domingo, 23 de mayo de 2010

La primavera explotó

Una explosión de sonidos preñaban mi cerebro de imágenes bellas. La música evocando la imagen. La música de los pájaros que esta tarde canturreaban mientras yo, con los ojos cerrados, dejaba volar mi imaginación al son de sus cuchicheos.
Esta primavera en la que me autoenjaulo en pos de un objetivo, miro desde mis rejas la belleza que me rodea. El verde explosiona en mis ojos cuando los entreabro. El olor de las flores martillean mis pituitarias y solo me apetece fundirme con esa naturaleza.
Me gusta cerrar los ojos y ubicarme junto a esos pájaros cantarines, junto a esas flores que sufren imperturbablemente el zumbeo de los insectos que van a robarle el néctar de su interior, pero a la vez deben saludar con alegría porque son los responsables de su propia vida. Y yo allí, como testigo incómodo de su propia existencia, como mudo espía de su incesante palpitar.
La vida explota en esta época. Es vida la de los gatitos que cada mañana acaricio para que se acostumbren a mi presencia y que me van calmando desde el momento en que ronronean en mi regazo. Es vida la del melocotonero que me muestra sus pequeños retoños o la del níspero que me regaña porque no lo descargo de sus frutos. Vida la que se refleja en las sonrosadas mejillas de mis hijos que no han parado de jugar en el agua, correr por el campo y sonreir.
Cuán privilegiada me siento por poder percibir estas pequeñas grandes cosas. Pasan desapercibidamente por nuestras vidas porque no somos capaces de pararnos a escuchar lo que nuestro entorno nos grita. Al fondo veo esas montañas bajas de la sierra sevillana y añoro aquellas amapolas que sonrojaban todo el campo. Me gustaría volar con el viento para vislumbrar de nuevo aquellos colores. Pero a veces no es tan bueno soñar y desear con lo lejano, porque dejamos de valorar lo que tenemos cerca, que no por estar a nuestro lado, deja de ser valioso, importante, o es digno de ser ignorados.
Como hoy he hecho yo procura mirar a tu alrededor, observa, paladea, goza de cada minuto, cada instante, cada conversación, porque lo importante de toda la vida es lo que se vive en este momento, en el hoy, en tu presente. Vive dignamente contigo mismo, valora lo que se te ha regalado cuando naciste, respeta tu entorno y a las personas que viven contigo. Sé reflejo para los demás. Que cada noche, al acostarte puedas esbozar una sonrisa de orgullo porque no heriste a nadie, no contaminaste, no afectaste negativamente a nada y aportaste tu pequeño granito en hacer que este mundo, tan hermoso y generoso, fuese un poquito mejor.

1 comentario:

  1. Ni herir a nadie ni contaminar a nadie... Me gusta eso. Hoy me decía un amigo que ser persona es actuar mirando al otro.

    Un saludo y mucho ánimo.

    ResponderEliminar