lunes, 6 de febrero de 2012

Cuando un ángel vuelve al cielo


Hoy es uno de esos días en los que vuelves a replantearte todo. En el que vuelves a pensar en lo frágil que es la vida que nos rodea y que en un instante todo nuestro mundo se vuelve del revés.
Un familiar ha muerto y la tristeza que nos inunda a todos es tan grande que no caben palabras para consolar a los más cercanos. Y si perder a alguien de tu familia ya es de por sí duro, cuando esta pérdida es la de un niño de 10 meses todo se vuelve imposible de comprender.
Solo aquellos que comprenden que todo tiene un sentido son medio capaces de encajar la pérdida de una manera, digamos, más estoica pero no por ello menos dolorosa.
Los que creemos que venimos aquí con una misión que cumplir, que previamente hemos acordado vivir, aunque implique sufrimiento, entendemos que ese camino era el que tocaba andar, aún corto, aún duro, pero al fin y al cabo el que decidimos tomar.
No hay consuelo para los padres, tíos o abuelos, ni tampoco para los demás familiares que durante todos estos meses hemos rezado para que Daniel lo superase porque siempre pensamos que queda una esperanza, que lo puede lograr y que algún día podremos hablar retrospectivamente de lo duro que fue y que se superó.
Pero esta vez no ha sido así. Era su decisión. Luchar para hacerse querer, para dejar un recuerdo en todos los que supieron de él, para aprender y para crecer.
No dudo lo más mínimo que para Daniel éste era su último viaje, Quizás le quedaron cosas por hacer o lo tuvo fácil en otras existencias y por eso decidió llegar, una vez más, para sufrir, para crecer espiritualmente tanto que el camino hacia el cielo lo tuviese definitivamente allanado.
Y aunque con esta idea ponga en duda mi cordura creo que es el recurso que me queda para tratar de comprender porqué. Si no pensase así me derrumbaría y el miedo me atenazaría. Siempre viviría con el miedo de perder para siempre a los que quiero.
Ahora sé que no es así, que siempre hay un futuro, para todos. Allí nos reencontraremos de nuevo y podremos volver a acordar si volvemos o no. Esta vez como padre, o como hermano, o como amigo...pero siempre formando una misma familia de almas.
Puede ser que la lectura de Brian Weiss haya condicionado, en cierta medida, mi forma de ver la vida, pero también me ha dado los recursos necesarios para comprender que una gran parte de mí es imperecedera y que esto no acaba aquí. Solo cuando hayamos conseguido los objetivos para crecer podremos decidir no volver y ser felices en la otra dimensión.
Daniel. Tu elección ha sido la más dura que un alma pueda decidir vivir y por ello no dudo que ahora, ya, estás disfrutando del mejor "Reino de los Cielos". Descansa en paz.

1 comentario:

  1. Que hermoso lo que escribiste, hola, soy DD tocayo de apellido, es muy lindo, es ambiguo, por una parte es una expresión hermosa del sentimiento humano, por otra parte es triste y dolorosa, que sinceramente la mayoría de las personas evitarían padecer, pero es justo ahí donde la fortaleza del espíritu se pone de manifiesto, así mismo la inteligencia, absolutamente todos pasaremos por ese momento, tarde o temprano y lo que nos queda de consuelo es saber que es nuevo comienzo, que hay alguien que aguarda nuestra llegada, gracias en verdad Irene M. muy bonitas palabras y Dios ilumine tu vida hoy y siempre.

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