miércoles, 7 de julio de 2010

Cambiar por fuera

La muy malvada me ha sonreído esta mañana. Y su sonrisa ha sido correspondida por mí por una mueca de desagrado. Ella sabía que el día en que nos volviesemos a encontrar ella sería la triunfadora y yo la gran derrotada. El año pasado éramos buenas amigas y cada día ella restaba y yo sumaba en satisfacción.
Sí, me refiero a mi báscula, ese ser inanimado que tiene la capacidad de hacerme sentir bien o mal. Hacía meses que no me acercaba a ella. Me miraba de reojo cuando pasaba por su lado sin mirarla. Desde su rincón me lanzaba mensajes de advertencia y yo, inmersa en la vorágine de mi vida esquivaba su pérfida mirada.
Hoy por fín nos enfrentamos. En nuestro tira y afloja casi me vence. Pero no me derrotó. Y yo, orgullosa, se lo dije. Sin palabras. Mentalmente la reté. Tú o yo. Hoy me has podido, pero a partir de mañana cada vez que nos encontremos seré yo la ganadora. Venciste la batalla, pero la guerra la ganaré yo...

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