lunes, 30 de enero de 2012

Ser agradecido

Hoy mi amiga Manoli me hizo reflexionar sobre la inconstancia de mis pensamientos.
En mis dos últimas entradas he conjugado dos situaciones completamente contrarias, o quizás dos realidades que se enfrentaban entre sí, en el sentido de que la segunda entrada venía a contradecir a la primera.
Cuando reflexionaba en la balanza, pensaba que la vida no me estaba restituyendo ni un poquito por lo que yo entregaba y, aún reconociendo que estaba en una fase pesimista, trataba de buscar un equilibrio que no veía.
En la entrada de ayer, esa en la que mi corazón pugnaba por salirse a través de los dedos para volcar en el teclado tanta emoción contenida, yo expresaba que el universo había permitido un reencuentro que me ha hecho superfeliz. Es decir, de repente, el platillo que yo veía completamente vacío en mi balanza se ha llenado de golpe, y el peso que tal concesión conllevaba va a impedir que cualquier cosa que yo haga, por muy generosa que sea, nivele ese desfase ahora.
La vida me ha devuelto mucho más de lo que yo he dado, pero lo triste es que no haya sido consciente por mí misma y haya tenido que escribirme una amiga, muy querida por cierto, para hacérmelo ver.
Así que me digo a mí misma que pierda ya, de una vez por toda, la mala costumbre de quejarme antes de tiempo, porque la vida da mucho más de lo que le pedimos, es generosa y complaciente y no merece la pena vivir lamentándonos por lo que no recibimos, porque me acaba de demostrar que restituye con tal entrega que por mucho que pidamos, siempre nos sorprenderá regalándonos mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario