sábado, 31 de julio de 2010

Románico


Como si de una emisora desintonizada y a media voz se tratase me llega el sonido del viento entre los chopos. Entre el susurro apagado me llega el sonido del río que a lo lejos, circula entre rocas cántabras. El sonido del cencerro de las vacas que pastan se diluye con los golpes secos que producen los bolos al chocar. Frente a mí, románico, a mi espalda el pequeño cementerio. La pequeña iglesia se alza robusta e inamovible. Sus piedras aparecen limpias, como si el tiempo no hiciese mella en ellas. Toda Cantabria aparece jalonada de sus hermanas y no puedo dejar de imaginar a los hombres que dedicaron su vida a la construcción de este edificio sencillo a la par de impresionante para que yo, un día de julio pudiese transmitir lo que su obra me provoca. En la iglesia de Sta Marina de Yermo nos han contado que hasta allí llegaron andaluces que huían de la conquista islámica y dejaron su huella con la figura de un Virgen que preside el ábside. En la iglesia de San Andrés de Cotillo que contemplo en este momento veo la esencia de esta tierra. Sus gruesos muros, sus pequeñas ventanas, la armonía de sus miles de piedras que dan forma a un edificio pequeño pero impresionante al mismo tiempo.
Debo seguir. Muchas iglesias más me esperan...

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