miércoles, 14 de julio de 2010

El retrovisor


A veces nos convertimos en espectadores silenciosos. Desde mi coche observo como una vida se desarrolla a mis espaldas. Los protagonistas, ignorantes de mi presencia, hablan, ríen, se despiden o besan sintiendo que están solos en ese momento. Pero no, mi presencia muda perturba esa escena invertida. Para mí esos seres solo aparecen en mi retrovisor y sus miradas, sus gestos y su voz aparecen distorsionadas por el reflejo del espejo. Las vidas paralelas pasan por nuestro lado. Las observamos o las ignoramos según sea nuestra percepción de la vida. A veces envidiamos, otras respiramos de alivio. La vida que he visto en mi retrovisor es una vida normal y corriente. Apenas un instante me permite imaginar qué tipo de personas son esos humanos que espío sin querer mientras espero que mis hijos salgan de sus actividades.
A veces deberíamos pararnos más a observar, más que nada las pequeñas cosas que pasan a nuestro alrededor, porque de esas observaciones podemos aprender mucho. Hoy aprendí que un beso puede alegrar una cara que estaba triste. Y con ese gesto yo también he sonreído.

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