lunes, 25 de julio de 2011

Reencuentros maravillosos

Cada año, cuando vuelvo al pueblo, siento que revivo con cada reencuentro que tengo aquí. El volver a ver a mis amigos y a mi familia, me hace volver a sentir sensaciones que se olvidan durante todo el año y que recupero en estas calles.
Este año ha sido muy especial por muchos motivos. El bienestar que siento interiormente se ve reflejado en mi exterior y los que me conocen desde siempre lo han percibido. Me he sentido muy reconfortada cuando todos me han dicho que me ven estupendamente y no me he privado de explicarles cuales han sido las claves de mi éxito personal: sobre todo quererme a mí misma.
Ha sido especialmente divertido cuando me he reencontrado con un chico al que no veía desde hace 25 años y que me ha dicho que estoy igual que siempre...Me he reído porque en cierta medida tiene razón, ya que mi aspecto físico se asemeja mucho más a la Irene que fui hace todos esos años, que a la que era el año pasado, pero él no me había visto.
Así que me he paseado como una pava orgullosa por todo el pueblo regocijándome en semejante piropo lanzado desde el desconocimiento.
Aquí en este maravilloso pueblo viví unos veranos e inviernos maravillosos y asenté amistades de por vida. Como la canción de Celtas Cortos "Veinte de abril" "Ya no quedan casi nadie de los de antes...y los que hay...han cambiadooooo". Sobre eso hemos hablado hoy largo y tendido Carlos, Yolanda y yo, los de la pandilla de los ochenta...los que quedamos todavía por estos lugares y lo que la vida le ha traído a cada uno.
Por un lado te sientes agradecida de poder estar aquí. Otros, como Raúl y Pablo murieron prematuramente y su recuerdo sigue vive en muchos de nosotros que todavía los percibimos por los rincones del pueblo. Muchos se marcharon y nunca volvieron y la imagen de ellos quedó congelada en nuestros recuerdos con sus 15, 18 o 21 años...Es más que probable que si me cruzase con alguno de ellos difícilmente los podría reconocer.
Cada año, cada verano, esos 15 minutos de encuentro hacen que te esfuerces por resumir lo que has hecho con tu vida los últimos 364 días y tratas de mostrar la cara amable de la misma. ¿Porqué hablar de lo duro que ha sido trabajar en una atmósfera adversa? Tampoco apetece contar lo complicado que resulta tomar decisiones que afectan a tus hijos pero que necesitas tomar ya, porque si no, sientes que te mueres por dentro. Yo he optado por hablar de lo bien que me siento, de lo maravilloso que es transformarse por dentro y encontrarse y quererse a uno mismo. He tratado de reflejar mi positividad, mi convencimiento de que si pienso que todo va a ir mejor, eso ocurrirá, porque tengo dentro mucho amor para entregar, mucho cariño para compartir y necesariamente la vida te recompensa con lo mismo.
Y curiosamente instantáneamente he visto que las personas están más predispuestas a escuchar ese discurso que las penas que las enfermedades traen, las dificultades económicas o las frustraciones familiares. Todos necesitamos flotadores a los que agarrarnos para mantenernos arriba y en algún caso he sentido que soy un flotador...y me ha gustado...
Mañana me marcho hacia el norte, al lado de Comillas, en Santander. El año pasado también estuve allí y me fascinó su Románico, sus iglesias diminutas y perdidas que transmitían espiritualidad a raudales, su naturaleza verde y generosa. Allí no habrá más reencuentro que el que tendré con mi prima y su familia, pero igualmente gratificante y hermoso...Me encanta viajar y descubrir, lugares y seres humanos...

1 comentario:

  1. Me ha gustado agarrarme a ese "flotador", creo q va a servirme para mucho en el futuro... Ya te iré contando mis andanzas... ¡Gracias Irene!
    Besos. Vero

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