lunes, 18 de julio de 2011

Una llamada que quiebra las defensas

No ha pasado ni una hora desde que escribí mi anterior entrada y ya no me siento como antes. Una llamada me ha derrumbado las defensas y ha hecho que un torrente de tristeza me embargase de repente. Y me doy cuenta de que sigo pecando de tonta por dejar que unas palabras se introduzcan en mi cerebro con la única intención de hacerme sentir mal conmigo misma. Y no es solo una, sino otra y otra y otra llamada en las que va derrumbando cualquier resistencia para al final pegar la puntilla y hacerme caer.
Esto me pasa por tratar de hacer que las cosas fuesen de la mejor manera posible . Quería llevarme aceptablemente bien con el padre de mis hijos porque pensaba que sería positivo para todos, pero ahora me doy cuenta de que sigue siendo el mismo hombre que trataba de hundirme anímicamente con sus palabras, liosas, ofensivas, confusas e hirientes. Y lo conseguía.
Ahora mismo un torrente de lágrimas recorre mis mejillas y soy consciente de que eso me va a hacer sentir mejor. Ese dolor no puede asentarse dentro porque no lo voy a dejar.
He querido ser consecuente con mi actitud vital más reciente y he tratado de transmitir al máximo mi positivismo. Pero ha sido imposible. El influjo del negativismo, del pesimismo, de la desesperanza ha acabado por alcanzarme.
Y lo peor es que he recordado muchas cosas que estaban ya curadas. Y he sentido el proceso del dolor otra vez en mis carnes. La pena en la garganta, la angustia en el pecho y la intención de guardarse. Pero no lo he dejado. He recurrido a mí misma para no dejar que eso se asentase en mí y por eso ahora lloro. Siento pena, pero esa pena no se va a quedar conmigo.
Tras muchas más interrupciones motivadas por otras tantas llamadas, voy asumiendo que la vida también debe girar en este aspecto. He dejado todo a medias, pensando que sería más fácil para todos facilitar el proceso de adaptación. Pero me equivoqué. Así es más difícil. Las ligaduras no consiguen romperse del todo si se intenta comprender lo que una mente desvirtuada trata de contarte. Acabas confundido, sin un horizonte claro al que agarrarte y entonces empiezas a caer.
Entiendo el dolor ajeno. Entiendo que sea difícil entender que los errores cometidos en el pasado han llevado a un presente que no es lo que queríamos, porque hemos perdido mucho de lo que antes ni valorábamos. Me duele mucho haber provocado tanto dolor en un ser humano, pero llegó un momento en el que yo misma peligraba. Dejé de ser yo para convertirme en una sombra de mí misma. Dejé de quererme porque no sentía que me quisieran. Dejé que me pisoteasen y acepté todo por un supuesto amor y compromiso que no rendía nada en ningún aspecto.
Y porque lo dejé todo me perdí. Sin orientación la Irene que renació de esos escombros ha luchado mucho para rehacerse desde lo más profundo. Y había recursos. Unos humanos y otros más imcomprensibles. Pero me ayudaron en algo tan fundamental como es quererme a mí misma.
Le he pedido que me lea. Que busque mi blog por el mundo virtual y aprenda a conocerme. Dos años de blog y solo leyó una entrada. ¿Cómo pretender creer que te aman si verdaderamente no han hecho por conocerte?. Aquí estaba todo: mis miedos, mis ilusions, mis logros, mis fracasos...De haber habido un interés quizás las cosas habrían recorrido otro camino.
Pero eso ya es agua pasada y ésa no mueve molino. Ahora me toca descansar que mañana se viaja y ya llevo unas horas de sueño atrasadas. Me voy sintiendo mejor. Esto se curará pronto...

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