en dos ocasiones. Y si hay una palabra que defina claramente qué se siente ante esto solo se me ocurre la palabra dolor.
El dolor agarrota tu corazón ante una pérdida que no comprendes. El silencio, la sensación de fracaso personal, la impotencia, la desilusión, la reorganización vital y finalmente la aceptación.
Mucho he pasado en estos años y he aprendido que hay personas que aparecen en nuestra vida porque tienen una función que cumplir y que, una vez que han cumplido dicha función, simplemente desaparecen.
Hasta llegar a encajar mi realidad con esta sentencia que últimamente leo en muchos lugares fue una tortura recordar a esas personas sin que esa sensación de agarrotamiento en el alma no me paralizase desde lo más profundo.
Una de estas personas desapareció simplemente. Comenzó a esquivarme y yo no conseguía comprender porqué. Es más, en un primer momento no podía creerme que eso estuviese pasando, por lo que insistí durante un tiempo, tratando de contactar a ver si aclaraba las cosas. Pero no pude.
Y la tristeza se alojó en mi garganta. Tragué esa pena y el dolor se extendió a mi pecho. Pasado un tiempo pregunté a quien me podría ezplicar pero nadie supo qué decirme. Trataba con otras personas el tema y muchos me decían que no me preocupase, que yo era muy importante y que si las personas se alejaban de mí sería porque no debían estar en mi vida, pero yo seguí sin comprender.
Lo malo de perder a una amiga así es que no lo olvidas fácilmente. Los sueños te la recuerdan muchas veces y el dolor vuelve y vuelve.
El día que España jugaba la final de la Copa del Mundo yo escribía esta otra entrada de tono político y reflexionaba sobre lo que había unido a los españoles. Es día recibo un sms en mi móvil de alguien que me saluda y desea que España gane el mundial. Pregunto a mi remitente que quien es...y es ella...Y siento que mi corazón se alegra tan intensamente que en ese momento todo lo demás pasa a ser secundario. Me siento feliz porque esa amiga perdida se ha acordado de mí en un día trascendental y que quedará para siempre en la memoria de todos...Respondo al sms con esta misma idea...pero nada...
Ahora, hoy, reflexiono sobre esto porque esta querida amiga ha vuelto a mi vida, solo virtualmente, pero ha tomado la iniciativa de contactar y ahora no sé cómo actuar. Una alegría renovada me ha llenado, pero tengo tantas preguntas que hacer, tantas cosas que decir, que no sé cómo actuar...Solo se me ha ocurrido escribir esta entrada para que pueda comprender qué pensamientos han llenado mi cabeza durante todos estos años.
Si de algo me ha servido todo esto ha sido para decirle a todos los demás amigos que conservo, que si alguna vez le hago algo que les duela, que por favor me lo digan inmediatamente, me perdonen y lo hablemos, porque no podría soportar otra vez el dolor del abandono sin sentido.
Pero mi alegría es tan parcial...porque esta amiga no fue la única que perdí. La otra era aún más antigua, con más vivencias, más historias en común. Pero al menos sé que a ella la perdí por algo en concreto, un malentendido ante mi intención de ayudarla al pensar que estaba pasando por un mal momento...Me equivoqué porque no hay que ofrecer una ayuda que no se ha reclamado. Yo no podía pretender hacer lo que a mí me hubiese gustado que hicieran conmigo si estuviese pasando un mal momento.
Así que con la experiencia previa esta vez no he insistido. Simplemente he aceptado que no me quieran en su vida y dejo vivir.
Ahí queda esta reflexión de hoy. A ti, amiga, decirte que estoy feliz por haberte reencontrado aunque solo sea virtualmente. Que mi corazón nunca dejó de quererte y no ocupó el lugar que te reservé hace ya 15 años con un sentimiento diferente al del cariño y que me gustaría que algún día pudiésemos hablar directamente sobre todo esto. Si te herí espero que me perdones, del dolor que experimenté por todo esto, yo te perdono.

2 comentarios:

  1. me siento muy identificada contigo Irene, gracias por escribir algo así.un abrazo muy grande ;)

    ResponderEliminar
  2. Te pido perdón por no haber reconocido la amistad sincera que tú me brindabas, por no haber aclarado un absurdo que se fué enredando mientras ayudaban a que ennegreciera, y te doy las gracias por tu tesón y tu empeño en que la amistad no cayera en el olvido. Hablaremos...

    ResponderEliminar